La vida urbana nos ha separado de la naturaleza. Con las primeras lluvias las ranas y los sapos aparecían como por arte de magia en las recién formadas lagunas y charcos. Su croar incesante una vez puesto el sol era de las mejoras canciones para conciliar el sueño. Sin embargo, un canto tan hermoso se encuentra a punto de desaparecer.
Actualmente nos enfrentamos a la mayor crisis de extinción global de vida animal desde la de los dinosaurios. Con el fin de concienciar a la población sobre este tema la asociación arca de los anfibios ha lanzado una campaña para que todo el mundo se implique en el mayor reto de conservación ecológica de la historia humana. El lector interesado puede consultar la página web siguiente, donde recibirá la información que desee http://www.amphibianark.org/Spanish/index.htm.
ANFI-BIOS: AGUA Y AIRE
Los anfibios son animales vertebrados que viven en dos medios; el acuático y el terrestre. Tienen la facultad de respirar por la nariz pero también por la piel. Es decir, pueden absorber oxígeno del aire respirando y al mismo tiempo pueden también tomar el oxígeno del agua “respirando” por la piel. Eso los hace un género único en el Reino Animal. Gracias a su versatilidad se pueden adaptar a multitud de entornos acuáticos. Se reproducen por huevos que ponen en el agua. Y en el desarrollo de los huevos desde los renacuajos hasta los individuos adultos podemos ver un resumen de toda la evolución de los seres vivos.
Gracias a su piel los anfibios pueden vivir en el agua, pero un órgano tan versátil los hace más sensibles a la contaminación. De la misma forma que los mineros de antaño bajaban canarios a las minas para que les alertasen de un posible escape de gas nocivo, los anfibios son muy sensibles a la contaminación de los acuíferos, ya que su piel, al ser tan permeable, los hace muy vulnerables, de manera que una de las mejores medidas para saber si un río, una laguna o un marjal está contaminado es estudiar la población de anfibios presentes. Si se encuentra en franca caída es que las aguas están contaminadas.
Además los anfibios son componentes vitales de su ecosistema. Un estudio ecológico de los años setenta determinó que la salamandra de espalda roja (Plethodon cinereus) era el vertebrado más abundante de los bosques del este de los EE.UU. Su biomasa superaba con creces a la de todas las especies de aves y mamíferos. Eso nos indica el papel fundamental que tienen los anfibios en la cadena alimenticia y en el equilibrio ecológico, siendo presa y alimento para depredadores mayores, y grandes consumidores de insectos y pequeños vertebrados. Es interesante constatar el aumento de plagas destructoras de cosechas y de enfermedades humanas allí donde los anfibios están declinando.
Los anfibios sufren la amenaza de los herbicidas: la atrazina. Mediante estudios de laboratorio se ha demostrado que la atrazina, uno de los herbicidas más usuales en la industria agroalimentaria, puede esterilizar permanentemente a los renacuajos. Además daña los sistemas reproductivos de los humanos y los animales. La atrazina es metabolizada fácilmente como estrógeno, una hormona que acentúa los caracteres femeninos. Sería interesante constatar estadísticamente si la disminución de la cantidad y la calidad del esperma humano durante los últimos cincuenta años tienen que ver con el uso industrial de herbicidas. ¿Se estará feminizando la humanidad?
Otros contaminantes organoclorados, como el DDT (ya prohibido, pero todavía presente en la cadena alimenticia), los polivinilcloruros, las dioxinas, etc., también alteran el delicado equilibrio bioquímico en la piel de los anfibios, lo que ocasiona una mayor mortalidad de la población.
El enemigo más peligroso que actualmente tienen los anfibios es el hongo quítrido. Las ranas de uña africana; que son portadoras del hongo e inmunes a él, han sido utilizadas como prueba de fertilidad del embarazo, lo que ha permitido la propagación del hongo a los cinco continentes. El resto de la población anfibia no estaba inmunizada contra el hongo quítrido, lo que ha supuesto una causa creciente de mortandad. Se calcula que el hongo puede matar el 80% de los anfibios una vez instalado en su hábitat acuático. Lo peor de todo esto es que dicho hongo no puede detenerse ni tratarse en medio silvestre.
Todas estas amenazas han supuesto que de las seis mil especies conocidas de anfibios, la mitad estén amenazadas y unas quinientas podrían extinguirse en los próximos cincuenta años si no se crean acuíferos artificiales en zoológicos para salvarlas. Asimismo se calcula que desde 1980 se han extinguido unas 122 especies, aunque los cálculos no son concluyentes y se están revisando al alza.
Posiblemente el lector haya comprendido por qué era necesario lanzar una campaña de concienciación sobre este tema. En la página web citada anteriormente y en http://www.yearofthefrog.org/ se pueden encontrar soluciones. Uno de los objetivos de la campaña era conseguir la implicación de WAZA (http://www.waza.org) organización que agrupa a todos los zoológicos y acuarios mundiales. Si cada uno de los zoológicos y acuarios del mundo se dedicasen a salvar una de las especies de anfibios el objetivo de salvación de las especies estaría conseguido. Pero eso sería lo mismo que extinguirlas en vida. Serían fósiles vivos sólo presentes en cautividad. Para que los anfibios recuperaran la posición en el ecosistema que les pertenece es necesaria una conciencia global. A pesar de todos los movimientos ecologistas seguimos pensando que la naturaleza está a nuestro servicio porque el hombre es el rey de la creación. Esta visión antropocentrista del mundo y de la vida es lo que debemos superar.
Esa conciencia global y ecológica era patrimonio de las antiguas culturas y civilizaciones. En el antiguo Egipto la rana estaba divinizada bajo la forma de una diosa femenina con cabeza de rana, llamada Heqit. La rana es la que trae las lluvias y también es un símbolo de fertilidad; la citada diosa tenía el potencial de las aguas fértiles que simbolizan el nacimiento y la fertilidad, y la rana verde, que habitaba en la región del Nilo, era venerada como portadora de vida nueva y de fructificación. La rana también es un animal totémico de los indios norteamericanos, para quienes simboliza el elemento agua, un poderoso purificador. Todavía hoy, los Zhuang, una etnia china que vive en el curso medio del río Hongshui, celebran cada año un curioso festival en honor del dios rana, al que piden prosperidad para la aldea, y, sobre todo, buenas cosechas.
Debemos recuperar la humildad, entender de una vez por todas que la Tierra es la casa de todos los seres vivos y que un ataque contra ella como el que estamos realizando es un ataque directo contra la humanidad, contra la sociedad y contra nosotros mismos.