Qué más da si estás callada,
si a mis dedos no asomara
tu hermosura,
si la limpia blancura de la nieve
no adornara esta noche con su altura.
Si no vinieras hoy a reflejarte
al borde de mi pluma y de mi espada…
Si sola he de quedarme finalmente,
verás que algunos versos no me faltan.
Y así me dijo el Hada:
–¡Expresa tres deseos!
–¿De veras puedo hablarte de
mis ansias?
Quisiera que al amparo de tu arrullo
se forje mi verdad en tu canción,
trenzar el aire limpio en un susurro,
poniéndole por brida el corazón.
Curar viejas heridas,
cortar viejas cadenas.
Trazar el Arco Iris con un rayo de sol.
–Te dije tres deseos
y ya he contado cinco.
–¡Ha estado tanto tiempo
mi boca tan trabada
que estalla en mis palabras
mi más cara ilusión!
–¿No ves que no me ausento
del alma enamorada
y bordo en tu mirada
las alas del halcón?
¿Acaso no percibes
que soy tu Hada Madrina
y plasmo los deseos
que el Fuego sugirió…?