Culturas — 2 de enero de 2009 at 12:31

El calendario azteca

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El calendario azteca, cuyo verdadero nombre es Cuauhxicalli, data de la época del emperador Axayacatl, el sexto rey azteca, y fue utilizado hasta el año 1521, ocupando un lugar destacado en el templo Mayor de Tenochtitlán. Pero cuando los españoles destruyeron toda la ciudad, quedó enterrado y no volvería a ver la luz hasta el 17 de diciembre de 1790, cuando fue encontrado durante las obras de construcción de la nueva catedral de ciudad de México. Se trata de una piedra basáltica circular, de 3,56 m de diámetro y un peso de 25 toneladas. Esta famosa «Piedra del Sol» reúne al mismo tiempo fórmulas matemáticas para el cómputo del tiempo y una serie de claves para la interpretación de los signos astrológicos.

Está compuesta por un conjunto de signos en bajorrelieve y trabajada con una técnica y finura impresionantes. Es como un libro abierto del que tenemos mucho que aprender todavía. Se pueden observar también una serie de relaciones muy interesantes. Si multiplicamos el diámetro del segundo círculo que mide 1,59 m, que como dato curioso, es la altura media del indio mexica, por la raíz cuadrada de 5 (ellos decían que estaban en la quinta era), nos da como resultado 3,56, que es el diámetro de toda la piedra. Y si multiplicamos el diámetro de la figura central, que es de 71 cm, por la raíz cuadrada de 5, obtenemos el resultado de 1,59, que es el diámetro de la parte central.

En estos signos enigmáticos están guardados muchos de los conocimientos de los pueblos precolombinos en materia de astronomía, religión, filosofía, etc.

La piedra se compone de ocho círculos concéntricos, que forman coronas circulares. Si realizamos la lectura desde el centro, vemos que el primer círculo está formado por la figura del Sol, Ollín Tonatiuh, con forma de rostro humano, y sus dos garras para fijarse en el Universo. Es el símbolo del movimiento, del despertar de la conciencia, que tiene que ver con ese cruce de caminos. Y en el punto de cruce, ese quinto movimiento, pero ascendente, fuente de vitalidad y de creación de la quinta era.

El segundo círculo está formado por cuatro símbolos en cruz que representan el fin de las cuatro eras precedentes: Ocelotonatiuh (Sol de Jaguar), Atonatiuh (Sol de Agua), Ehecatonatiuh (Sol de Viento), y Quiauhtonatiuh (Sol de Lluvia de Fuego). Están vinculados con los cuatro elementos de la Naturaleza: tierra, agua, aire y fuego; o en otra lectura también representan los cuatro puntos cardinales.

El tercer círculo era el anillo de los días, y lo componen veinte elementos decorativos llamados tonallis que representan los veinte días del mes azteca, (el año civil tenía 18 meses de 20 días más 5 días Nemontemi que ellos le llamaban nefastos, en los que no se hacía ningún tipo de ceremonia).

El cuarto está compuesto por cuarenta cuadrados en forma de ornamento de jade o turquesa con cinco tresbolillos cada uno que son el símbolo del Quincunce y están relacionados con Venus, porque sabemos que cada 5 vueltas que da Venus alrededor del Sol, la Tierra hace 8 revoluciones sinódicas, por tanto multiplicando 5×8 obtenemos 40, que es el número de cuadrados que componen este cuarto círculo.

El quinto círculo está compuesto por ochenta figuras en forma de arco y representan a Mercurio.

El sexto lo componen tres rayas paralelas con un doble círculo concéntrico, y hacen referencia a Marte.

El séptimo está compuesto por sesenta y cuatro figuras que representan a Júpiter. Estos círculos, del 4º al 7º, son los anillos del cómputo de los años.

En el circulo exterior, llamado de la Vía Láctea porque representa el cielo, se reúnen dos serpientes llameantes, con la cabeza hacia abajo y escupiendo, como dos rostros que representan el día y la noche, el yin y el yang. Estas serpientes nacen del jeroglífico del 13 de acatl, que indica la fecha de la celebración del Fuego Nuevo. El cuerpo de estas serpientes está dividido en 13 partes cada una incluidas las cabezas, que representan las 13 constelaciones del cielo azteca. La 13ª constelación, Mamalhuaztli, la constelación de Orión, está superpuesta en la 12ª, y en el momento en que esta constelación de Mamalhuaztli se encuentre en el cenit, a medianoche, cosa que ocurre cada 52 años, realizaban las fiestas del Fuego Nuevo.

El sistema de calendarios de este pueblo era complejo, ya que hacían coincidir el calendario ritual o religioso, de 260 días y otro solar de 365 días. La perfecta correspondencia entre ambos calendarios se hacía cada 52 años, en las fiestas del Fuego Nuevo. Este calendario de 260 días (tonalpohualli) se establecía por la combinación de 20 signos y 13 cifras. Lo usaban los sacerdotes adivinatorios en función de la fecha de nacimiento del niño, era como hacerle una carta astral. Entre otras muchas utilidades, parece que este calendario se usaba para, según el día del nacimiento, saber el carácter al que iba a estar predispuesto el niño o niña. De este modo, los sacerdotes aconsejaban adecuadamente a los padres para que el niño pudiera desarrollar al máximo sus virtudes y ayudarle a superar los defectos.

One Comment

  1. Excelente y grandiosa la civilización azteca que fue destruida por los invasores. Quien sabe cuántas más destruyeron que indudablemente serían huellas de una verdadera estirpe y no de la basura que nos trajeron. Saludos

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