Entrevistas — 6 de junio de 2007 at 18:54

Joaquín Araújo: «La sostenibilidad consiste en no esperar a nadie, no generar deudas y dar siempre las gracias»

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Joaquín Araújo es uno de esos pocos afortunados a los que no esclaviza ni la política ni el reloj. Vive la mayor parte del año en su finca de Extremadura, donde cultiva, riega, ordeña, escribe y se apasiona en la contemplación de la Naturaleza. Lleva más de 30 años de militancia activa en las filas de la ecología, 50 libros y 2.000 artículos a sus espaldas lo que, junto al hecho de haber sido (y seguir siendo) la cara y la voz del medioambiente en televisión, le convierten en una de las personas (que no personaje), más representativas de acción sostenible y pro sostenibilidad y, a pesar de que se ha visto “tentado” por algunos grupos políticos, incluso para ser candidato a la presidencia, siempre lo ha rechazado porque “es una factura muy grande la que pasa”. Aunque Araújo reconoce que la ecología activa es uno de los medios de contradicción más grandes del mundo, defiende como nadie que a nivel individual se puede hacer “casi todo”.

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Joaquín Araújo en un momento de la entrevista con nuestra corresponsal Fátima Gordillo

DESARROLLO INSOSTENIBLE

“La sostenibilidad, realmente, si se lleva con generosidad y rigor, no sólo no está en contra del desarrollo, sino que lo asegura, porque una cosa es el crecimiento económico y otra, acabar con los recursos”, explica Araújo, y es que, a pesar de la reciente aprobación de la ley de suelo, que pretende acabar, entre otras cosas, con la invasión del ladrillo en zonas protegidas, “la picaresca es mortal de necesidad en este país”, y antes de que la ley entre en vigor en julio de este año, ya se ha aprobado la construcción de entre 6 y 7 millones de nuevas viviendas “para cubrirse las espaldas y tener reservado el derecho a poder seguir destrozándolo todo”.
Los excesos en el desarrollo urbanístico en nuestro país van acompañados también de excesos en el uso de los recursos. El escritor ironiza sobre ésto y señala que “va a ser preceptivo constitucionalmente jugar al golf en España” para darle uso a los más de 300 campos que ya hay construidos, gastando tanta agua como un municipio de 20.000 habitantes y que, en el 80% de los casos, es potable. “Llamar desarrollo a lo que tiene un enorme perjuicio ambiental, es un eufemismo muy bien llevado”, afirma.
Otro de los puntos de esta fórmula del desarrollo es el uso de recursos ajenos. Las matemáticas no fallan: España usa el triple de los recursos que le corresponden, “a algún lado habremos ido a por ellos. La sociedad del bienestar se construye a costa de otras sociedades que no llegan al bienestar”, apunta Araújo. Para el escritor, “la incompatibilidad es clara, y la sociedad industrial no puede seguir en ese estilo de vida. No hay recursos para seguir en esa línea, y menos desde que hay cambio climático”.
El exceso no deja de ser sólo eso, exceso. Y además, exceso de unos pocos que no saben “hasta qué punto se puede vivir con muchísimo menos, de hecho, se puede vivir muy bien con ¼ del nivel de vida que llevamos en nuestra sociedad”.

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EL INTERÉS DE LA ECOLOGÍA
A pesar de que cada vez es mayor la inclinación social hacia el medioambiente, en la realidad, no pasa del 5% el porcentaje de personas que se interesan por éste. En las empresas hay un nuevo posicionamiento. A través de su política de responsabilidad social corporativa, muchas de ellas inician y/o apoyan proyectos de desarrollo sostenible. Casi no ha habido, en las últimas campañas electorales, programas que no incluyeran también, en algún punto, la palabra “sostenibilidad”, ni medio de comunicación que no haya dedicado varias de sus páginas al tema.
Araújo se muestra rotundo al afirmar que “si fuésemos consecuentes con el preámbulo del Tratado por la Conservación de la Diversidad Biológica, firmado por gran cantidad de países, habría que volver a escribir todas las constituciones del planeta”. Pero cualquier tipo de argumento a favor o en contra de la sostenibilidad se queda corto ante la siguiente obviedad: “El medioambiente es un legado que hay que dejar en herencia. No se puede liquidar algo que tienes que dejar en herencia, y para que la vida sea sostenible hay que no aplazar deudas. Nuestra forma de estar en el mundo no puede seguir así, hacen falta nuevos procesos de consumo y una nueva sociedad”. El escritor apunta que, en ese sentido, España tiene el récord mundial de la insostenibilidad, por ser la sociedad más endeudada del planeta.
Sin embargo, Araújo no puede considerarse, en modo alguno, un radical de la ecología. Aunque considera que el fondo que enmarca la responsabilidad social corporativa de las empresas es hipócrita, sólo una estrategia de imagen, hay que aprovechar el tirón que dan, porque “son valores del pensamiento ecológico que, de esta manera, están acercando a los ciudadanos, y mejor que hagan eso a que no hagan nada en absoluto. La sostenibilidad no es algo para poner en un anuncio publicitario. Es cierto que hay medidas de empresas que procuran tener menos impacto ambiental, pero lo realmente insostenible es el sistema”.

RENUNCIAR PARA GANAR

La línea de negocio que se ha impuesto parte de la fijación unilateral de los precios de las materias primas por parte del comprador, pero no del vendedor, según explica Araújo. “En ese sentido, la responsabilidad social corporativa está bien, pero empecemos a devolver lo que nos ha enriquecido. Esta es una sociedad en la que lo que se incentiva es ganar cada vez más. Es nuestro estilo de vida lo que empobrece el planeta. ¿Seríamos capaces de bajarnos los sueldos para que suban los de quienes viven con un euro al día? ¿A cuánto estamos dispuestos a renunciar en eso?
La definición que hace Araújo de la ecología se aleja de toda concepción puramente racional para conducirnos a una abstracción de lo realmente esencial para el ser humano; se trata de “en lugar de considerar que somos lo que tenemos, hay que considerar que tenemos ya lo que somos”, y apunta que así, “cuando estamos en sintonía con lo que te permite Ser, es otra cosa”. Lo fundamental, desde este punto de vista, se convierte en lo básico, es “la totalidad de la vida”. Sin embargo, el escritor señala que, para el sistema económico que rige el planeta, lo gratuito (como las energías renovables), no tiene ningún valor.
Suele pensarse que la clave del cambio está en la política. Sobre esto Araújo opina que es en la cultura y la educación donde reside todo futuro del medioambiente; sin embargo, al hablar de la educación de los niños, el escritor reconoce que se trata de un tema “complicado”. Como uno de los “síntomas de la crisis de la sociedad” que vivimos, señala el que “los educadores no educan”, y considera que el sistema educativo “no es nada inocente, porque prepara a la gente para ser igual de reduccionista y competitiva, sin nada que permita ver que somos herederos de la vida y tener la posibilidad de disfrutar de la alegría de mirar algo, explorar la realidad y compartir alguna cosa”. Su apuesta es esa y la defiende diciendo que, a pesar de lo difícil que es educar en competencia con la televisión, hay que intentarlo. “Yo no he hecho otra cosa en mi vida que intentar transmitir que hay otras cosas en la vida que merecen la pena”.

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DEL CAMBIO CLIMÁTICO AL CAMBIO SOCIAL

Parece ser que hasta que Blair no dijo que el cambio climático nos iba a costar muchísimo (económicamente hablando), el mundo no comenzó a reaccionar, y es que la naturaleza sigue considerándose un “tema menor” y “una sabiduría de millones de años que no vale para nada”. Araújo, que hace muy poco que regresó del Polo, habló de los dramáticos cambios que se han producido en las grandes masas de hielo durante los últimos años, entre otras cosas que casi no había ni hielo ni osos. “Allí no pasan cosas triviales, las cosas que pasan son importantísimas”. Y una de las cosas que ocurren allí es que el efecto reflector de los rayos del sol sobre la capa de hielo, contribuye, precisamente, a refrigerar el planeta y evitar el calentamiento.
“Sinceramente creo que realmente el cambio será posible. De hecho, ya ha empezado, y va a ser el gran vuelco de la historia de la humanidad, pero porque es imposible aguantar más tiempo. De aquí a menos de 100 años tendremos el doble de habitantes. Llegará un punto en el que se toque fondo, y las únicas posibilidades entonces serán salir a flote o desaparecer. La vía para salir a flote es la ecología, y es la que seguiremos, porque ya estamos tocando fondo”, dice el escritor.
Otra de las preguntas que toca hacerse es: si Europa cambia sus planteamientos industriales y de sostenibilidad, ¿qué pasa con India y China? Araújo apunta que las dos están progresando en el sentido liberal del término. En el caso particular de China, se está abriendo del orden de una central térmica de carbón al mes, basando así su industria en un elemento altamente contaminante, además de duplicar en un año la cantidad de coches en el país, pasando de los 4 millones de 2007 a los 8 que se prevé alcanzar en 2008. “En China se viven tres grandes dramas: el aumento de la contaminación general y del aire en particular, la disminución del agua (en los últimos 14 años el río Amarillo ha dejado de desembocar al mar en 7 ocasiones) y, por último, el aumento de la desertización”, señala el escritor. “Aquí sólo cabe que sean lo suficientemente realistas ante la información disponible como para que no opten sólo por el modelo consumista, aunque por ahora no es así. Están viviendo igual que en la Revolución Industrial, son los amos del mundo por vender cosas baratísimas a costa de un trabajo semigratuito”, explica.

TÚ ERES LA SOSTENIBILIDAD

Araújo opina que es precisamente en el tema del reciclaje donde se ha ido más lejos, “es lo que va mejor con diferencia y bendito sea, porque significa cierto grado de conciencia y de implicación individual”. Sin embargo, considera que no se pueden centrar ahí todas las esperanzas del medioambiente, “La trampa está en que el reciclaje no es la salida, porque no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. Lo mejor sería que no fuera necesario el reciclaje y que hubiera más agricultura ecológica, así contaminaríamos menos”.
A la pregunta de qué es lo que cada uno de nosotros puede hacer por el medioambiente, Joaquín Araújo responde con un categórico “casi todo”. Señala que de los 94 sectores que analiza el Observatorio de la Sostenibilidad, 85 son manifiestamente insostenibles, e insiste en que “la verdadera vuelta del criterio y concepto es a nivel individual. La verdadera sostenibilidad consiste, primero, en no esperar a nadie, ni al vecino, ni al Ayuntamiento, ni al Gobierno, ni al ecologista, sino empezar por uno mismo”. Pero ¿cómo? Caminando cuando se pueda en lugar de coger el coche, apagar las luces y los standby, abrir o cerrar las ventanas cuando toque en lugar de poner enseguida el aire acondicionado, usando el ascensor sólo para subir y, en definitiva, ahorrando energía. “Todas esas elecciones de consumo, toda esas decisiones de uso que podemos tomar cada uno de nosotros, son el mejor instrumento y el que tiene más posibilidades de dar fruto”, apunta.
Araújo denuncia que el leitmotiv del sistema es convencernos de que tú solo no puedes hacer nada, “¿por qué me voy a esforzar por hacer algo si los demás no van a hacerlo?”, pregunta. “Es terrible, la sociedad funciona así, te dicen que solo no puedes, pero es justo lo contrario, uno solo puede hacer maravillas, y doce no digamos”. El escritor manifiesta que la reconversión más importante ahora es cambiar el modelo energético, “ahora hay tecnología, hay electricidad, ¡aprovechémosla para fabricar los sistemas de energía que no contaminan!, precisamente ahora es cuando la reconversión energética es más fácil”.
Joaquín Araújo se despide de nosotros dándonos las que, a su juicio, constituyen las reglas de la sostenibilidad: no esperar a nadie, no generar deudas y dar siempre las gracias.

 

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