Sociedad — 1 de mayo de 2012 at 00:00

Titánic, 100 años bajo el mar

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El 14 de febrero de este año se ha cumplido el 100 aniversario del hundimiento del navío que no podía hundirse, del gran Titánic. Este trágico acontecimiento se produjo cuando a las 23:40 horas, el barco chocó con un iceberg y en menos de 3 horas pasó a la historia de las tragedias.

La historia se inicia cuando en el año 1907 el Director de la White Star Line, J. Bruce Ismay y Lord James Pirrie, de la Harland & Wolff, se ponen de acuerdo para construir el barco más grande de todos los construidos hasta ese momento por la White Star Line. 3 meses antes del Titánic se finalizó la construcción de su hermano mayor: el Olympic. Posteriormente se botó el Titánic que pasó a la historia por su final más que por ser de los más grandes barcos de la historia hasta ese momento.

Este inmenso coloso fue obra del ingeniero Thomas Andrews. Tenía tanta confianza en su obra que llegó a declarar a la prensa que “ni el mismísimo Dios podría hundirlo”.

Su construcción se inició el 31 de marzo de 1909. Se instaló en el astillero Harland & Wolff la quilla 401 donde se inició la construcción del “insumergible” navío.

El Titánic tenía un peso bruto de unas 46.328 toneladas y medía 269,04 metros de largo por 28,16 metros de ancho. En sus entrañas había 9 calderas de 5 metros de ancho y 100 toneladas de peso cada una. En la parte  alta del barco se pusieron 4 chimeneas (de las que casi no quedan indicios en el mar) con 22 metros de altura sobre la última cubierta. Una de las particularidades del diseño del Titánic era que en su interior se encontraban 16 compartimentos previstos para contener agua en caso de accidente y se podría mantener a flote con 4 de ellos completamente llenos. La capacidad de este gran barco entre tripulación y pasajeros era de casi 2300 personas.

El transatlántico tardó dos años en estar listo y el 31 de mayo del año 1911, se botó el barco ya terminado delante de 100.000 curiosos y se trasladó al puerto  de Southampton, una ciudad del sur de Inglaterra que ya en esa época era uno de sus principales puertos.

El Titánic era ante todo una obra de ingeniería humana enorme y un proyecto de gran lujo para aquellos que podían pagarse un billete de 1ª clase. Pero a medida que se bajaba a las profundidades del barco se encontraban la 2ª y la 3ª clase, o lo que es lo mismo, había camarotes tan grandes como el más pequeño cuarto de escobas de la 1ª clase.

El transatlántico tenía gimnasio, piscinas, saunas, canchas de squash, barberías, cuartos oscuros para los fotógrafos, perreras y ascensores. Contaba también con 28 salas y suites para los pasajeros que lo precisaran, normalmente los más adinerados.

Para el viaje inaugural del Titánic se escogió al Capitán Edward J. Smith, de 25 años de experiencia en la compañía White Star Line, que realizaría su último viaje justo antes de jubilarse con toda la gloria de semejante evento.

El Titánic emprendió su viaje hacia Nueva York el 10 de abril de 1912. Hizo 2 paradas antes de dirigirse a su fatal destino, en Cherbourg (Francia) y en Queenstown al día siguiente (suroeste de Irlanda). Finalmente se dirigía hacia Nueva York, pero nunca más llegó a tierra.

La noche del 14 de abril de 1912, el vigía del barco avistó un gran objeto oscuro en el rumbo del barco y enseguida se dio cuenta que era un iceberg. Uno de los que se estaban viendo desde hacía horas y de los que el Titánic tenía constancia. Pero ese año, las corrientes que normalmente llevan los fragmentos de hielo por otra ruta, sufrieron una desviación, lo que provocó la serie de acontecimientos y casualidades que llevaron este gran bloque de hielo justo en la ruta del gran barco. A pesar de los esfuerzos de los oficiales al mando esa noche, y de hacer maniobras de evasión para esquivar el iceberg, nada pudo evitar la colisión y exactamente a las 23:40 de la noche se produjo la herida mortal del navío.

Lo que en el primer momento pareció solo un roce, del cual algunos pasajeros no se dieron ni cuenta, se convirtió en una brecha de 75 metros de longitud en estribor. El diseñador del navío Thomas Andrews, invitado en ese viaje inaugural, supo inmediatamente que el Titánic se estaba hundiendo precisamente debido a que 5 de los 16 compartimentos preparados para acumular agua en caso de necesidad, estaban completamente inundados.

El Capitán Smith, sabiendo que su barco no tenía salvación, ordenó que pasajeros y tripulación abandonasen el barco ante el inminente final. Pero no había suficientes botes salvavidas pues la regulación Inglesa “sugería” que los navíos llevasen 16 botes por cada 10.000 toneladas, pero no obligaba. El Titánic superaba las 50.000 toneladas pero por motivos estéticos se suprimieron muchos de los botes que sugerían las autoridades. Solo se pusieron 20 botes de tres tipos con los que como máximo se habrían salvado 1000 personas.

Mientras que se hundía el barco por el peso del agua que estaba llenando todos los compartimentos. Se lanzaban bengalas al cielo en busca de ayuda de cualquier barco que pasara cerca, y se emitían mensajes de socorro por radio.

El barco que más cerca se encontraba del Titánic era el Carpathia, que recibió el aviso una hora antes del hundimiento y se dirigió a todo gas al lugar del desastre.

El agua empezó a invadir todos los compartimentos y las cubiertas del Titánic y de esta manera en menos de 3 horas el barco acabó en el fondo del mar, llevándose consigo a más de 1500 personas que no pudieron salvarse.

2 horas y 40 minutos después de impactar con un iceberg, a las 2:20 del lunes 15 d abril de 1912, el Titánic se hundió llevándose la vida de unas 1500 personas, cada una de ellas con su propia historia personal y su drama. Tal vez una de las historias más comentadas, quien sabe si leyenda, es la de la orquesta del barco que no dejó de tocar en ningún momento hasta su último aliento.

Lo sucedido con el Titánic, el hundimiento y su posterior juicio, demostraron algo evidente: el hombre, en su afán por superar y domesticar a las fuerzas de la naturaleza, olvida que en realidad es perecedero. La soberbia y el orgullo de aquellos que construyeron la gran máquina de hierro no les dejó ver las posibles carencias del gran navío. La falta de botes salvavidas, los instintos casi animales en los momentos críticos del hundimiento, los pocos escrúpulos de algunos de los que sobrevivieron y el trato que recibían los pasajeros de 3ª clase que en su mayoría eran emigrantes que buscaban una nueva oportunidad para trabajar y vivir contrastaban con la opulencia del gran navío y las expectativas que se pusieron en ese barco.

El Titánic pasó en pocas horas de ser el símbolo del triunfo del hombre sobre la máquina a ser la mayor tragedia de esos tiempos. Pero aun ahora se recuerda ese naufragio como algo legendario. En realidad durante muchas décadas sus restos eran un verdadero misterio hasta que finalmente el 1 de septiembre de 1985 se descubrieron sus restos en una expedición a cargo del Dr. Robert D. Ballard. En ese momento se descubrió no solo que los restos estaban en bastante mal estado sino que el buque se había partido durante el hundimiento. Hasta ese momento se creía que el barco se precipitó al mar de una pieza pues muchos testigos así lo habían explicado, pero poco a poco se ha descubierto que estos testimonios en su mayoría eran de personas relacionadas con la compañía y presentar un buque integro daba en esa época una sensación de mayor solidez del barco. Pero gracias al descubrimiento de los restos hoy podemos saber que en la construcción del Titánic se escatimaron recursos y puede que esa sea una de las causas del hundimiento.

En la actualidad el director de cine James Cameron (que filmó la película Titánic en 1997) es uno de los pocos afortunados que ha conseguido bajar hasta las profundidades del mar y ver los restos hundidos en directo. Para rodar la película usó esas imágenes y en los últimos años se ha dedicado a hacer inmersiones para investigar más sobre el hundimiento.

Ahora los restos del Titánic han pasado a estar bajo la protección de la UNESCO como objetos del patrimonio cultural subacuático de modo que los “cazatesoros” se mantendrán a raya. Pero con el paso del tiempo estos restos se van a  deteriorar demasiado y probablemente no llegaremos a celebrar su 200 aniversario. De momento los espíritus de la gran nave siguen hundidos en las frías y oscuras aguas del atlántico.

 

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