Con este nombre tan peculiar se autodenominan un grupo de voluntarias que ponen al margen su propia seguridad para realizar una misión de paz, llevando medicamentos, ropa y otros productos de primera necesidad a los más necesitados de Ciudad Juárez, la ciudad que hasta el año pasado y durante tres años seguidos ostentó el dudoso honor de ser la ciudad más violenta y peligrosa del mundo, debido a su elevada tasa de homicidios. Para más inri, encabeza las estadísticas de feminicidios, con más de 700 mujeres torturadas y asesinadas desde 1993 y más de 3000 desaparecidas, la mayoría menores de edad. Desde 2008 ha habido más de 9000 muertos violentamente en una población de millón y medio de habitantes.
Pero no es momento este para analizar cómo se ha llegado a esta situación, sino para comprobar cómo la valentía y la fe en la condición humana pueden resurgir como un brote verde en el más agostado de los campos.
Ciudad Juárez es una ciudad mexicana del Estado de Chihuahua, fronteriza con Estados Unidos, del que la separa el legendario Río Bravo. Aquí, un grupo de mujeres mexicanas cabalgando sobre motocicletas pintadas de color rosa, que contrastan con los vehículos utilizados por el crimen organizado, han decidido regalar su tiempo para tratar de aplacar las muchas penurias de sus vecinos más desfavorecidos. El motoclub se creó en uno de los momentos más difíciles de Ciudad Juárez, cuando la crisis económica se sumó a la creciente ola de asesinatos. Su lema es: “Mujeres sin límites, haciendo la diferencia».
Cada domingo (porque lo tienen que hacer en el tiempo en que sus ocupaciones profesionales se lo permiten), entran en los peligrosos barrios que rodean la urbe de fábricas que linda con Texas. Allí ayudan a madres
solteras, drogadictos, ancianos o desempleados, muchos de los cuales no tienen acceso a la asistencia social y se sienten completamente abandonados. Llevan medicinas, comida y hasta tartas de cumpleaños pagadas de sus propios bolsillos. A veces Las guerreras lo único que pueden hacer es escuchar compasivamente las frecuentes historias de desgracias. Las madres solteras están particularmente expuestas a esta crisis, ya que los hombres abandonan sus casas a causa de la violencia o del desempleo y dejan a las mujeres solas con los niños, muchas veces sin tener nada que comer.
“No podemos negar la situación que estamos viviendo, desafortunadamente, en nuestro país y en la ciudad. Sí existe la violencia, pero somos más las personas buenas, las personas que estamos dispuestas a ayudar y llevar una vida sana y limpia con nuestro trabajo diario, con las ganas de salir adelante”, dice una de ellas.
«Dicen que después de la tormenta viene la calma; eso esperamos, que al llegar la calma esta ciudad sea mucho mejor para nuestros hijos y para nosotros», dice otra.
«La mayoría tenemos hijos, a quienes tratamos de llevar cuando realizamos estas cosas, para inculcarles que todos podemos hacer algo por alguien más», afirman cuando les preguntan.
«Darle algo a cualquiera que tenga necesidad es una satisfacción personal, pero también se le da ejemplo a los niños. Esperamos que mañana estos niños se vuelvan personas de bien que ayuden a sus semejantes», detallan.
Las nuevas heroínas de la violenta Ciudad Juárez han llegado. Los pobres de la ciudad ya tienen a sus Guerreras.