Me preguntaba un amigo: «¿por qué a la gente le gusta tanto Star Wars?».
«Porque es un clásico», respondí automáticamente. Y sí, hay cosas que no pasan de moda y muchas que se refuerzan con el tiempo, y ese es el caso de este film. Quizás sea porque nos habla de dos conceptos muy antiguos o porque nos sumerge en una guerra épica, o al contrario, porque en su argumento hay algo más que efectos especiales, hay una historia que nos recuerda a nosotros mismos.
Creo que cada uno de nosotros somos un pequeño universo, una gran saga con sus precuelas que inexorablemente le dan sentido a cada paso que damos. Es así como podemos entender que existan el bien y el mal, las repúblicas y el Imperio, e incluso, el guerrero que busca siempre superarse. Es parte de la naturaleza humana la búsqueda de sentido, de orientación y de algo superior, y eso es lo que nos inspira y nos guía hacia la investigación, la indagación y la vivencia de las cosas. Sin una motivación tal poco podríamos hacer y conseguir.
Por eso en ese pequeño universo que hay en nosotros, tenemos estos personajes habitando dentro. Están aquellos que buscan el placer y se dejan llevar por el deseo, que fácilmente podemos identificar como aquellas ocasiones en las que nos dejamos llevar por la pereza y la dejadez. Y, afortunadamente, nos encontramos con esas otras inclinaciones, esos personajes que nos elevan, nos mantienen firmes y concentrando aquello que nos hemos prometido. A estas fuerzas verticalizantes les podemos llamar valor, sentido de la justicia, constancia…
Pero en este universo, como en todos, siempre hay un centro y una conciencia que quiere llegar a él. Ese es el héroe en búsqueda de sí mismo, es el que somos nosotros, que llamamos siempre a la puerta del misterio, de lo desconocido y de lo inteligible para encontrar las respuestas a preguntas tales como ¿de dónde vengo? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué es la muerte? Esa búsqueda viene acompañada con una sed de experiencias y sabiduría que poco a poco irán formando como una base sobre la cual elevarse y tocar aquello que es tan sagrado como la sabiduría del universo.
Pero lo cierto es que por nosotros mismos no podemos llegar; necesitamos una ayuda, al menos al comienzo, alguien que nos guíe, nos explique el camino y nos haga vivir la gran función que tienen las vivencias de maestro y discípulos. Tenemos infinidad de maestros, unos más cercanos y otros bien lejos, algunos con más sabiduría y otros con lo justo, pero maestros al fin que cumplen con esa sagrada misión de llegar a dar luz y motivarnos a seguir adelante y atrevernos.
Atrevernos a luchar, luchar por la sabiduría, por aquellas cosas que sentimos que realmente vale la pena vivir. Por eso es tan importante un maestro, para vivir la disciplina, el orden y la creatividad en el mundo interior. La capacidad de crear cosas nuevas, maneras más adaptadas de expresión de la verdad en nuestro tiempo, esa es la función de películas como esta, la de traducir de manera inequívoca lo que es propio de la humanidad, las pruebas que todos pasamos, a un lenguaje que el otro pueda entender y vivirlo.
Por eso es tan vital la vuelta a la filosofía a través del cine, porque es una herramienta estupenda para despertar el deseo de vivir con conciencia, de buscar la felicidad real y no la material. Es la filosofía la que es propia del ser humano, está íntimamente relacionada con el sentido de humanidad y de comunión con el resto.
Ahí te dejo un pequeño universo en el que nada sobra y nada falta y donde el mayor viaje está en descubrir aquello que hay en ti, guerrero en búsqueda de la fuerza.