Dos campesinos estaban discutiendo por las manzanas de un árbol pues, aunque el árbol era propiedad de uno de ellos, las manzanas habían caído en un prado que era del otro… Y no sabían cómo repartirlas.
Pasó entonces por allí un brahmán que tenía fama de ser un hombre muy sabio.
Los dos campesinos corrieron hasta él, le explicaron la causa de su discusión y le pidieron que les ayudara a resolversu problema.
–Por favor, ¡ayúdanos!
–¿Preferís un reparto según el juicio de los hombres o según el juicio de Dios? –les preguntó el brahmán.
Los dos hombres en eso estaban totalmente de acuerdo:
–¡El juicio de Dios! –dijeron–.
–¿Y me prometéis que aceptaréis lo que diga?
–¡Te lo prometemos!
Entonces el brahmán puso a un lado un enorme montón de manzanas, y al otro, colocó una sola manzana, casi podrida.
–Este montón es para ti, y este otro es para ti –dijo a los campesinos sin mirarlos–.
Luego, recogió su bastón y continuó su camino sin añadir una sola palabra.