¿Cómo un niño llega a saber que es superdotado? ¿En qué es diferente? ¿Qué porcentaje de la población es como él? ¿Qué supone su capacidad en él y en los que viven con él? ¿Cómo se siente?
Lo que distingue a un superdotado del resto de nosotros no es una habilidad excepcional para tocar el piano y recitar números primos a la vez. Eso es casi imposible incluso para ellos, es un mito a desechar. Lo que realmente caracteriza a un niño así es el modo en que maneja las herramientas intelectuales de que el humano está dotado. En su naturaleza está la capacidad de organizar y utilizar la información que recibe de una forma más compleja que la habitual.
Existe una nube de confusión, admiración, magia, incluso reparo en torno a la palabra “superdotado”. Gran cantidad de películas y libros nos han fascinado con los increíbles poderes de personas distintas que pueden hacer maravillas con su mente. Pero, ¿cuánto hay en todo esto de verdad? Entremos en uno de ellos, en su día a día, en su forma de ver las situaciones que le rodean…
Cómo llegar a saber que un niño es superdotado supone un proceso cuya longitud depende, básicamente, de lo atentas que estén las personas de su entorno a las peculiaridades del niño. Resulta curioso, por ejemplo, ver cómo ante un juego escolar que resolver, el niño superdotado es el último que comienza a jugar, ya que dedica antes un tiempo a planificar, a pesar de lo cual termina el primero.
Entre los recuerdos de algunos padres de ese tipo de niños se encuentran frases como: “distinguía todas las partes de la cara y el cuerpo con doce meses”, “tenía un vocabulario de adulto con 24 meses”, “con dos años y medio me preguntó por qué sólo las madres tienen hijos”, “desde los tres años comprende el concepto de infinito, habla de la muerte y de Dios”. Este tipo de observaciones, así como otros factores distintivos que se irán comentando a lo largo del artículo, deben hacernos caer en la posibilidad de que el niño sea evaluado por el gabinete psicopedagógico de su sector o centro educativo.
La explicación a su conducta diferenciada se basa tanto en la cantidad como en la forma de manejar las herramientas intelectuales (memoria, concentración, abstracción espacial, razonamiento lógico, etc.). Al recibir los mismos estímulos del exterior que nos llegan a nosotros, los procesa de un modo distinto, mira la realidad de forma global, como un todo, la analiza, la organiza, y planifica sobre la base de lo trabajado por su mente. Gracias a ello, puede dar soluciones a los problemas reales o teóricos que se le planteen que a nosotros no se nos ocurrirían.
Al contrario de lo que se pueda creer, puede que en cada asignatura de la clase o de la vida, haya resultados más altos que los suyos. El superdotado no es el mejor en un área determinada, sino que será de los más destacados en todos los campos que él quiera esforzarse; en muchos.
Un verdadero superdotado no sólo posee una inteligencia por encima de la media. Basándonos en una de las definiciones factoriales más sencillas (Renzulli, 1977) podemos decir que hay tres factores que definen al superdotado: capacidad, motivación y creatividad.
Hay personas muy válidas en cada uno de estos campos, pero sólo entraría en nuestra definición aquel que tiene un alto nivel de las tres áreas, aquel que se encuentra en la zona de intersección. El 2% de la población mundial pertenece a este grupo de individuos diferenciados, pero son muchos de ellos los que no tienen la estimulación suficiente como para que su capacidad llegue a destacar. Estamos hablando de todos los habitantes de este planeta, los de todas las culturas, niveles económicos y sociales. Muchas de estas mentes se pierden por no ser detectadas o desarrolladas.
Por otra parte, no sólo los factores expuestos por Renzulli distinguen al niño con sobredotación intelectual, también posee una sensibilidad exquisita que en ocasiones le hace sufrir. Intuye con facilidad, sabe por qué hacemos las cosas, nota lo que nos pasa y sufre por los demás.
La sensibilidad es la faceta más desconocida del niño superdotado. Citando a Jean-Marc Louis en “Los niños precoces”, 2004: “Tiene reacciones más fuertes que los otros niños. Reacciona a estímulos que dejan a los demás indiferentes…es perfeccionista, llora con facilidad, le cuesta asumir los errores y el fracaso, acepta mal las burlas y es demasiado amable, obediente, teme herir a los demás”.
Lo que el autor francés nos transmite es una visión de la realidad sensitiva del niño superdotado. Podríamos decir que es más receptivo a lo que ocurre a su alrededor también en el ámbito emocional, detecta sensaciones de su entorno que a otros no nos llegan y que son la base de las reacciones mencionadas por Jean-Marc Louis.
Se dan casos de niños que no soportan ver películas de acción, violencia o guerra, ya que sufren a la par que los demás. Incluso algunos llegan a reflejar en sí mismos sensaciones de nerviosismo o miedo ajeno. Es por ello por lo que sus reacciones nos parecen exageradas, pero en realidad están en proporción a la intensidad con que reciben los estímulos.
Vivir también desde los demás le hace ser una persona cuidadosa con los sentimientos ajenos, intentar no herir, ser amable. Puede llegar a resultar excesivamente atento y responsable.
¿Cómo viven esta situación el niño y su entorno?
Aunque en principio siempre es una buena noticia tener un hijo con una alta capacidad en un campo cualquiera, en este caso la reacción más habitual no es una alegría completa, sino que viene acompañada de cierta preocupación por cuál es la forma adecuada de tratar al niño, si son suficientes los conocimientos que poseen los padres, o si el niño encontrará dificultades añadidas al esfuerzo de crecer. Todas estas preguntas tienen una misma respuesta: el niño superdotado es un niño normal, con un algo más. El papel de los padres consistirá en establecer límites, dar cariño y estima, acercarle a lo que vaya demandando, paso a paso, es lo que haríamos con cualquier hijo y es exactamente lo que ellos precisan de nosotros.
A pesar de lo que nos pueda parecer, no es tan sencillo ser superdotado. Hay dificultades que superar. No sentirte solo ni raro es una de ellas. El niño se nota distinto y no sabe por qué. Puede tener pocos amigos y aburrirse con los temas que corresponden a su edad cronológica. Llega a encontrarse más a gusto con su profesor que con sus compañeros. Se plantea cuestiones poco habituales para su edad, busca explicación a lo que ve a su alrededor, astronomía, biología y ética incluidos. Debemos recordar que esto no es algo que haga a propósito; él es así.
El niño superdotado es altamente activo, no para de moverse, de hablar y preguntar, lo que no debe ser confundido con una hiperactividad con trastorno de la atención. Puede resultar un niño cansino o difícil tanto para profesores como para padres que no comprendan lo que ocurre, y extraño para sus compañeros. Ello hace que pueda desarrollar cierto miedo al rechazo que le lleve a no mostrarse realmente como es. Tanto el éxito académico repetido, como su gran actividad y respeto pueden provocar cierto reparo entre sus iguales y con ello un retraimiento del niño superdotado que tiende a ocultarse en sí mismo. Por otra parte, la incomprensión o falta de interés que puede encontrar en el medio escolar desemboca, en ocasiones, en fracaso académico.
Entre las consecuencias que su mente le provoca se puede encontrar el de no saber a qué profesión dedicarse exactamente. Él obtiene buenos resultados en varias tareas, por lo que debe esforzarse en escuchar su interior y distinguir aquello que le encanta, que le da placer, que se acerca a lo vocacional, a la hora de escoger su profesión. De no ser así, será alguien destacado y que ascienda con rapidez en su trabajo, pero frustrado en su fondo. Esto es algo habitual en el adulto superdotado que acaba abandonando su carrera original y dando un brusco giro a su vida profesional.
Tras haber observado la amplia gama de colores que supone este peculiar don, no podemos olvidar que ser superdotado es algo que “te toca”, que no puedes evitar, que te determina para siempre y que precisa unas condiciones de comprensión y pista libre a una forma de ser algo distinta para que tu inteligencia no sea un lastre personal, sino algo beneficioso para todos.
Es nuestra responsabilidad aceptar al niño superdotado, sin miedo, sin suspicacia, y dotarle de los medios suficientes para que pueda, como cualquiera de nosotros, llegar a disfrutar de sus potenciales y expresarse tal como es, sin abrumar, sin esconderse, sin esperar rechazo por ello, sin mostrar sólo la mitad de lo que sabe o siente, sin límites, “tal como es”.
Si es realmente un ser especial o no, es algo que está vinculado a que muestre todo lo que puede llegar a ser. De él depende ser consciente de sus capacidades e intentar desarrollarlas en lo posible. De nosotros, aceptarlo como es, tomando nuestras diferencias como una ventaja para todos.
Apreciemos todo lo que la Naturaleza nos regala, incluso si lo sitúa dentro de nuestros semejantes.
Bibliografía:
ACEREDA, A. (2000) Niños Superdotados. Madrid. Ediciones Pirámide.
LOUIS, J-M. (2004) L@s niñ@s precoces. Madrid. Narcea S.A. de Ediciones.
BLANCO, M. C. (2001) Guía para la identificación y seguimiento de alumnos superdotados. Bilbao. CISS
PRAXIS Educación.
Tengo 4 ingenierīas y un coeficiente de 140. Nunca he tenido problemas académicos. Estudiar me resultaba tan fåcil, q las ingenierías me las estudiaba viendo la tele, o pidiendo a mi madre q me contara algo mientras me hacía el esquema del tema porque me aburría de lo fácil q era. En más de una ocasión, mis profesores de ingeniería me han preguntado si eso lo había yo visto antes. A lo q respondía q no. Era la primera vez q veía ese concepto. Cuando estudiaba en la universidad daba clase a mis compañeros y cobraba por ello. En la vida tuve más amigos q entonces, por interés, claro. De niña sufrí acoso en la escuela, en la playa, en la calle. A la gente le fastidia q seas más inteligente q ellos y encima tengas una cara bonita y de niña veía a los demás como subnormales, me negaba a relacionarme con idiotas. No me esforzaba por integrarme. Ahora de adulta tengo asumido q el mundo es así y hay q disimular, q no se me note. Al final, todos los defectos q me echaba en cara la gente, q si soy tímida porque no hablo a gritos, o soy demasiado correcta, etc, mi marido alemán vió en mi q no era la típica española ruidosa y exagerada, y eso, según él me dijo, fué lo q le llamó la atención de mi, q parezco alemana. Demasiado rubia, blanca y delicada. No escandalosa ni exagerada. Así q al final encontré mi media naranja, alguien q me comprende, inteligente como yo. Todo es fácil, lógico, sencillo y la gente considerada normal le da miles de vueltas a los mismos temas sin avanzar. Una y otra vez el mismo concepto, como monitos. Todo es relativo. Siento por vosotros q mi don no me haya supuesto problema, sino un gran beneficio. La gente siente tanta envidia q necesita q lo q ellos consideran gran inteligencia sea un gran problema. De bebé a los 7 meses hablaba como una adulta. Se me dan bien las matemáticas, las ciencias, la física. Dibujo, toco el piano… hago miles de cosas y todas bien siendo autodidacta. Un saludo y disculpas por si alguien se ha ofendido. No ha sido mi intención, sólo quería ser sincera.
Marina me alegro que hayas tenido suerte. Yo vivo en Bolivia , tengo 4 hijos superdotados y sufrimos mucho en el colegio y en la sociedad.