Hace ya días que estamos sufriendo los destapes de corrupciones en la política mallorquina, y además de los hechos en sí, es tan triste escuchar: ¡todos los políticos son iguales!, ¡ la corrupción existe y existirá!
Quiero aportar una pequeña reflexión sacada de un artículo de Oscar Diego Bautista publicado en la Revista de las Cortes Generales: «Fundamentos éticos para un buen gobierno».
La teoría política señala que hay tres cualidades que deben poseer los que han de desempeñar un gobierno: la primera es la lealtad para la constitución establecida, estar comprometido con su Estado; la segunda es tener capacidad para las responsabilidades del cargo, y gobernar dando resolución a las demandas ciudadanas, ser inteligente y activo. Y la tercera, poseer virtud y justicia, la más difícil, pues requiere no sólo conocimiento sino voluntad y paciencia.
Me pregunto: ¿sería posible que aquellos que se dedican a la política pasaran estos exámenes, o que los ciudadanos se lo exijamos, o que ellos mismos decidan formarse para alcanzarlos?
En las antiguas culturas mexicanas para elegir al gobernante, primero congregaban a un número de jueces formado por hombres sabios, ancianos notables, quienes deliberaban y tomaban en cuenta lo siguiente: ser virtuoso, ser respetado, no amar con exceso la vida, no dejarse adular, corromper ni sobornar, ser restaurador e impulsor de las tradiciones, tener pleno uso de sus facultades, prudente, valiente, de buen hablar, de buen oír, que supiera estimar a la gente. Pero además existían ceremonias destinadas a recordarle los deberes hacia su pueblo: «Se conducía al futuro rey a una parte del templo. Se sentaba de día en el desnudo suelo, por la noche iba al sagrario a horas fijas para quemar incienso, los cuatro primeros días no dormía más que unas horas, cerca de él había unos guardias que si se adormecía le punzaban las piernas con espinas de maguey, dirigiéndoles estas palabras: ¡Despiértate, tú no debes dormir, sino vigilar y cuidar, no subes al trono para descansar, tus ojos deben estar abiertos para velar al pueblo!» De esta manera el elegido era un hombre de cualidades éticas, querido, admirado y respetado.
Puede parecer utópico, pero quiero recordar también unas palabras de Vclav Havel, expresidente de la República Checa: «la política es un sector de actividades humanas que plantea mayores exigencias al sentimiento moral, al sentido de la medida y de la humildad, a la capacidad de entender el alma de los otros, es una dedicación para personas que no se dejan engañar(…). Todos los que afirman que la política es un asunto sucio mienten, es un asunto que requiere personas especialmente puras porque resulta muy fácil caer en la trampa.»
Cualquier político debería preguntarse y respondernos con palabras, y sobre todo con actos, a las siguientes preguntas: ¿Qué clase de vida quiero para mi comunidad? ¿Qué hago por el bien de ésta? Todo Estado debe contar con políticos. La diferencia entre los que lo hacen bien y los que no, radica en que los primeros son personas que poseen conciencia, libertad, decisión, carácter, autoridad; es decir, principios y valores.