Cabría preguntarse si el hombre de la sociedad de confort y la tecnología tiene más miedo que sus antecesores. Si nuestros antepasados no gozaban de las ventajas materiales que tenemos actualmente, no tendrían motivos de preocupación por perderlas. Si sus vidas tenían un importante componente de lucha por la consecución de alimentos, todo lo demás podía tener un valor secundario. Hoy las cosas han cambiado, buscamos la realización en acciones que no tienen que ver necesariamente con la satisfacción de las necesidades más básicas. Debemos preocuparnos por el tiempo de ocio y acumular cosas que acaban convirtiéndose en muletas sin las que no entenderíamos la vida.
Definitivamente, sí, el hombre actual tiene más medios para su desarrollo y más motivos para sentir la tenaza del miedo que en el pasado. En este sentido, no se puede obviar la deriva material que ha sufrido la humanidad en su conjunto. Así las cosas, al perderse el sentido de trascendencia, cobra mayor protagonismo el mayor de los miedos ,y origen de la mayoría de nuestros temores. El miedo a la muerte. Otro motivo más para pensar que el hombre actual tiene más necesidad que nunca de libros, como el que nos ocupa, en los que poder encontrar referencias válidas que nos permitan conocernos mejor y enfrentar nuestros miedos.
En este orden de cosas, el autor reflexiona acerca de las carencias de una sociedad como la nuestra que no ha sabido educar en las actitudes y habilidades precisas para enfrentar el miedo. ¿Dónde encontrar una escuela que nos forme en un aspecto que resulta crucial para tener una vida plena? Esta es una pregunta de enorme calado, pues es posible que llegásemos a la conclusión de que a quienes ostentan el poder, sea este político, religioso o económico, no les interesa contar con un pueblo compuesto de individuos libres. Y es que el miedo, ya lo sabemos, es el método de dominación preferido por los gobernantes sin escrúpulos. Si tenemos miedo del otro, pediremos que nos protejan. Si tenemos miedo de asumir la responsabilidad de nuestras vidas, les suplicaremos su absolución. Si tememos no ser felices, les compraremos el último artilugio que venga a llenar el vacío de nuestras vidas.
Miquel Echenique nos propone la vía de las artes marciales como un medio de educación del carácter que nos permita enfrentar nuestros miedos y conocernos mejor. El conocimiento tiene varias caras y, a decir por el autor del libro, uno de sus caminos ha quedado reglamentado en la práctica de las artes marciales.
“El miedo es una fuerza de la naturaleza, no es atributo de ninguna persona en especial. Existe desde el fondo de los tiempos y tiene una función natural de protección”. Su ausencia es indicativa de inconsciencia o temeridad. El sentido de protección ha permitido la evolución de la vida y su continuidad. En este punto, el miedo es una cualidad intrínseca de la vida en igual medida que el instinto de reproducción, pongamos por caso.
El autor del libro propone, como uno de los principios de vida, un código de conducta basado en la dignidad personal. De tal forma, nada puede haber por encima de este principio, ni siquiera estando en peligro la integridad física. Se trataría de desarrollar un tipo de fidelidad por el que se regiría nuestra existencia.
“El miedo se relaciona con el poder, y cuando aprendemos a relacionarnos con el miedo, aprendemos a relacionarnos con el poder”. El verdadero poder interno no es ausencia de miedo sino la consecuencia de una buena gestión del mismo. Nos referimos al tipo de poder que emana de una acertada valoración de nosotros mismos, y este no puede llegar si no se ha logrado, previamente, un suficiente autocontrol en nuestra vida.
Quizás, el corolario en nuestra relación con el miedo es el que surge de la eliminación de todo egoísmo para poderse dar a los demás, única vía, según Echenique, para la superación del miedo colectivo. El conjunto de personas puede estar integrado por una masa adocenada y temerosa, o por la suma de individuos libres que sienten la responsabilidad de vivir en sociedad a la que aportan lo mejor de sí mismos. En la medida en que esto se logra, las sociedades se hacen más justas y los hombres se vuelven más valerosos.
Cortesía de «El club de lectura El Libro Durmiente» www.ellibrodurmiente.org