Historia — 4 de marzo de 2010 at 19:13

El declive de los Mayas

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Cuando se estudia Historia con un cierto criterio objetivo, sin atarse a ninguna de las corrientes de opinión existentes, se observa como el ser humano, a pesar de su avance tecnológico o político, sigue teniendo los mismos patrones de comportamiento allá donde se desarrolle. O, como dice el refranero popular, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Un ejemplo de esto lo tenemos en el ascenso y caída de la civilización maya.

Hoy conocidos por sus ruinas ciclópeas y por unas pocas tribus centroamericanas en decadencia, durante más de mil doscientos años los mayas tuvieron el dominio de América Central. En su momento de mayor apogeo, sus ciudades estaban tan densamente pobladas como las nuestras a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Sin embargo, en menos de cien años todo desapareció devorado por la selva; simplemente, la poderosa civilización maya desapareció y los pocos humanos que sobrevivieron se degradaron y volvieron a la selva a vivir en chozas. ¿Qué fue lo que ocurrió? Gracias a la exploración por satélite de la zona realizado por la NASA y a las excavaciones de investigadores y arqueólogos patrocinados por la misma, podemos dar una respuesta.

Para el veterano arqueólogo Tom Sever, la causa de la caída la tuvieron ellos mismos. En general, se tiene la visión bucólica de que el pueblo maya vivía en total armonía con su entorno. Sin embargo, toda sociedad organizada vive del medio en que se halla y si no es capaz de regenerarlo está condenada a la extinción. La cultura maya se desarrollaba en la selva tropical, y su agricultura se sustentaba en la deforestación del terreno mediante la quema para cultivarlo y aprovechar las cenizas como abono. Además, la madera era utilizada como combustible, para la artesanía y la vida cotidiana.

Fotografías tomadas por satélite han hecho patente el fabuloso sistema de canales y presas construidos por los mayas en mitad de la selva para aprovechar las lluvias y llevarlas hasta las ciudades y campos de cultivo. Según Sever, mediante la interpretación de datos de satélite hemos localizado cientos de ciudades antiguas abandonadas cuya existencia se desconocía. Los mayas utilizaron yeso para construir sus ciudades. Al desaparecer, la cal resultante se filtró al suelo, haciendo que la vegetación en esos lugares fuese diferente del resto, lo que permite su identificación desde el espacio.

Esto nos indica el gran desarrollo social que tenían…y la gran dependencia del entorno. Sabemos que en la agricultura de tala y quema, por cada tres años de cultivo es necesario tener en barbecho la tierra quince años para que recupere sus nutrientes. Con una población en constante aumento y unas ciudades crecientes y saturadas de población, los mayas necesitaban cada vez más tierras de cultivo, deforestando el entorno. En palabras del investigador Griffin, del citado programa de la NASA: los mayas arrasaron con extensas porciones de tierra cultivándolas en exceso.

Pero cuando los árboles desaparecen, las precipitaciones disminuyen. Un ciclo de sequía comenzó en Centroamérica. Esta sequía disminuyó las cosechas, y además hizo que fuera más difícil llenar los depósitos para abastecer las ciudades. Sólo en Tikal, había un sistema de represas de agua que contenía millones de litros, suficiente para abastecer la ciudad durante más de dieciocho meses.

Con cosechas bajas y escasez de agua, comenzaron las hambrunas y las enfermedades, y seguidamente las revueltas sociales contra una clase dirigente incapaz de resolver el problema. Lo demás es historia, pues en menos de cien años la civilización maya desapareció, víctima de sí misma y de su incapacidad para desarrollar otro modo de vivir, menos agresivo con su medio ambiente.

Hoy, más de mil años después, puede que la historia vuelva a repetirse. Nuestra dependencia de los combustibles fósiles para la vida cotidiana, el poco uso de las energías renovables (a pesar de la propaganda existente), el fenómeno innegable del calentamiento global y la incapacidad de nuestros políticos para afrontar una respuesta global coordinada y eficaz pinta un cuadro cada vez más parecido al apogeo y caída del mundo maya. ¿Aprenderemos de la Historia? O, una vez más, cometeremos los mismos errores. En ti mismo, lector, y en todos los seres humanos se halla la respuesta.

 

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