Ciencia — 9 de febrero de 2010 at 14:05

Miguel Servet

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Miguel Servet es una de las personalidades más extraordinarias del Renacimiento. No sólo por su asombrosa erudición: a los 17 años ya dominaba cuatro lenguas, a los 20 se había leído una treintena de escritos teológicos, entre los 23 y 25 había asimilado por lo menos 29 obras de Galeno y ediciones de Geografía clásica, además  fue un profundo conocedor del Hermetismo, Orfismo, Neoplatonismo y Mazdeísmo ; pero también y más todavía por su actitud de abierta disponibilidad mental, desprovista de todo dogmatismo, al estudio acendrado de la cuestión a base de asimilar todo lo escrito sobre cada tema; comprobarlo o ponerlo en duda por la observación, afianzarlo o rechazarlo por el raciocinio. Defendía que la investigación debía estar basada en: Filología, Filosofía y Ciencia. «La primera para identificar el auténtico significado textual de la tradición más pura; la Filosofía y el raciocinio para relacionar el contenido conceptual de los datos con otras expresiones paralelas de conocimiento, y la Ciencia para verificar sobre base actual ciertos datos reales y sus correlatos filosóficos».

Ejemplo supremo de su visión acerca del motivo real de la preocupación científica es su maestra descripción de la circulación pulmonar. Ese descubrimiento «médico» fue descrito en un texto muy complejo de Teología llamado Christianismi Restitutio, donde la importancia del descubrimiento anatómico y fisiológico sirve sólo para comprobar sus «intuiciones teológicas».

Para sus contemporáneos y para la mayoría de sus estudiosos de hoy, 450 años después, esto parece insólito e incluso se le acusa de «bibliolatría». Sin embargo, el hecho de señalar el aparato cardiopulmonar como centro de recepción de la vida que está en el aire y su distribución en el cuerpo por la sangre hace que su «descubrimiento» pase de solamente científico a trascendental.

En este estudio se mostrará un poco del Servet hermético y quizá podrá traer respuestas a los que se preguntan por qué un descubrimiento de tal envergadura fuera expuesto en un texto de Teología en vez de en un texto «científico» de Medicina.

QUIÉN FUE MIGUEL SERVET

Miguel Serveto Conesa nació probablemente el 29 de septiembre de 1511 en Villanueva de Sijena, lugar de Aragón. Su padre, Anthon Serveto fue notario real por 30 años en Sijena y su madre, Catalina Conesa, era de origen oscense. Como vivió muchos años en Francia, su apellido pasó a ser Servet, y así nos referiremos a él en este trabajo.

Cursó sus primeros estudios en su ciudad natal, cuidando su padre de su educación. Fue educado en el denominado trilinguis homo, estudio del latín, griego y hebreo. Estudió en Zaragoza o Lérida y luego en Barcelona.

A los 17 años fue a estudiar Derecho en la universidad de Toulouse, en Francia. Allí, convivió con estudiantes franceses, alemanes y españoles. La mayoría de los estudiantes no estaba en acuerdo con la burguesía de entonces, motivo de muchas persecuciones y gritos de «muerte a los estudiantes». En 1532 aparece un decreto de captura de 40 fugitivos encabezados por Servet, el cual huyó entonces a Bolonia. Sin embargo, continuó defendiendo sus opiniones allí, tachando al Papa de «anticristo» y proclamando la necesidad de reforma del cristianismo. Fue a Basilea y más tarde a Estraburgo.

En sus obras manifestará después sus opiniones acerca de la Trinidad, dice que Cristo podría ser Dios sin  dejar de ser hombre, visto que no hay antagonismo entre la divinidad y la humanidad. Idea ésta rechazada por las iglesias católica y protestante.

Así, el 17 de junio de 1532 empieza la búsqueda de Servet. Para huir de la persecución española, suiza y alemana, se establece en París. En esta época tuvo muchos maestros expertos en Medicina, Astrología, Teología y Alquimia. Entre ellos Cornellius Agrippa, Champier, González de Toledo y Sylvios.

Los serventistas consideran las fuentes de inspiración de Servet según la clasificación: filológicas, bíblicas, patrísticas, científicas, hebreas, filosóficas, esotéricas y herméticas:

l        Filológicas: conocía perfectamente el latín, griego y el hebreo, apreciando los textos originales, teniendo así una visión más amplia y genuina de los conocimientos.

l        Bíblicas: utiliza citas del Antiguo y del Nuevo Testamento, relacionándolas con los hechos fisiológicos.

l        Patrísticas: Agustín, Tertuliano, Clemente e Ignacio de Antioquía son citados con frecuencia. El primero rechazando y a veces ridiculizado en su defensa ortodoxa de la Trinidad. Los últimos son citados favorablemente.

l        Científicas: Hay que considerar las fuentes científicas de su época, principalmente la Astronomía y Astrología y el galenismo.

l        Hebreas: Por el modo de utilizar las palabras hebreas, Servet debía conocer las  técnicas fundamentales de la Cábala

l        Filosóficas: Muestra un gran conocimiento filosófico y defiende una unificación de todas las verdades aunque procedan de varios campos del saber.

l        Herméticas: Servet utiliza frases textuales del Corpus Hermeticum, fundamentalmente para resaltar la figura de Dios como principio y fin de todas las cosas.

l        Esotéricas: Habla de la similitud entre el conocimiento de los primeros cristianos y el hermetismo, orfismo, oráculos sibilinos y caldeos, textos de  Zoroastro, versos pitagóricos y platonismo.

En sus textos, se muestra como un gran admirador de los egipcios y babilonios, y un gran conocedor de Platón, Aristóteles, Plotino, Galeno y Paracelso, defendiendo que estos recibieron de los primeros «muchos informes dignos de fe sobre cada estrella».

Los historiadores tienen dudas si Servet acabó sus estudios de Medicina. Algunos defienden que cambió su nombre a Michel Navarrus para huir de las persecuciones, y así fue licenciado en Medicina. Antes, ya había cambiado su nombre a Michaelle Villanovano.

Servet es considerado teólogo heterodoxo, incluso panteísta, visto que recurre a muchos textos que las iglesias católica y protestante desaprobaban. Defendía que Dios está en todo lo que es material, incluso en nosotros; el bautismo en el adulto, cuando sucedía su «divinización», y rechazaba la Santísima Trinidad como la conocemos. Fue perseguido por las iglesias católica y protestante, sin embargo, fue la última, en la figura de Calvino, la más implacable.

Servet y Calvino se encontraron por primera vez en París entre 1533 y 1534. En 1546, Servet manda un manuscrito a Calvino con una discusión teológica acerca de «Institución del Cristianismo», publicada por éste en 1536. En 1553 publica «Restitución del Cristianismo» quizá como respuesta a la «Institución» por parte del protestante. Esta es considerada su obra más importante y extensa. Resume su pensamiento teológico, filosófico, médico, astrológico y hermético y es donde está expuesto su descubrimiento de la circulación menor o pulmonar. No describe la circulación mayor pero en su texto da pistas de que la conocía bien. En realidad quien primero verificó la circulación menor fue Ibn an-Nafis, médico hipocrático, en 1245. Sin embargo su manuscrito sólo fue encontrado en 1924, lo que hizo que Servet pasase a la Historia como su descubridor.

Servet se opone al pesimismo de Calvino en relación al hombre y a su negación de todo poder humano. Dijo a Calvino: » Tú crees que no tienes inserto en tu naturaleza soplo alguno de deidad, como si Dios no te soplase en tus narices con su aliento».

Servet fue sentenciado por la corte eclesiástica de Viena del Delfinado el 17 de junio de 1553 por dos crímenes de herejía: antitrinitarismo y rechazo al bautismo infantil, y quemado en Ginebra el 27 de octubre de 1553, al mediodía, víctima de la persecución de Calvino. Así, fue quemado por los católicos y por los protestantes.

EL SERVET HERMÉTICO

La idea de Servet de que el espíritu vital debería entrar en el organismo por los pulmones es visto por la mayoría de sus estudiosos como una influencia puramente bíblica. Sin embargo, en su Christianismi Restitutio vemos más de 30 referencias a textos herméticos y muchos pasajes que muestran clara influencia de estos. Servet poseía conocimientos profundos de las tradiciones egipcias, en especial de sus doctrinas acerca del alma y astrológica.

El Corpus Hermeticum parece que  llegó al conocimiento de los europeos en 1460, cuando un monje lo trajo de Macedonia junto con las obras completas de Platón por encargo de Cosme de Médicis. Este mandó traducirlo inmediatamente al latín, acabándose este trabajo en 1471. Fue descrito como un texto complejo de magia, alquimia y astrología, y dividido en hermetismo ocultista y teórico, aunque el mágico no estaba disociado del racional. Servet podía manejar mejor estos textos que la mayoría de los estudiosos actuales visto que dominaba las lenguas clásicas.

Según Renau, todos los humanistas desde Ficino hasta Giordano Bruno, pasando por Servet, encontraron en Hermes la legitimidad necesaria para su reforma de la cultura, convirtiéndolo en el más antiguo profeta de la humanidad, el que reveló el verdadero conocimiento a Moises, a Orfeo, y, a través de éste a Platón.

Esta pequeña «Edad de Oro» acabó en 1614 cuando Isaac Casaubon sitúa los textos herméticos en la era postcristiana y los atribuye a autores cristianos.

Aquí serán expuestas algunas doctrinas herméticas que posiblemente influenciaran a Servet, en particular a «Restitución del Cristianismo», motivo de esta monografía. Sin embargo, no es presunción de ésta interpretar los textos herméticos. Así, seguramente, la manera resumida que será expuesta aquí contendrá muchos fallos consecuentes en parte a la tentativa de resumir ése conocimiento y en parte a la visión limitada que tenemos de esta compleja obra. A los que le interesaren es recomendable la lectura del original o de la tesis doctoral del Dr. Francisco Verdú, que consiguió captar con maestría este tema,  para una analogía quizá más verosímil.

De Hermes Trimegisto a Tat: El pensamiento común:

El pensamiento común, Tat, desciende de la sustancia misma de Dios… De todos modos, el pensamiento no se origina por división de la sustancialidad divina, sino que se despliega desde ella como la luz desde el Sol. Este pensamiento es, en los hombres, Dios; por eso algunos de ellos son dioses y su humanidad está próxima a la divinidad» (Corpus Hermeticum XII, 1)

«Así pues, el pensamiento muestra su luz a cuantas almas tiene a su cuidado, operando en contra de sus preferencias» (Corpus Hermeticum XII, 3)

«El Sol es el aprisionador y conservador de todo género de cosas, y del mismo modo que el Cosmos inteligible, envolviendo al Cosmos sensible, lo llena dándole volumen con las formas diversas y de todo tipo, así el Sol, envolviendo todas las cosas en el Cosmos, da volumen a las generaciones de todos los seres y los fortifica, acogiéndolos cuando mueren y se corrompen» (Corpus Hermeticum XVI, 12)

«El Dios denominado Supremo, perceptible sólo para la inteligencia, es el guía y gobernante del dios sensible, que envuelve en su interior todo lugar, toda la sustancia de las cosas, toda la materia de lo que nace y se reproduce, todo, en suma, cualquiera que sea, su cualidad y dimensión.

En el orden jerárquico, Dios está en el vértice, el Sol es el artesano mediante el cual Dios crea todas las cosas, creándose a sí mismo eternamente. Si las cosas son parte de Dios, Dios es todas las cosas.»

«A través del aliento vital son puestas en movimiento y dirigidas todas las especies del Cosmos según la naturaleza que Dios asignó a cada una. La materia es el receptáculo de todos los seres, de sus cambios y de su multiplicidad. Todo está gobernado por Dios que asigna a cada ser lo que necesita y lo llena con el aliento vital, insuflado de acuerdo con la naturaleza de cada uno». (Asclepio; 17, 1-5)

La parte inteligible, entra en el hombre al nacer, «el alma se desliza en el aliento, vivificando» (Asclepio, 16).

Sin embargo, el intelectivo alcanza el cuerpo conforme la armonía con base al astro dominante en la combinación astral. Hay tres tipos de armonías: conforme al caliente, al frío y al término medio.

«Por lo tanto, la naturaleza asimila la armonía del cuerpo a la combinación astral y unifica esta mezcolanza de elementos de acuerdo con la armonía de los astros, de modo que se genera una simpatía entre unos y otros; pues el fin de la armonía de los astros no es otro si no engendrar la simpatía conforme al destino que les es propio.» (Extractos de Estobeo 20; 5-7).

La idea del aliento vital presente en el aire y de su localización en el corazón procede de la tradición egipcia. En el texto titulado: La teología menfita de la creación, el dios Ptah concibe los elementos del universo con su Espíritu y les da ser por la palabra imperativa. Para los egipcios había dos aspectos del corazón: uno físico (haty) y otro espiritual (ib). La sangre circulaba por los conductos (met). El corazón haty conduce la sangre por los conductos met por las corrientes dinámicas, transmitiendo el pensamiento elaborado en lo más profundo del ib y lo realiza en palabras articuladas. El corazón ib parece corresponderse con el vacío del ventrículo izquierdo.

Los egipcios vinculaban el aliento vital al Sol. Dibujaban  el Sol del cual surgían rayos que, en las puntas, se cambiaban a manos. Son las manos modeladoras de la materia. De las manos que se dirigen a las narices surgen Ankh (cruz ansada), que representaban el aliento vital.

La cruz ansada tiene también la traducción de horóscopo.  Así, el momento de la primera respiración, cuando el ser empieza a vivir de manera independiente es cuando el aliento vital se difunde en la sangre, en este momento, el alma entrante es imagen de las posiciones de los astros en la eclíptica.

En Poimandres se habla de cómo los cuatro elementos (fuego, aire, agua y tierra) se mueven «obedientes» a la palabra insuflada, que es la manifestación del pensamiento del Poder Supremo.

En el hermetismo, hay dos realidades que se armonizan: La combinación de los 4 elementos (fuego, aire, agua y tierra) en el feto, que darán lugar a las cualidades (caliente, seco, húmedo y frío) y la configuración o aspectos de los planetas en la eclíptica en el momento del nacimiento.

Estas realidades no sólo influenciaron a Servet, sino que fueron la base de gran parte del conocimiento médico occidental, desde las teorías de los humores de Hipócrates hasta la medicina renacentista de Galeno.

LA MEDICINA DEL RENACIMIENTO

Para comprender la mentalidad de Servet es necesaria una pequeña explicación acerca del conocimiento médico-científico de la época.

En el Renacimiento predominaban las ideas de Galeno. Para los galenistas, incluido Servet, el cuerpo humano, como el de los animales y los cuerpos celestes, consta de una variable combinación de cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), imbuidos de una variable de cuatro cualidades (sequedad, humedad, calor y frío). Su equilibrio (krásis) es salud, temperamento; su desequilibrio, intemperancia (dyskrasía), es la enfermedad.

Pero la vida del organismo y su normal regulación dependen, además, de otra cuádruple estructura: partes sólidas, partes cárneas, sistema de los cuatro humores y tres «espíritus» animadores. Las partes no pueden ejercer sus actividades específicas sin ser animadas por un principio exterior, que Galeno llamó pneuma, es decir, «aire, viento, soplo, hálito» y que los latinos tradujeron como «ánima, alma». Servet utiliza el término espíritu, lo que ha llevado a una desastrosa confusión.

En este trabajo vamos a atenernos sólo a los «espíritus» animadores, ya que toda una explicación sobre la formación del hombre según Galeno sería muy larga y no entra dentro del objeto de dicho trabajo. Decían que hay en el hombre tres espíritus formados de la sustancia de los tres elementos superiores: el natural, el vital y el animal, relacionados con la agua, el aire y el fuego, respectivamente. Lo que será aclarado más adelante.

Para Galeno, el corazón tiene un papel sin mucha importancia, siendo apenas el órgano que impulsa la sangre que viene del hígado, órgano más importante de la anatomía y fisiología galénica. Éste decía que la sangre venosa pasaba al ventrículo izquierdo, donde iba ser aireada, por poros invisibles, situados en el tabique interventricular. Aunque Servet era un profundo conocedor y admirador de Galeno,  negará algunos puntos de sus teorías.

ACERCA DEL ALMA Y EL ESPÍRITU

Si estudiamos los escritos sobre Servet de muchos autores, algunas veces encontraremos dudas con respecto a los términos alma y espíritu. El significado de estos términos puede sonarnos distintos de lo que estamos acostumbrados  a escuchar, sin embargo, aquí usaremos el término «espíritu» como Servet lo utilizaba, para designar el aire, y «alma» como parte de la sustancia divina. Así, el espíritu es lo que contiene el alma, lo que posibilita su manifestación en lo material.

Dice que Dios saca el alma del aire, de la chispa de su divinidad que llena el aire; que el alma tiene algo de la sustancia Elemental, y que el espíritu es como se manifiesta. Llama al aire espíritu pero deja claro que lo llamará así porque en la lengua santa no hay un término mejor para designar el aire. Para él, en el aire hay cierto hálito divino. Por él,  Dios nos da su espíritu y, con sus palabras, » esto significa lo mismo que cuando se dice: les daré corazón, entendimiento y mente. A Salomón le fue concedida sabiduría que es espíritu santo, espíritu de sabiduría; y así se concede espíritu de sabiduría, de consejo, de ciencia, de piedad y demás dones».

Cree que el alma es como una lámpara de Dios, una chispa del espíritu de Dios, imagen de la sabiduría de Dios. Esta lámpara tiene doble luz, la innata y la sobreañadida. La innata parece ser la que cogemos en la primera respiración, cuando nos sincronizamos con la armonía celeste (cuando estamos en el útero de la madre, compartimos su mente) y la sobreañadida sería el aire que cogemos continuamente y alimenta esta «celeste luz». El alma emana de la sustancia de Dios.

Con la finalidad de dar más argumentos a su teoría, o tal vez para enseñar que todas las grandes civilizaciones antiguas captaron este misterio de la naturaleza, Servet cita frases de varios maestros que ya lo habían enseñado, a través de mitos o metáforas según la época. Entre estos están: Orfeo, Zoroastro, Trimegisto, Pitágoras y frases de la Biblia (Sal. 17 y Eliud en Jb 32 y 33).

Como veremos adelante, defiende que el espíritu en el exterior de nosotros es el aire y en nuestro interior es la sangre. Que el alma es una sustancia sutil que está en el aire y luego pasa a la sangre. Muchos estudiosos defienden que esta sustancia sutil sería el oxígeno.

LA RESTITUICIÓN DEL CRISTIANISMO

Ésta es considerada por muchos la más compleja obra de Miguel Servet, visto que defiende el retorno al cristianismo inicial con base en argumentos no sólo teológicos sino también, y sobre todo, astrológicos y herméticos.

Está compuesta por cuatro partes y tres apéndices, incluidas las famosas cartas a Calvino. La primera posee cinco libros que tratan de Jesús Cristo como hombre, su prefiguración de persona en Palabra, la teología de la Luz, acerca del Espíritu Santo y  la esencia omniforme de Dios, en que expone la doctrina de Hermes, Zoroastro, Platón, Plotino, Porfirio, Jámblico, Anaxímenes y Pitágoras. La segunda parte consta de dos diálogos. La tercera consta de tres libros que hablan de Fe y Justicia. Y la cuarta parte posee cuatro libros que hablan del anticristo.

Nos fijaremos sólo en el libro quinto de la primera parte intitulado: En que se trata del Espíritu santo, citando algunos pasajes de otros libros o explicándolas cuando fuera útil para la comprensión de la teoría del espíritu vital.

En este libro, Servet explica el proceso de nuestra «espiritualización», mostrando el mecanismo de la circulación menor. Servet inicia el capítulo explicando que «el Espíritu es la esencia de Dios en cuanto que se comunica al mundo».

Habla que la Luz es un modo sustancial de Dios, a la par del Verbo y el Espíritu. Estos tres modos divinos están relacionados con los tres elementos superiores: la nube de la Palabra con el agua, el aire o soplo con el Espíritu, el fuego con la Luz, y su respectiva relación con el cuerpo y el alma de Cristo. Resalta la preponderancia de los tres elementos superiores, relacionados al espiritual, sobre la tierra, relacionada con el material. Los elementos inferiores se relacionarán con los superiores en Cristo, Él es la reunificación de los contrarios. Pues los tres elementos superiores se mezclan con el cuarto, la tierra, para que Cristo pudiera existir físicamente.

Servet da mucha importancia a las explicaciones acerca de la Luz. Para él, como para los hermetistas, el Sol es el manifestador de lo divino y el dador de formas. Se basa en esta idea para relacionar la Luz con el Sol y con el  divino.

Cita muchos pasajes del Corpus Hermeticum en que habla a respecto de la Luz:

También Trismegisto decía a su hijo Tat: «Puesto que todas las cosas brillan por intervención de Dios, también, a su vez, Dios brilla en las cosas y a través de las cosas».Y más adelante: «Dios Luz lo hizo todo de manera que en todo podemos verlo resplandecer.»

A continuación resalta la importancia del corazón y del aliento en la «espiritualización» fisiológica en cada ser humano producida por la respiración. Servet decía que, filosóficamente, sabía que el espíritu de Dios había de entrar con el aire por la nariz e ir al encuentro del alma en el corazón. Éste es el primero que vive, fuente de calor en medio del cuerpo.

En hebreo alma se dice nefesh, así como vitalidad, sangre, alma inmortal y voluntad en algunos salmos. Así Servet utilizó este argumento bíblico para defender su teoría: el alma está en la sangre. Y el espíritu sería la propia sangre. Como dijimos anteriormente, para los renacentistas había tres espíritus:

El espíritu natural es la sangre acuosa (venosa) cuya sede está en el hígado y en las venas del cuerpo. El espíritu vital  es el que por las anastomosis se comunica de las arterias a las venas, su sede está en el corazón y las arterias del cuerpo. El espíritu animal es una especie de rayo de luz cuya sede está en el cerebro y en los nervios del cuerpo.

El espíritu vital tiene su origen en el corazón y los pulmones contribuyen para su formación. Es un espíritu tenue, elaborado por la fuerza del calor, de color rojizo, que contiene sustancia de agua, aire y fuego. Se produce al combinarse el aire aspirado a la sangre del ventrículo derecho. Así este traspase de corazón derecho al izquierdo en el adulto no ocurre por medio de un tabique en el corazón, como pensaba Galeno sino por medio de los pulmones. En los pulmones, hay una transferencia de espíritu de la arteria pulmonar a la vena pulmonar.

El espíritu vital entonces pasa del ventrículo izquierdo a las venas del cuerpo. De modo que el más sutil se disloca a las partes superiores, siendo reelaborado y cambiándose de espíritu vital en animal, acercándose a la sede del alma racional. Así, el espíritu animal se difunde a través de los nervios como un rayo luminoso hasta los ojos y los órganos sensoriales. Y, por el mismo conducto, pero en sentido inverso, son remitidas desde el exterior hasta esta fuente, las imágenes. Luego describe algunas estructuras del sistema nervioso, pero que no serán explicadas en este estudio porque se extendería demasiado.

De esta manera, Servet describe por la primera vez la circulación pulmonar o menor y, como vimos, da claros indicios de que conocía la circulación sistémica o mayor. Sin embargo, este descubrimiento tiene una importancia secundaria respecto a su verdadero objetivo: probar que somos parte de Dios, una herejía para los católicos y protestantes de la época.

Prosigue citando a textos caldeos y a Platón como defensores de que el alma es una especie de combinación de sustancias divinas y elementales.

Según Servet el alma procede, por una parte, del proceso embrionario, desde la idea de procrear hasta el nacimiento, y por otra del aliento que Dios imprime en forma de aire en la primera respiración. El embrión está animado por el alma de la madre. Lo que existe en ese momento es sólo el alma vegetativa y, con la primera inspiración, recibe el alma intelectiva. Y en esto se encuentra parte de la importancia astrológica del momento del nacimiento, o mejor, de la primera inspiración. Esto él lo explica con más detalles en Discurso en pro de la Astrología.

Dice que «este soplo infundido por Dios es como una luz o chispa de luz. Dios mismo es fuego y espíritu vital de fuego y aire».

Así es que en la circulación fetal, cuando estamos sincronizados con el universo a través de la madre, no estamos «completos», vivimos a través del espíritu vital de la madre. Y cuando inspiramos por primera vez, nos sincronizamos con el universo, pues recibimos el soplo de Dios y lo cambiamos a espíritu vital en los pulmones.

Esta postura de Servet recibe muchas críticas hoy, sin embargo tenía cierta razón, visto que el corazón fetal, como podemos ver en la Fig.6, no tiene una entidad propia hasta que nazca y empiece a respirar. En la vida intrauterina hay mezcla de sangre venosa y arterial, tampoco hay una separación completa entre el corazón derecho y izquierdo, además de que, como todos sabemos, vive en función de la vida de la madre. Esta situación cambia exactamente con la primera respiración, cuando los pulmones se expanden y, por la  presión impuesta por la respiración, se cierra el forame oval (que comunica el corazón derecho con el izquierdo), y el ductus arterioso (que permitía la mezcla de sangre venosa con arterial) se cierra, primero funcionalmente y después anatómicamente.

Esta teoría de que el individuo está completo después de  la primera respiración está presente en muchas obras de Servet. Defendía que «según la posición de los astros en el momento del nacimiento así será la clase de alma. El influjo celeste deja su impronta para toda la vida… Nadie puede llamarse propiamente hijo antes de nacer, pues ni siquiera es hombre de verdad.»

Quizá Servet haya cogido esta idea de los antiguos egipcios visto que estos daban mucha importancia al  horóscopo. Según Verdú, horóscopo significa mirar hacia Horus (Horus y scopos). Lo que es lo mismo que mirar hasta donde nace el Sol. Dicho interés radicaba en la relación de analogía que se establecía entre el nacimiento del Sol y el momento en que la cabeza del feto asoma por la vulva al comenzar a nacer. El término antiguo horóscopo coincide con lo actual ascendente, que consiste en ver, en el momento del nacimiento, qué signo zodiacal hay en el horizonte cuando se nace. Así, la figura que se forme en el momento en que se comienza a respirar corresponde a su estructura básica.

Por otra parte, para los egipcios es del Sol, Ra, de donde parten sus rayos acabados en manos de donde surge la cruz ansada o cruz de la vida para colocarse delante de las narices… La cruz ansada no está en todas las manos sino sólo en la que se dirigen a la nariz, por lo que dicha cruz representaría el aliento vital que se introduciría en la nariz.

Cuándo el aliento vital se introduce por  primera vez y cómo estaba el cielo en ese momento era de mucha importancia para los egipcios pues con él entraría también el alma. Porfirio, filósofo admirado por Servet, en su obra Sobre la animación del embrión, también defiende que el alma entra en el recién nacido cuando empieza a respirar.

Si la teoría del aliento vital de los herméticos influenció directamente a Servet o si este la aprendió de los hebreos o de los griegos (ambos probablemente la tomarían de los primeros), es de importancia secundaria. Tal cual el descubrimiento de la circulación pulmonar, hecho de mucha relevancia para la medicina,  pareció secundario a Servet respecto a demostrar nuestra divinidad.

Lo más importante parece ser el hecho de que Servet, como muchos renacentistas, lo que buscaba era la unión de la sabiduría clásica a su momento histórico, en este caso a la religión, el cristianismo; con intención de rescatar los textos clásicos aunque fuera sobre otra óptica, usando la ciencia como instrumento para desvelar las leyes de la naturaleza.

EPÍLOGO

Muchos filósofos defendieron que las antiguas civilizaciones poseían conocimientos profundos acerca de las leyes  de la Naturaleza. Hace muchos siglos, o milenios, conocían leyes que nuestra civilización volvió a descubrir, en parte, hace poco. Es interesante contemplar la posibilidad de que sus conocimientos no provinieran de puras «supersticiones» y tampoco de la casualidad, pues si fuera así tendríamos que admitir que la casualidad se repitió muchas más veces de lo que estadísticamente es probable y, por lo tanto, «científicamente» aceptable.

Posiblemente tenían su ciencia, con su propio método científico que no era como el nuestro, tal como de aquí a miles de años el actual estará pasado. ¿La civilización del futuro tendrá el derecho o la ignorancia  de borrar toda nuestra ciencia? ¿O tendrá la sabiduría para ver que la manera de conocer las leyes de la naturaleza, o sea, de hacer ciencia, está intrínsicamente ligada a la manera de ver y de estar sincronizado con esta misma naturaleza? Es de esperar que elijan el segundo pensamiento pues, aunque posean herramientas tecnológicas más avanzadas y precisas para hacer su ciencia, podrán caminar mucho más rápido si miran el conocimiento de los antiguos (en este caso nosotros), y tal vez tengamos el honor de ser admirados tal como podemos hoy admirar a los antiguos egipcios y preguntarnos, ¿cómo podrían saber tal o cuál cosa entonces?

La ciencia tiene la responsabilidad de no limitar el conocimiento de las leyes de la naturaleza. TEs imposible cuantificar y comprender racionalmente el amor. No se puede explicar intelectualmente y ninguna máquina, por más «inteligente» que sea, podrá medirlo; así también sucede con la naturaleza. El materialismo puro nunca podrá conocer sus leyes, sólo conseguirá vislumbrar muy de lejos y sin definición algunas consecuencias de estas leyes.

Quizá esto ocurra porque no nos sentimos sincronizados con el mundo. Perdemos mucho tiempo pensando de qué estará hecho el Sol, pero no paramos un segundo para admirar su belleza y agradecer que mantenga la llama de la vida en todos los seres todos los días.

Mientras nos quedemos riéndonos de los antiguos, nuestra ciencia caminará a pasos cortos y torpes. Es posible encontrar respuestas en todos los tiempos, puesto que en todos los tiempos se hicieron los hombres las mismas preguntas. Pero hay que saber leerlas en el contexto en el que fueron expresadas. Es posible que Servet, como muchos otros, encontrara la solución: Investigación seria de los relatos filosóficos y verificación, en la medida de lo posible, de las leyes de la naturaleza.

«¿Tendremos nosotros que quedarnos mudos en nuestro siglo por miedo? Por el contrario, proclamaremos la verdad. Por el Dios inmortal juro que una vez descendido a la palestra, estoy dispuesto a mantenerme firme.» Miguel Servet.

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