Joël Dicker es un joven autor, nacido en Suiza en 1985. Su primera novela, Los últimos días de nuestros padres, se desarrolla en el período de la Segunda Guerra Mundial y resultó ganadora en 2010 del Premio de los Escritores Ginebrinos. Su segunda novela, La verdad sobre el caso Harry Quebert, ha sido galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. Por si fueran pocas referencias, ha sido traducida a treinta y tres idiomas. Todo un fenómeno mundial que alertará a quienes desconfían de los libros que arrasan en ventas y disfrutan del reconocimiento de sus lectores.
La obra se compone de treinta y un capítulos pensados para contener, cada uno de ellos, los consejos que un afamado escritor, a la vez que profesor de literatura, ofrece a un joven escritor lleno de talento.
–El capítulo 2 es muy importante, Marcus. Debe ser incisivo, contundente.
–¿Como qué, Harry?
–Como cuando boxea. Es usted diestro, pero en posición de defensa es siempre su puño izquierdo el que está adelantado: el primer directo aturde a su adversario, seguido de un poderoso gancho de derecha que le tumba. Eso es lo que debería ser el capítulo 2: un derechazo en la mandíbula de los lectores.
La historia transcurre a tres tiempos. La trama principal se desarrolla en el verano de 1975, origen de los hechos recogidos en la novela, los cuales son narrados en tercera persona. Hay otra subtrama narrada en primera persona que recoge los años académicos del autor Marcus Goldman, de 1998 a 2002, período en el que conoce a su maestro y amigo Harry Quebert. Finalmente, la segunda gran trama, en la que se incluye la investigación del caso y se escribe el libro que nos ocupa, transcurre durante el año 2008, y es narrada también en primera persona por Marcus.
Parece concebida con la precisión matemática que se observa en los diagramas de Venn. Descubrir la estructura de esta novela es sentir la fascinación por el ingenio de un escritor, en este caso, Joël Dicker.
¿Qué tiene de especial la estructura de esta novela? Tomen aire que se lo explicamos: La verdad del caso Harry Quebert surge como necesaria revisión a las incorrecciones recogidas en la obra escrita meses antes, El caso Harry Quebert. A su vez, esta novela recoge los convulsos acontecimientos que inspiraron la creación del libro de mayor éxito publicado durante la segunda mitad del siglo XX en EE.UU., Los orígenes del mal. O sea, nos encontramos ante el libro que recoge el proceso de creación de una obra que corrige a otra recién publicada cuya finalidad era reflejar los hechos que inspiraron la creación de una gran novela escrita hace tres décadas. ¿No les dije que era fascinante? Pero no se alarmen, una de las virtudes de esta obra es la sencillez de su exposición, la cual se asimila con la misma naturalidad con que se toman un vaso de agua.
¿Quieren saber cuál es el argumento? Se lo contamos en unas pocas líneas: Marcus Goldman, joven escritor de veintiocho años, amigo y alumno de Harry Quebert, siente la necesidad de investigar los hechos acaecidos en el verano de 1975. En este período tiene lugar una complicada historia de amor entre su maestro, quien contaba en ese momento treinta y cuatro años, y una adolescente de quince, Nola Kellergan. El trágico desenlace de Nola llevará, treinta y tres años más tarde (año 2008), a la imputación por homicidio de Harry Quebert. Marcus Goldman, convencido de la inocencia de su viejo profesor y amigo, buceará en la intrahistoria de un apacible pueblo del noreste americano para evitarle una más que segura sentencia condenatoria.
¿Se puede llegar a querer tanto a un personaje que se desee un final no marcado por la tragedia? Joël Dicker nos demuestra que es posible. Desde la primera vez que nos presenta a Nola, bailando en la playa alegre por la lluvia que la empapa, el lector queda conmovido y solo querría protegerla de los peligros del mundo.
En Nola encontramos la expresión de la vida que contiene la intensidad del sentimiento propio de un adolescente. La manifestación de su amor solo puede ser entendida en la atmósfera de una novela, en el romanticismo del cine o a través de las fantasías de quien no ha llegado a la madurez. Tal vez por ello, cuando se asiste a la revelación de estos sentimientos, se nos activa la memoria emocional y se evocan las sensaciones propias de un tiempo pretérito de nuestra existencia. Como la historia está bien contada, surge la nostalgia. En el tercer capítulo nos la describen con estas palabras:
“Quienes recuerdan bien a Nola dicen que era una jovencita maravillosa. De las que dejan huella: dulce y atenta, dotada para todo, resplandeciente. Parece ser que tenía esa alegría de vivir sin igual que podía iluminar los peores días de lluvia. Los sábados servía en el Clark´s; revoloteaba entre las mesas, ligera, haciendo bailar en el aire su ondulada melena rubia. Siempre tenía una palabra amable para todos los clientes. No se la veía más que a ella. Nola era un mundo”.
Uno de los grandes temas de esta novela corresponde al mundo de las apariencias, el cual toma forma mediante el engaño construido con la dedicación de quien se siente impotente para alcanzar sus sueños. No es tanto lo que se ha hecho sino lo que cuentas a los demás. Es una vida de engaños, imposturas cuidadas con esmero para ofrecer la imagen de éxito que admiran los demás. La verdad sobre el caso Harry Quebert no engaña, es una novela sencilla que se lee por el placer de leer. A estos ingredientes súmenle intriga, golpes de efecto y un final inesperado. Advertencia: esta novela crea adicción.
Cortesía de «El club de lectura El Libro Durmiente»