«No se escapa entre las manos
cuando tu mirada ansiosa
se encontró con una rosa
que al momento has admirado».
–Son extrañas tus palabras.
No comprendo de qué hablas.
«Una forma de energía
que parece que nos sobra
cuando emprendemos la marcha,
pero que al tornarse escasa
nos produce la agonía
del saber que todo pasa».
–Ya te entiendo amiga mía.
¿Qué me queda, pues, al alba?
«La mirada que dejaste
sobre la rosa, ¡encendida!
Y ese tiempo que te dieron
para curar las heridas…».
(*) La respuesta al acertijo se esconde en los versos.