Mucha gente se sorprende de que la provincia de Albacete, asociada por lo general a las llanuras manchegas, pueda albergar paisajes tan espectaculares como las sierras de Alcaraz y de Segura. En medio de este enclave natural de gran belleza se encuentran las hoces que encajonan el curso del río Mundo.
El mismo nacimiento del río es ya de por sí algo digno de verse. Muy cerca de Riópar se encuentra el Calar del Mundo, enorme meseta de roca calcárea que hace las veces de colector de las aguas de lluvia que, filtrándose lentamente por la roca, dan origen al río. En uno de los extremos del Calar y a cien metros de altura, en mitad de una enorme pared de piedra, se abre la Cueva de los Chorros, que atraviesa el Calar. Su longitud total es indeterminable, aunque en la actualidad se llevan explorados cuarenta y dos kilómetros de cueva. Por su interior corre el río Mundo, que nace en la misma boca de la cueva cayendo en cascada desde semejante altura. Todo un espectáculo.
Desde aquí el Mundo comienza su espectacular recorrido encajonado entre farallones de gran altura que alcanzan su máxima belleza en localidades como Ayna y Liétor, asentadas en el borde mismo de los riscos, a fin de evitar las crecidas y aprovechar al máximo la estrecha franja de tierra cultivable. La vista de Ayna desde el Mirador del Diablo es realmente sobrecogedora. Aquí el río adquiere una gran belleza al cruzar la profunda garganta abierta en la roca. Poco a poco el cauce va cogiendo fuerza con el aporte de numerosos riachuelos y arroyos secundarios, mientras en las laderas la herencia cultural de los árabes se deja notar en las numerosas atalayas que custodian el paso del río y en las terrazas de cultivo, construidas sobre las empinadas cuestas y cubiertas de olivos. Los molinos, las huertas, las acequias y los batanes son elementos perfectamente integrados en el paisaje que evidencian la presencia humana en toda la zona. Las cortijadas, típicas de este paisaje, están casi todas abandonadas, aunque algunas, como el Corral de Ramas, han sido acondicionadas como albergues destinados a la creciente demanda del turismo rural.
La comarca ofrece atractivos para toda clase de turistas, ya sean amantes de la Naturaleza que sólo buscan la tranquilidad del paseo y el placer de los espacios abiertos, o para los activos aventureros que disfrutan del entorno de forma deportiva. En medio de esta vorágine natural, la escalada, la espeleología, el senderismo o el descenso de cañones tienen en esta región numerosas posibilidades, aunque en este sentido la oferta turística sigue estando poco desarrollada. La empresa Ciencia y Aventura de Riópar ofrece todo un programa de actividades, muy bien organizado, para los amantes de las emociones fuertes. El Hotel Felipe II de Ayna también oferta algunas excursiones y actividades organizadas.
Los que gustan de la historia y de la cultura también tienen una importante cita. La Cueva del Niño en Ayna es un destacado enclave paleolítico, con pinturas rupestres de estilo levantino, que puede visitarse concertando previamente con el Ayuntamiento de la localidad para acceder a las llaves de la reja que cierra la entrada a la cueva. En Liétor puede visitarse uno de los monumentos más bellos que existen del arte pictórico popular. Se trata de la Ermita de Belén, construida en el siglo XVI, y cuyas paredes se encuentran totalmente policromadas con frescos realizados por algún monje anónimo del siglo XVIII que las cubrió de arriba abajo con motivos religiosos de conmovedora inocencia. Su perfecto estado de conservación es admirable. El pequeño museo arqueológico de la Iglesia de Santiago y los cuerpos momificados de las monjas del convento de carmelitas son algunos de los atractivos añadidos a esta pequeña localidad cuyo origen medieval se intuye fácilmente en sus calles estrechas y tortuosas. La artesanía no destaca especialmente, aunque hay algo de cerámica y se pueden degustar bollos y pastelería casera y una miel excelente, muy aromática.
Alcaraz tiene un hermoso conjunto de monumentales edificios entre los que sobresalen las torres gemelas de su Plaza Mayor. Elche de la Sierra es uno de los pueblos más desarrollados, aunque destacan poco sus monumentos, entre los que cabe mencionar la colegiata neoclásica de Santa Quiteria. Letur y Yeste han sabido poner en marcha un turismo rural muy desarrollado con numerosos alojamientos. Finalmente Nerpio, en el corazón de las sierras, está rodeado por más de sesenta cuevas con pinturas prehistóricas. Todos ellos son pueblos cercanos y pintorescos donde completar un fin de semana dedicado a las bellezas desconocidas de la provincia de Albacete.