¿Sabes que hay empresas que habilitan salas para siestas? Consiguen mayor capacidad intelectual, concentración, atención y alerta en sus trabajadores.
La siesta es más conveniente, extendida y justificada de lo que creemos. Aprende cuál es su duración idónea, los efectos que produce y échala llen@ de razones.
En España se le ha llegado a llamar “Yoga ibérico” y “Deporte Nacional”, pero la siesta no es sólo una costumbre impuesta por el calor del mediodía en algunos puntos del planeta ni una actitud perezosa. Desde hace algunos años hay estudios que vienen a demostrar los beneficios de dar unas cabezaditas después de comer. Con no más de media hora es suficiente para aliviar el estrés, mejorar la circulación sanguínea, favorecer la memoria y reducir el riesgo de infarto.
Aunque su origen ha sido atribuido a los españoles, la siesta está muy extendida por Latinoamérica, Grecia, Norte de África, India, China, Filipinas y, desde hace unos años se ha hecho fuerte en EE.UU., algunos países del norte de Europa y Japón. Cela, Einstein o Churchill fueron algunos de sus más fervientes defensores.
TRAS EL CAFÉ UN SUEÑECITO, PERO SIN PASARSE
El efecto reparador de la siesta puede convertirse en todo lo contrario si se abusa de ella. Los expertos recomiendan que dure entre 20 y 30 minutos, lo justo para que el cuerpo descanse sin interferir en el estado de vigilia. Cuando se excede de 40 minutos, el despertar nos produce malhumor, embotamiento y la sensación de no haber descansado.
Esto se produce porque, al extenderla demasiado, damos lugar a que nuestro cerebro entre en las etapas profundas del sueño, y le resulte más difícil despertar, con el consiguiente malestar. Para asegurarse de que el sueño no se alargue mucho, lo mejor es echarla en el sillón o en el sofá, pero no en la cama.
Aunque se habla mucho de sus virtudes, la siesta no está recomendada para todos. Para las personas con insomnio o que trabajan por la noche y tienen alterado su ciclo de sueño, no es recomendable.
UNA AYUDA PARA EL CORAZÓN
James Maas es doctor de la Universidad estadounidense de Cornell. En su libro “Power sleep” Maas sostiene que la siesta “favorece el rendimiento intelectual y la capacidad psicomotriz, además protege contra el estrés, estimula la creatividad y aumenta el rendimiento de los trabajadores, disminuyendo las tensiones laborales.
Maas señala que «el hombre es un animal bifásico y en el ecuador de la jornada sufre una caída en los niveles de atención y de las constantes vitales. La única manera de combatirla es con un sueño, preferiblemente breve y ligero, pero suficiente para paliar nuestro déficit de horas de descanso».
Pero no se trata sólo de sentirnos mejor. Hace unos años, un estudio realizado en Grecia a más de 25.000 personas de ambos sexos entre 20 y 86 años, arrojó datos tan interesantes como éstos: el riesgo de morir de un ataque al corazón se reduce en un 34% en las personas que duermen siesta y es especialmente buena para hombres que trabajan, en los que este riesgo se puede minimizar hasta en un 64%. Lo que queda avalado por el hecho de que la incidencia de enfermedades cardíacas es menor en los países donde existe la costumbre de echar un sueñecito a la hora del café.
20 MINUTOS PARA TRABAJAR MEJOR
Los expertos consideran que una de las ventajas de hacer un breve paréntesis a mediodía es que se incrementa el rendimiento de los trabajadores. En una experiencia llevada a cabo por la Universidad de Regensburg en la localidad de Vechta, cerca de Hamburgo, se permitió a los funcionarios echar una cabezadita en el despacho o descansar 20 minutos en sus casas después de la comida. Tras un tiempo, lo que al principio parecía un experimento raro, acabó mejorando sustancialmente el rendimiento de los trabajadores en las horas de la tarde.
La explicación de los expertos se basa en que “el rendimiento intelectual, la capacidad de concentración y atención, así como la alerta cerebral y su capacidad de reacción, mejoran tras un tiempo de reposo”, afirma la psicóloga Victoria de la Fuente. La mayoría de los especialistas coinciden en señalar que tras la siesta “se reactiva el estado de alerta y la concentración y los índices de accidentes y errores cometidos por falta de sueño o reposo, bajan”. Algunas empresas han acogido más que bien la idea de que sus trabajadores rindan más y mejor tras un breve descanso, y han habilitado salas y sillones para que los empleados puedan cumplir con el “rito” de media tarde.
Algunos países se han tomado la cuestión muy en serio y la han legislado. Así ha ocurrido en Chile, donde se establecen 20 minutos de siesta en el trabajo. En ese sentido los chinos ya llevan años imponiendo este derecho en las empresas. En Japón se ha “institucionalizado” esta práctica durante la jornada laboral; el rendimiento sube un 30%.
Aunque en algunos sectores de EE.UU. la siesta está bastante mal vista, como cosa de vagos, las recomendaciones del doctor Maas has llegado hasta empresas como Levi Strauss, Ben & Jerry o Mac World Magazine, donde los nap lounges permiten a empleados y jefes tomar unos minutos de relax y reponer fuerzas para seguir con la dura jornada.
UNA CABEZADITA PARA SALVAR LA VIDA
Las estadísticas de tráfico en algunos países son realmente significativas. La mayoría de los accidentes se producen entre las 2 y las 5 de la tarde. Según las estadísticas de la Dirección General de Tráfico de España, el 31% de los accidentes mortales sucedidos durante los meses de verano en el año 2000 fueron consecuencia de la somnolencia o distracción de los conductores. Las cifras son dramáticas: 232 accidentes y 300 muertos, pero a lo largo de todo el año los números fueron de 35.000 accidentes con víctimas por esta causa. Los especialistas aconsejan que cuando el sueño asalte al conductor, pare unos momentos y eche una siesta, le puede salvar la vida.