Ciencia — 31 de agosto de 2014 at 22:00

Sacudidas desde el espacio

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Los impactos de cuerpos estelares en la Tierra son un fenómeno físico que, en la mente del ser humano, ha tenido connotaciones apocalípticas desde la Antigüedad hasta nuestros días. Primero eran mitos de dioses enfadados que luchaban entre sí o contra nosotros, y hoy numerosas teorías hablan de un meteorito que terminó con los dinosaurios, o que en el futuro, la vida en la Tierra perecerá por la colisión de uno de estos cuerpos. Por el momento, no se puede confirmar ninguna teoría en un grado aceptable, pero su verosimilitud ha conseguido convertirlas en “casi creencias científicas”.

Lo que sí es cierto es que la Tierra es golpeada por asteroides de forma sorprendente. La organización del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares ha detectado veintiséis explosiones entre 2000 y 2013, que varían en energía de 1 a 600 kilotones, ninguna causada por una explosión atómica, sino por impactos de asteroides. Para poner esto en perspectiva, la bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945 explotó con un impacto de energía de 15 kilotones. Estos impactos no los hemos apreciado porque la mayoría de estos asteroides se hizo añicos demasiado alto en la atmósfera como para causar graves daños en el suelo.

El más grande de los últimos tiempos provocó el llamado «evento Tunguska» en Siberia, en 1908, con un impacto de energía de 5 a 15 megatones. Más recientemente, en 2013, el mundo entero fue testigo del impacto de 600 kilotones en la ciudad de Chelyabinsk , Rusia, e impactos de asteroides de más de 20 kilotones se produjeron en el sur de Sulawesi, Indonesia, en 2009, en el océano Antártico en 2004, y en el mar Mediterráneo en el año 2002. Ninguno de estos asteroides se detectó ni fue seguido de antemano por ningún observatorio terrestre o espacial.

Algunos de los impactos conocidos más famosos son:

Cráter Vredefort, en Sudáfrica. Hace dos mil millones de años aproximadamente. Este cráter tiene un radio estimado de 190 kilómetros, convirtiéndose en la mayor estructura creada por un impacto del mundo, y siendo declarado patrimonio por la UNESCO en 2005

Cráter Woodleigh, en Australia. Hace 364 millones de años. Este cráter no está exento de polémica, pues su diámetro varía entre los 40 y los 120 kilómetros según las fuentes.

Manicouagan Crater, en Canadá. Hace 215 millones de años. Este cráter actualmente cobija el lago Manicouagan, y es uno de los mejor conservados, contando con un diámetro de 100 kilómetros.

Morokweng Crater, en Sudáfrica. Hace 145 millones de años. Localizado cerca del desierto Kalahari, este cráter contiene los restos fosilizados del meteorito que lo creó.

Cráter Chicxulub, en Yucatán. Hace 65 millones de años. Muchos achacan a este meteorito la culpa de ser uno de los causantes de la extinción de los dinosaurios. Su diámetro varía entre los 170 y los 300 kilómetros.

Cráter Popigai, en Siberia. Hace 35,7 millones de años.Los científicos rusos consideran que este cráter es un gran depósito de diamantes.

El último campo de estudio es el cinturón de piedra verde Barberton en Sudáfrica. Hace 3.300 millones de años. Es un área de 100 kilómetros de largo y 60 kilómetros de ancho. La sacudida en el impacto se calcula que fue más grande que un terremoto de magnitud 10, impulsó las ondas sísmicas a través de cientos de kilómetros, rompiendo rocas y provocando otros grandes terremotos. Tsunamis de miles de metros de profundidad barrieron los océanos que cubrían la mayor parte de la Tierra en ese momento. Esto empequeñece el evento que pudo acabar con los dinosaurios hace 65 millones de años.

Hoy la vida en la Tierra vuelve a verse amenazada, esta vez por un asteroide de 1,1 kilómetros de diámetro. Se trata del asteroide 1950AD, que ha sido observado por la Nasa durante más de medio siglo y se encuentra en camino hacia la Tierra. El cuerpo celeste podría colisionar con nuestro planeta el 16 de marzo de 2880.

Mucho antes, el 13 de abril de 2029, un pedrusco espacial de unos 300 metros de longitud, bautizado Apofis, pasará tan cerca de la Tierra que rozará la órbita donde se alinean los grandes satélites de comunicaciones, a 36.000 kilómetros de altura. Descartada la colisión en ese pase, los últimos cálculos indican que existe un riesgo de choque con el planeta siete años después. Mientras los astrónomos y las agencias espaciales vigilan continuamente el asteroide, la ONU y otros organismos discuten, todavía de manera informal, la posibilidad de hacer algo para desviarlo.

Quedan años en los que seguirá nuestra fascinación por el espacio. En palabras de C. S. Lewis:

Un meteorito allá entre las colinas

yace inmenso; y el musgo lo ha arropado,

y lluvia y viento con certeros roces

aristas de su roca suavizaron.

Que estos errantes peregrinos siempre

encuentran hospedaje en su regazo,

porque toda partícula terrestre

en principio vino del espacio.

Lo que hoy es tierra alguna vez fue cielo;

del Sol cayó cuando él soltó su mano,

o de un astro viajero que rozara

la enmelenada llama con su trazo.

Así, si aún llueven retardadas gotas,

la Tierra con destreza de artesano

las modela, lo mismo que la ignífera

primera lluvia que cayó en sus brazos.

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