Me gusta caminar junto a las olas,
dejando que la brisa me acaricie.
Escucho el parloteo de gaviotas
e intento percibir lo que me dicen.
El Sol ya casi roza el horizonte
y pinta su sendero sobre el agua.
La playa luce, suave, sus colores.
Serena está la vida. Todo en calma.
Mañana volveremos sin apuro,
llevando una gran paz en nuestras almas:
sabemos que descansa en lo profundo
la perla luminosa más preciada.
Me encanta caminar pausadamente,
sin nada que distraiga la mirada.
¡Qué bella está la mar cuando atardece!
¡Qué hermoso un corazón de enamorada!