¿Te asomaste alguna vez
a lo profundo del cielo,
cuando aún no ha amanecido?
Hay un halo de misterio:
en parte, complicidad
con el día por nacer,
y en parte serenidad
por cuanto se alcanza a ver
más allá del horizonte.
A menudo es un lucero
lo que impacta a nuestros ojos
con tremenda intensidad,
y lo mejor es callar
en momentos semejantes.
Serenando tu conciencia,
nada pienses, nada temas;
solo déjate llevar
en plenitud y armonía:
y verás la Luz del día,
aun antes de comenzar…