Sociedad — 30 de junio de 2014 at 22:00

Necesidad de regenerar la política como ciencia

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Los desequilibrios sociales y económicos en el mundo son tan evidentes que negarlos sería de ciegos. Pero no siempre se ofrece un análisis de las causas reales que motivan estas situaciones. Como otras opiniones cada vez más frecuentes, este artículo señala la parte que corresponde a las «reglas de juego» internacionales.

Si trato de explicar que “Cada día al acostarme. y algunos también al despertarme, pienso sobrecogido con cierta angustia y con impotencia infinita, en los miles de millones de seres humanos muy parecidos a mí que se acuestan y se despiertan cada día como yo, pero a la intemperie de casuchas infectas, con los estómagos vacíos o rellenos de inmundicias, débiles, enfermos, solos, sometidos o acosados por bandas, por guerrilleros o por militares, viendo como sus hijos son y serán desde que nacen hasta que mueren esa masa informe sin futuro, porque no pueden salir de su condición…”, por este párrafo me dirán sentimental. Pero si lo ha escrito una profesora universitaria de Relaciones Internacionales, nos parecerá una reflexión fundamentada, aunque ella misma manifieste que por estos escritos la catalogarán de “imprudente”.

¿Imprudente, por qué? Pues porque la Dra. Paloma García Picazo está señalando “al sistema” desde la propia universidad, ya que describe también ciertos mecanismos de “la gran economía” que propician la brecha económica entre países, cierta injusticia de dimensiones planetarias… Ella analiza la pobreza y el atraso de tantos congéneres, y entiende que no solo se debe a ellos mismos –que también–, ni se debe solo a sus élites locales corruptas –que también–, pues se alían antes con el dinero fácil que llega de las inversiones que con un complicado desarrollo de sus pueblos… El problema se agrava por ciertos desequilibrios de las reglas de juego internacionales: reglas comerciales, reglas financieras, procedimientos de la deuda y otras. Reglas dictadas por los “mercados” y que aplicarán mediante sus fieles prolongaciones o tentáculos: partidos políticos, el FMI, el Banco Mundial y otros. Desequilibrios entre lo que les vendemos con alto valor añadido y lo que a ellos les compramos a precios pactados, cobrándoles la entrada a sus productos agrícolas (aranceles), además de que subvencionamos con miles de millones a nuestros agricultores tanto en EE.UU., la UE, China, Japón o Rusia, cosa para ellos imposible. Así, lo único que nos venden con cierta facilidad son sus “muy codiciadas materias primas”.

Informes del FMI sobre el desarrollo mundial dicen que “va mejorando”, sumando la gigantesca China y países del sudeste asiático (auténticas locomotoras a pesar de sus problemas de contaminación y trabajo esclavista), además de la India, Brasil y algunos otros Estados americanos y africanos que compensan el triste balance de buena parte de África, el Caribe, Asia y algunas zonas de América latina. No se cumplen «los objetivos del milenio», y el FMI llega a reconocer que “Si a estos países pobres se les ofreciera un acceso a los mercados mundiales libre de aranceles y contingentes, estos países se verían enormemente beneficiados con un costo muy pequeño para el resto del mundo…”.

Y aunque ahora África está creciendo por la gran demanda de materias primas desde Asia, no estamos hablando de unos pocos seres humanos a los que les va mal. Son mil millones (dos veces toda Europa) los que viven con menos de 1 euro al día, y casi 3000 millones los que viven con menos de 2 euros al día, o sea, la mitad del vecindario de «la nave Tierra». Estamos hablando de que CADA DÍA mueren 30.000 niños menores de 5 años por enfermedades curables si pudieran recibir atención médica.

El panorama mundial globalizado está poniendo en evidencia ciertas máscaras, o digamos, se están cayendo ciertos “mitos” que parecían incuestionables, y que al mostrar sus grietas, creo que van a producir estudios más serios y más objetivos de la política, entendiéndola como una ciencia práctica que, tal como la medicina, podría y debería aportar fórmulas de funcionamiento y de organización más realistas, más eficientes y capaces de cobijar a más seres… incluyendo a los «huérfanos» del mundo, que no solo son los pobres, pues los hay de muchos tipos. Todos formamos parte de “la familia humana” tal como dice nuestro sentido fraternal y el preámbulo de la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre”.

Teníamos el mito del marxismo, que fue el referente mundial de la defensa de los pobres y que iba a acabar con estos desmanes… Pero, llegados a 1992, vemos un gran cartel en Moscú con una sincera disculpa: “Proletarios del mundo, perdonadnos”.

También todopoderoso y en pie, aunque ya agrietado, está el mito del “progreso indefinido”, el cual da por sentado que este es el mejor sistema posible y no se puede ni siquiera comparar con otros. Su único reto es correr, crecer, aumentar como sea, pues está muy mal visto preguntar hacia dónde van las vías, en qué dirección corre este tren… Y ya se oyen voces cualificadas que se preguntan si la dirección es correcta o tendremos que desandar el camino antes de que descarrile.

Las lacras de los sistemas actuales

regenerar-politica-2Es inevitable dudar, pues si tan maravilloso es el sistema y con un dominio absoluto, pues no tiene contrincantes (incluso China es capitalista), entonces ¿por qué destacan los 700 expertos internacionales reunidos en World Economic Forum, entre los riesgos globales para el año 2014: inestabilidad político-social; fracaso de la gobernanza mundial (declive de la confianza en las instituciones); crisis alimentarias; escasez de agua potable; desigualdades económicas; desempleo, todo ello al mismo nivel de peligrosidad que catástrofes naturales, pandemias o armas de destrucción masiva?

Curioso el concepto político creado por el rey de Bután y propuesto en la ONU en 1999: “el Índice de Felicidad Interna Bruta” en un país pobre pero sin miseria, donde cerca del 90% de la población vive de la agricultura y ganadería de subsistencia y donde se invierten los escasos recursos en educación y sanidad antes que en industrialización. Este índice de felicidad contrasta con el famoso PIB y nos resulta simpático y exótico. Pero no debería parecernos exótico, pues la búsqueda de la felicidad para el hombre y para la sociedad, lo cual implica a la política, ha sido expresado desde siempre en los textos taoístas, en Aristóteles, en la Declaración de Independencia de EE.UU. y en la Declaración de los Derechos Humanos, entre otros. Por no mencionar a Platón y su “filósofo-político”, que estaría satisfecho gobernando sin recompensas materiales, solo por ver que la sociedad es dirigida con ecuanimidad y con ciudadanos más felices. O al hombre justo de Confucio, que quiere servir a los hombres armonizando la tierra con el cielo para mayor felicidad de todos. Y volvemos a la realidad…, el gobierno “salvaje” de los mercados, frenéticos tras la única meta de la vida: ganancias sin límite, aumentar la riqueza, engordar, aumentar el PIB como sea.

Pero entonces, si esa es la única meta «racional», ¿por qué en los países ricos hay una tasa creciente de enfermedades mentales tales como depresión, ansiedad, estrés, desmotivación vital, soledades patológicas, etc.? Aparte de que para alcanzar esa meta insostenible hay que esquilmar los recursos y saturar la atmósfera, hipotecando el futuro de nuestros hijos… ¿No parece que algo falla en este mito del progreso indefinido? Entonces, parece legítimo este humilde intento: investigar una ciencia política objetiva, integral y sin prejuicios; y conectarla con la filosofía para que nos aporte una brújula «humanizada», una más correcta dirección de progreso, e ir relegando al olvido esta manipuladora “política-negocio” que nos maneja con tópicos, prejuicios y bobadas del siglo pasado.

Como dijo un gran filósofo: «La contaminación en la política es la causa de todas las contaminaciones… Si no conseguimos regenerar la política y moralizar a los políticos, no habremos conseguido nada…». Estremecedor. Hay entonces mucho por trabajar en este campo.

Un ejemplo lo tenemos si estudiamos “científicamente” los factores que confluyen en el proceso de salida de la pobreza de algunos países asiáticos en contraste con muchos que no lo consiguen. Estudios realizados sobre China, Tailandia, Corea del Sur, Indonesia, Malasia o India, van a destacar diferencias entre ellos de religión, de recursos, de etnias, etc., pero coincidirán en algunos factores relacionables con su éxito:

1. Son países “no creados artificialmente” es decir, tienen historia, cultura, tradición, orgullo e identidad propia; de gentes con una mentalidad de orden y de trabajo y, sobre todo, una tradición sobre el gobierno como una “sagrada responsabilidad” Tailandia serviría como ejemplo de estos logros mientras sus responsables fueron intachables, ya que pasó de casi un 50% de pobreza en los años 70 a solo un 13% en 2005 y con mínimas desigualdades sociales, una proeza. Cuando en 2006 se conocieron negocios turbios del presidente electo, se provocó un golpe de Estado apoyado por el 83% del pueblo y por su rey, como reacción a la corrupción. Desde 2006 Tailandia no es la misma, sigue con problemas, pero nos sirve de ejemplo para lo que explicamos de la ejemplaridad del gobernante.

2. Son Estados “fuertes”, lo que les permite acometer la industrialización con coherencia y autoridad, poniendo orden entre poderosos grupos de intereses contrapuestos (subestructuras del Estado que pujan entre sí) y, sobre todo, son capaces de poner condiciones a las multinacionales extranjeras, para que repercutan beneficios y tecnología en el país.

3. Valoran mucho y logran buenos sistemas educativos.

4. Consiguen una simbiosis entre sus tradiciones o valores ancestrales y las modernas tecnologías.

Interesante.

Estudiando causas y efectos políticos, se aprecian conexiones con la filosofía en cuanto a cierta “cosmovisión” o valores imperantes en una sociedad concreta, y una relación directa entre posibilidades de éxito y cierto “ideal político atemporal». Ello reclama un estudio más detallado que permita salir de los trillados caminos deshumanizantes y empezar a vislumbrar formulaciones políticas más esperanzadoras, tanto por su mayor alcance moral como por que estén a la alturacientíficaalcanzada en otras áreas.

Bibliografía:

  • Krugman, Paul. Macroeconomía. Ed.Reverte (2007).
  • Livraga Rizzi, Jorge Ángel. Mitos del siglo XX. Ed. NA (1985).
  • Livraga Rizzi, Jorge Ángel. Necesidad de una ecología política. Artículo.
  • García Picazo, Paloma. Relaciones Internacionales. Ed. Tecnos (2010).
  • R. Kerbo, Harold. Estratificación social. Ed. Mc. Graw Hill (2003).
  • Sodaro, Michel J. Política y ciencia política. Ed. Mc. Graw Hill (2010).
  • Esquina Alcázar, José. Discurso en la entrega de su Premio FAO 2012.
  • Informe de World Economic Forum: «Los riesgos globales del 2014», del Instituto Español de Estudios Estratégicos (febrero/2014).

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