Ciencia — 31 de agosto de 2016 at 18:26

Una ecografía ha desterrado el primer selfie del universo

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Cuando en 2001 la sonda WMAP (Wilkinson Microwave Anisotropy Probe) de la NASA obtuvo la imagen del fondo cósmico de microondas (los datos se presentaron en 2006), algunos lo llamaron el primer selfie del universo, porque es el momento en que el universo se hace transparente a la luz, los electrones son capturados por los núcleos de los átomos y los fotones pueden desplazarse libremente. Antes de ese momento, cuando el universo tenía 300.000 años de edad, no tenemos información porque no recibimos ninguna luz en ninguna de las frecuencias del espectro electromagnético.

Hace unos meses, el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (CFA) dice haber «fotografiado» el primer eco del big bang, aquella descomunal explosión que dio lugar al universo hace 13.800 millones de años. ¿Sería una ecografía?

De acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, aquel cataclismo debió de generar ondas gravitacionales, una especie de ondas expansivas cuyos efectos, aunque débiles, aún podrían observarse ahora, 13.800 millones de años después.

Los investigadores del experimento BICEP2, un telescopio de microondas situado en pleno Polo Sur, dicen haber fotografiado esas ondas por primera vez. Es más bien un gráfico ininteligible para el común de los mortales. Pero escondido en ese gráfico hecho de líneas fluctuantes los científicos han detectado unas ondulaciones que pueden corresponder a ondas gravitacionales primordiales.

La presencia de esas ondas son la «primera evidencia directa de la inflación», ese momento decisivo en la historia del universo en el que este aumentó explosivamente su tamaño en fracciones de segundo.

Pero en realidad, lo que han hecho los científicos del BICEP2 no es del todo una foto directa de las ondas gravitacionales. Su telescopio está en el Polo Sur porque ese es el lugar de la Tierra más parecido al espacio, sin apenas humedad que distorsione el tipo de «luz» que observa. En lugar de luz visible, lo que observa este espectacular experimento es algo llamado radiación de fondo de microondas. En otras palabras, es el ruido de fondo dejado por el big bang en forma de partículas que aún pululan por el universo. Se trata de una radiación débil y constante que, sin embargo, llega a toda la Tierra. De todos los lugares, el Polo Sur, con su extrema sequedad de desierto helado, es el mejor sitio para captar la señal sin apenas alteraciones de la atmósfera.

Lo que los expertos han observado es un cambio en la polarización de esas microondas llegadas desde el origen del universo. La polarización es algo así como la orientación de las partículas que forman las microondas y fueron creadas justo en el momento del big bang. En concreto el equipo ha captado microondas con una determinada orientación, o, como ellos lo llaman, polarización-B. Según sus cálculos, esa polarización solo puede deberse a que, en su largo camino hasta la Tierra, esas partículas del big bang han sido modificadas por las ondas gravitacionales igual que hacen las ondas en la superficie de un estanque cuando alguien tira una piedra. Pero aún hay más, porque, según las observaciones del BICEP2, este tipo de polarización solo pudo ser causada por un tipo concreto de onda gravitacional: una muy débil y muy antigua que se formó como fruto de la inflación que hizo crecer el universo más de 70 órdenes de magnitud en fracciones de segundo.

En la actualidad, otros equipos se afanan por captar ondas gravitacionales más recientes y mucho más potentes. Estas las causan los mayores cataclismos actuales que pueden darse en el universo, como la fusión de dos agujeros negros. En este caso, la detección más directa es posible, aunque aún nadie lo ha conseguido.

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