Ciencia — 31 de julio de 2017 at 22:00

Cómo derrotar al miedo

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Como derrotar el miedo

El miedo se puede vencer, aunque es difícil lograrlo porque hay muchos tipos de miedo. En algunas ocasiones, deberá ser tratado por un especialista; pero en los casos más frecuentes que nos afectan a casi todos, hay algunos consejos prácticos que podemos tener en cuenta. Todo empieza por saber qué es el miedo y cómo funciona.

¿Qué es el miedo?
Se lo define como un estado de angustia provocado por un riesgo o daño real o imaginario. Esto nos dice que el miedo se activa o aparece cuando hay un peligro real o un peligro imaginario.

Peligro real
Ante un peligro real, el cuerpo y la mente se unen con un fin primordial: la supervivencia. Ya sea por accidente de coche, incendio, robo, secuestro, derrumbe, ataque, caída, atropello y tantas otras situaciones de peligro, el cuerpo y la mente se unen de forma eficaz para huir del peligro y salvar la propia vida. Es un mecanismo natural lo que activa el miedo, y funciona de la siguiente manera.
La conciencia ve o se da cuenta del peligro, lo que hace que de manera automática se active el miedo, y este, a su vez, desate el mecanismo de defensa. En el cuerpo, el cerebro reptiliano (que es el encargado de regular acciones esenciales de supervivencia como comer y respirar) se activa, al igual que el sistema límbico (que es el encargado de regular las emociones), para que se ponga en marcha de forma inmediata la necesidad inminente de huida.

A su vez, se estimulan las glándulas suprarrenales para producir adrenalina (epinefrina). Esta, cuando entra en el torrente sanguíneo, aumenta la presión arterial contrayendo los vasos sanguíneos, dilata los conductos de aire para una oxigenación mayor y la glucosa en sangre aumenta, que se traduce en energía inmediata; todo esto hace que las funciones del cuerpo no esenciales se interrumpan y el flujo sanguíneo se dirija hacia los músculos grandes, sobre todo a los de las extremidades inferiores, a las piernas, en preparación para la huida. También se dilatan las pupilas para una admisión mayor de luz, lo que hace que nuestra visión se amplíe. La atención se acentúa en el peligro y la concentración es tal que no existe ninguna otra cosa en el mundo.

Todo esto, combinado de forma perfecta, da unos resultados extraordinarios y en algunos casos extranormales. Se sabe de personas que, ante situaciones de peligro, han hecho cosas físicamente prodigiosas. Por ejemplo, el caso de una madre cuyo hijo iba a ser aplastado por la rueda de un camión al aparcar; esta, con sus brazos, detuvo y levantó el camión en el momento oportuno salvando a su hijo, todo esto en milésimas de segundos. Otro caso es el de un policía que corre delante de una llamarada de fuego procedente de una explosión, a más velocidad que el mismísimo velocista Usain Bolt, cuando el policía ni siquiera estaba habituado al deporte. Otro hombre, aficionado a la montaña, ante un derrumbe de rocas que se le venían encima, con solo sus piernas y sus brazos fue capaz de desviar una roca de dos toneladas impidiendo que le aplastase. Todo ello manteniendo la calma para evaluar correctamente el peligro y saber responder eficazmente, pues en las entrevistas posteriores a estos prodigios todos contestaron de forma similar: agudeza mental y calma para obtener la respuesta y realizarla con una seguridad pasmosa.

02 derrotar al miedo

Lógicamente, derrotar a este miedo es innecesario y contraproducente, pues este mecanismo natural salva vidas. Este miedo es beneficioso, pero todo este mecanismo puede ir mal a causa del miedo insano o extremo, el pánico. Este es un miedo sin fundamento, es decir, que en estos casos de peligro real, si se entra en pánico somos nosotros nuestro propio enemigo, y en este caso, si hay un incendio se corre hacia el fuego en lugar de huir de él, o se salta por la ventana. También sucede que en un ahogamiento, en lugar de relajarse y flotar en el agua nos ahoguemos, o nos quedemos paralizados cuando hay que correr o saltar. En estos casos, lo que sucede es que el peligro se agranda de tal manera que nos sentimos impotentes frente él. Esto es lo que causa que nos paralicemos o que corramos descontroladamente. A esta clase de miedo sí hay que derrotarlo, pero luego veremos cómo.

Este mecanismo, que es natural, es esencial para la vida, para la supervivencia, porque ¿qué sucedería si no existiera este miedo natural? Que no percibiríamos los peligros como peligros, cruzaríamos las carreteras o las autovías inconscientes del peligro, o no apartaríamos la mano de una sierra, o no repararíamos en los agujeros del suelo o en los armarios electrificados, o nos asomaríamos más de la cuenta por la ventana. La gente inconsciente de los peligros pierde su vida demasiado pronto. En este caso, el miedo es necesario para avisarnos del peligro, es el mecanismo por el cual nos hacemos conscientes del peligro para poder evitarlo.

Peligro imaginario
Este peligro, que es ficticio, puede tener una base real. Es el que veíamos antes con el pánico. Este miedo extremo es debido a no conocer qué sucede, bien porque no sabemos dónde está el peligro (vemos a la gente correr y corremos), o bien porque proyectamos nuestras fobias por traumas vividos en el pasado.

Los traumas son como nudos de energía que impidieron que fluyera de forma correcta esta, en torno a los cuales creamos una corteza de monstruos o fantasías.
Para esta situación, recomendamos «PEM»: Pare, Escuche, Mire, para poder escribir en nuestra mente la situación real que estamos viviendo o que vamos a vivir.
Es como si vamos a cruzar una carretera: paramos, escuchamos y miramos. De esta manera llamamos a la conciencia y no dejamos librada la mente a la fantasía.
«PEM» nos da la realidad de la situación, interrumpe el proceso fantasioso y nos da calma o serenidad. De esta manera podemos derrotar al miedo imaginario.

Pero si no actuamos en consecuencia a PEM, sucede lo siguiente:
– El caso de no saber dónde está el peligro hace que corramos sin saber a dónde ir, poniéndonos aún más en peligro, y a los demás en caso de no estar solos, porque se crea el efecto de estampida: miedo descontrolado que anula las funciones humanas. Es el que hace que aplastemos o pisemos a otros, cuando en posesión de nuestras facultades humanas no lo haríamos.
– En el caso de proyectar nuestras fobias, distorsionamos la realidad, ya no estamos viendo lo que sucede sino lo que crea nuestra fantasía, que está acompañado de una obsesión. Estos son los casos que deben ser tratados por un especialista.

Miedo inducido
Aparte de este miedo natural, que parte de un peligro real o imaginario, también hay un miedo que es inducido. Este es un miedo que ata o reprime el mundo emocional y mental.
Este es un miedo que después de ser inducido se activa de forma inconsciente, es decir, que ni siquiera lo traducimos como miedo sino como gusto, o apetencia, o interés, o prejuicio: esto no me gusta, o no me apetece, o no me interesa, o que rechazo sin saber por qué, sin preguntarnos por qué, o si es bueno o no, porque muchas veces lo que es bueno no va acompañado de mis gustos o apetencias. No interrumpimos ese hábito inconsciente cuyo motor es el miedo.

Esta es la clase de miedo en la cual se ha educado a lo largo de más de dos mil años, fabricando situaciones de peligro irreales que ponen en marcha el miedo y hacen cambiar de opinión, de interés o de gusto según convenga. Esto lo han usado y lo siguen usando, antes con unos métodos y hoy con otros: basta con poner determinadas imágenes en canales y horarios de audiencia; es una semilla que pronto dará sus frutos, haciendo que la mayoría piense de determinada manera, a favor o en contra. Nosotros creemos que elegimos, pero en realidad lo hizo el miedo. ¿Nos suenan estas palabras?: «Si no eres bueno irás al infierno; si no comes te llevará el coco; si no estudias serás un infeliz, un don nadie; si no pisas te pisarán»

Esta clase de miedos se basa, por un lado, en nuestras aspiraciones, que son creadas por nuestra forma cultural, como modas o forma de vida, y por otro lado, en nuestros apegos. De esta forma atan nuestra mente, nuestro corazón y nuestras manos.

Aspiraciones
Todos queremos dar una imagen perfecta de nosotros mismos, que al no basarse en un estado interior real moral, se basa en una imagen exterior o física de apariencia, todo ello por miedo a no ser aceptados, o a ser criticados, o a no ser queridos, o a no ser como la mayoría, o al qué dirán, o al rechazo, o a la soledad…

También se basa en las aspiraciones de querer llegar a unas metas en la vida y, al pensar en el solo hecho de no conseguirlas, viene el miedo al fracaso, a no ser nadie, a no tener trabajo, a no tener novio o novia, a no tener descendencia, a no tener posesiones, a no tener jubilación… Estos miedos están detrás de nuestros deseos, y la mayoría de ellos han sido inducidos por el tipo de vida de esta forma cultural que todos compartimos. Así es que hipotecamos la propia vida con cosas que jamás nos vamos a llevar una vez que dejemos este cuerpo, cosas que, por otro lado, no son esenciales para la vida. Tener un coche no es esencial para la vida y menos aún que sea un Audi último modelo.

También hay otras aspiraciones que nos trascienden, pero que ocultamos o negamos por miedo, porque nuestro tipo de cultura niega un alma inmortal o una divinidad; todo es material y hay que ir con la forma de pensar de la ciencia si no quieres ser tachado de medieval, y ya estamos con el miedo al rechazo, al que dirán, etc.

Apegos
En cuanto a los apegos, es miedo a perder lo que hemos conseguido o lo que tenemos, lo cual nos vuelve egoístas y nos impide mejorar como seres humanos, lo que también hace más fácil el aparentar lo que se quiere llegar a ser sin serlo: miedo a perder el puesto de trabajo, a perder el coche, la casa, a perder las vacaciones, a perder la forma de vida que tenemos, a perder los placeres cotidianos, a perder el cariño de un hijo, o el del esposo o esposa, miedo a perder las comodidades adquiridas, miedo a perder al ser querido, a perder la juventud, a perder la belleza, a perder la vida… Este miedo hace que no nos salgamos del carril de lo establecido, lo que no quiere decir que para enfrentar este miedo y derrotarlo tengamos que ser insensibles.

03 derrotar al miedo

La libertad tiene un precio y ese precio es humano y no inhumano. El conocer y comprender nos hace libres, pero a la vez, ese conocimiento y comprensión de la vida, de uno mismo y de los demás, de las leyes universales, nos hacen tener más en cuenta a los demás, porque la relación no es tan personal en cuanto a egoísta, a satisfacer mis necesidades sin tener en cuenta al otro, lo cual requiere desarrollar valores de respeto, valor, fraternidad, amor, generosidad, justicia… Si los valores morales o éticos existen en nosotros, el apego no será una necesidad sino que ese apego se traducirá en amor, y el amor no ata o encadena ni a uno ni a los demás.

La necesidad nos llena de miedos. No hay que confundir amor con necesidad.

Y destaco el amor porque quien desarrolla el amor desarrolla el valor, el amor con mayúsculas, el amor que abre puertas mentales y psicológicas, que no crea barreras, sino que las destruye. No es un amor ciego, sino que conoce; y cuando se conoce, el miedo desaparece; de ahí que todos los pensadores que han destacado en la historia nos dicen que la base del miedo es la ignorancia.

Así pues, para derrotar al miedo inducido hay que aplicar el «FAE», es decir, hay que ser filósofo, buscar el conocimiento o la verdad porque se la ama, porque queremos conocer y desarrollar los valores morales que nos perfeccionan como seres humanos. Y no nos dejemos convencer de que es algo imposible, no tengamos miedo. Esa es una mentira de nuestro tiempo, el querer conseguirlo todo ya. Las cosas buenas y válidas llevan su tiempo, tiempo de preparación, de ponerse en marcha y realizar el camino para, al fin, llegar a la meta, y todo no perdiendo de vista el fin, el derrotar al miedo.

Nunca se ha conseguido nada de valor de golpe. Escalar, por ejemplo, el Everest requiere de preparación antes y durante, ponerse en marcha para realizar el camino sabiendo cuáles son las bases, que son mi apoyo para lograrlo y llegar a la meta, a la cúspide. Esto se realiza con constancia y perseverancia, con una meta fija y paso a paso para alcanzarla sin pausa; solo así se llega a la meta.

Subamos a nuestro propio Everest, o a nuestra propia acrópolis interior en la conquista de los valores. Os garantizo que los logros que se adquieren merecen la pena y son un buen antídoto contra el miedo. Solo así podremos derrotar al miedo y ser libres.

Bibliografía
Cómo enfrentar el miedo . Michel Echenique Isasa. Editorial NA.
https://psicologiaymente.net/psicologia/para-que-sirve-miedo

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