Había dos hermanos que cultivaban juntos una parcela de terreno y luego se repartían la cosecha. Una noche, cuando cada uno acababa de guardar su parte, uno de los hermanos se despertó y se puso a pensar:
-Mi hermano está casado y tiene dos hijos. Eso le causa unos problemas y unos gastos que yo no tengo. Por lo tanto él necesita este grano más que yo. Voy a llevarle algunos sacos a escondidas, pues sé muy bien que si se lo propongo se va a negar en redondo a aceptar el grano.
Se levantó, llevó algunos sacos a la granja de su hermano y volvió a acostarse. Pero el otro hermano se levantó poco después y se dijo:
-No es justo que yo tenga la mitad de trigo de nuestra parcela. Mi hermano no conoce las alegrías de la vida familiar. Necesita salir y divertirse, y todo eso cuesta dinero. Voy a llevarle una parte del trigo.
Se levantó entonces para transportar algunos sacos de trigo a la granja vecina.
Cuando a la mañana siguiente los dos hermanos entraron en sus granjas se quedaron estupefactos al descubrir que en la reserva había la misma cantidad de sacos de grano que la noche anterior.
Todos los años, llegada la época de la cosecha, repetían sus pensamientos y sus viajes a la granja del hermano. Y nunca pudieron comprender que embrujamiento hacía que la cantidad de sacos de su almacén fuera siempre idéntica para los dos.
Cuento de Oriente Medio
Cuento recopilado por Elena Sabidó