Dieciocho años tiene Alfonso cuando comienza a reinar en Asturias como III de su nombre, en 866. De momento, le dura poco, porque el conde Fruela de Galicia anhela ese mismo trono, marcha contra el joven Alfonso, a quien por su inexperiencia coge desprevenido, y en Oviedo le arrebata palacio y corona.
El rey escapa a Álava, pero también por poco tiempo, porque sus nobles vasallos reaccionan, prenden a Fruela, le ajustician, y devuelven la corona a su legítimo rey. A quien la Historia conocerá como El Magno.
¿Por qué contamos esto en relación a León? Porque su primer rey también lo va a ser por una repetición del destino de Alfonso.
Había casado Alfonso el Magno con Jimena, hija de García de Pamplona y de Navarra, no por amor, que tal cosa no se contempla en la época, sino por lograr alianza, unir tierras y fortalecer el poder cristiano.
Con Jimena no hubo amor, como muy claramente se va a ver luego, pero sí cinco hijos: García, Ordoño, Fruela, Gonzalo y Ramiro.
Era García el más ambicioso: alentado por su suegro tramó una conspiración para arrebatar la corona a su padre. Por segunda vez. Pero esta vez Alfonso anduvo avisado, como perro viejo que ya era, y le encerró en el castillo de Gauzón, en Asturias.
Pero no era amado el rey por su familia, la historia no dice por qué. Por haberse casado por simple dictado político, cosa que Jimena no le perdonó si no supo hacerse amar después, o por mal carácter, o por poco trato, siempre guerreando. Es el caso que ni de su esposa obtuvo lealtad, ya que no amor: se unieron contra él ella y el resto de los hijos, libertaron a García, se apoderaron de toda la línea de castillos que Alfonso mandó levantar en la linde asturiana: Luna, Alba, Gordón, Arbolio y Contrueces, y por dos años ardió el reino cristiano en guerra civil, por si hubiese poco con la de los musulmanes.
Alfonso no quiso al fin proseguir la lucha fratricida. Convocó a su levantisca familia y a los nobles que los apoyaban en su palacio de Boides, y allí renunció a la corona que con tanta gloria y por tantos años había llevado.
García tomó posesión de las tierras de León, que desde entonces pasó a ser capital del reino de este nombre, y él se coronó primer rey de León, en el año 910.
Ordoño se quedó con Galicia y parte de Lusitania, Fruela con Asturias, Gonzalo, que era eclesiástico, quedó como arcediano en Oviedo, y para Ramiro todavía nada, por ser menor de edad.
¿Cuál fue el final del destronado Alfonso?
Se había quedado sólo con la ciudad de Zamora, y pidió a García una última merced: que le permitiese luchar aún una vez contra los moros, que asediaban Toledo. Así se hizo. Venció, regresó a Zamora triunfante si bien que enfermo, y allí murió, a los 44 años de su llegada al trono.
García de León fue buen rey. Reconquistó Talavera, dotó muchos monasterios y mantuvo entero su reino. Pero éste le duró poco. Tres años. En enero de 914, y de visita política en Zamora, precisamente en Zamora, quiso el destino que muriese, no dicen las crónicas de qué. En el mismo lugar que su destronado padre.
Hereda la corona su hermano Ordoño de Galicia. Con él se unen de nuevo las dos tierras.
Larga es la historia del Reino de León. Mil cien años se cumplen de su primer rey. Muchos avatares recorridos desde que fuera la Legio Séptima romana.