Hay un tema en las sociedades modernas del que no se habla demasiado, pero que aparece en las estadísticas con un significado perturbador: el suicidio. Es lamentable, pero el hecho es que, a pesar de los grandes adelantos tecnológicos y científicos, en las sociedades que consideramos avanzadas hay un alto índice de suicidos. ¿Cuál es la razón?
Vamos a tratar de conversar sobre el tema del suicidio, sobre todo del juvenil, que si bien es un tema tabú en nuestra sociedad, hay ciertas cifras que no son nada despreciables. Y vamos a hacerlo con la intención de profundizar sobre sus causas. Primero, dedicaremos un espacio a ver qué piensa la ciencia sobre el suicidio, causas, motivos, conductas, factores de riesgo, etc. Y, por último, intentaremos saber qué piensa la filosofía sobre este tema.
Decía que hay cifras que no son nada despreciables; y es que el suicidio, para nuestra desgracia, se ha convertido en la segunda causa de muerte entre los jóvenes de edades entre 25 y 34 años. Cada año, se estima que se suicidan unas 3500 personas en España (eso equivale, aproximadamente, a unas diez personas por día). A esta cifra hay que añadir otra que, a veces, se desprecia. Y es que por cada suicidio consumado, se calcula que hay entre diez y veinte intentos no consumados. Es decir, que junto a los 3500 suicidios podemos estimar unos 50.000 intentos de suicidio.
Podría referirme ahora al desagradable tema del ranking de los países europeos que siempre suele acompañar al tema de cifras, para que podamos hacernos una idea, con una falsa comparación, de si estamos bien, si estamos mal, si es mucho, si es poco, etc. Pero creo que estos datos, salvo más morbo, nada aportarán al ya grave tema del suicidio.
Si intentamos buscar las causas del suicidio juvenil, según la ciencia y los estudios sobre universitarios, suele estimarse que es una primera depresión, que dará lugar a una depresión mayor, con una mayor tristeza que debe ser considerada con tratamiento psiquiátrico. Las causas que se suelen aducir rondan los problemas familiares, el hecho de tener unos padres estrictos, la pérdida de uno de los padres, el escaso autocontrol sobre uno mismo, el pensamiento rígido, el negativismo, el consumo de alcohol, de drogas, el estrés, las escasas expectativas de futuro, etc. Y las señales externas que suele mostrar el joven son los cambios de hábitos, sobre todo en el comer y en el dormir, realización de actos rebeldes, conductas autodestructivas, abandono del cuidado de la apariencia física, cambios pronunciados de la personalidad, aburrimiento persistente, quejas físicas, soledad, etc.
Dentro de los estudios universitarios, ciertos científicos han ido más allá y han establecido, a su juicio, una relación entre el suicidio y ciertos elementos biológicos, con el objeto de determinar si el suicidio es una enfermedad que se puede tratar y prevenir. En este sentido, es interesante la entrevista que realizó Eduard Punset al catedrático de Psicología de la Universidad de Florida, Thomas Joiner, emitida en el programa Redes, de TVE-2, el 6 de diciembre de 2009 (http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-suicidio-se-puede-evitar/644326/).
Al parecer, y como consecuencia de haber vivido el suicidio de su padre, el catedrático Joiner ha dedicado gran parte de su actividad investigadora a buscar las causas del suicidio, considerándolo como un trastorno mental; una enfermedad, pero una enfermedad real y muy estigmatizada. Entre sus causas, el catedrático nos habla de una relación genética, genes implicados en la transmisión de la serotonina. El profesor considera que las conductas que acompañan al que se quiere suicidar están dirigidas a superar el instinto de conservación que es propio del ser humano, con el objetivo de plasmar el propio suicidio. Por ejemplo, hay que superar la barrera del propio dolor físico.
Además, la ciencia está empezando a tratar este tema desde sus dos vertientes: como miedo y como ignorancia. Miedo a los efectos (directos, colaterales, etc.) y a sus consecuencias (familiares, laborales, de amistad, etc.). Y está reconociendo su propia ignorancia sobre las causas, pese a que se han apuntado varias. La ciencia reconoce que son solo causas superficiales, pero que se desconocen las verdaderas causas de fondo del tema, más allá de lo esbozado por la neurociencia. Sin embargo, parece un buen camino, ya que el miedo es el motor que nos debe llevar a superar la ignorancia a través del conocimiento.
Una respuesta filosófica
Una vez apuntados los principales elementos científicos sobre el suicidio, vamos a verlo desde la perspectiva de la filosofía. La filosofía, observando la realidad de nuestra forma de vivir, nos indica que vivimos en un excesivo materialismo. Y este excesivo materialismo nos conduce a que no vivimos intensamente el momento presente. Hoy día vivimos pensando en el mañana, deseando que llegue y olvidando el presente. Además, queremos que nuestros deseos sean satisfechos en un corto espacio de tiempo. Si queremos saber inglés, lo queremos saber en un par de meses. No tenemos paciencia para planificar unos estudios ni para esperar los resultados que el trabajo y el esfuerzo nos traerán. Por lo tanto, la filosofía, observando las actitudes, formas, aprecios y valoraciones que hace la juventud de todo su entorno, de sus intereses, de sus preferencias y de sus escalas de valores, ha llegado a la conclusión de que no vivimos el presente y de que corremos mucho. Esto nos lleva a una natural desesperación. Es una consecuencia lógica, ya que si vivimos pendientes del mañana y queriendo conocer las cosas en poco tiempo, solo podemos estar desesperados. No tenemos esperanza, tenemos ansia y depresión.
Además, esta forma de no vivir el presente también tiene otra consecuencia; supone tener un conocimiento superficial de las cosas, no un conocimiento profundo. Y esto también es lógico; si queremos saber cosas y en poco tiempo, en cuanto tengamos ciertas nociones sobre el tema que estamos estudiando, lo daremos por concluido, ya que hay otro asunto que nos está esperando y sobre el que queremos tener conocimientos y, como no sabemos tener paciencia, en cuanto podemos, empezamos con el siguiente para, en cuanto tengamos algo de información, dejarlo y pasarnos a otro, y así sucesivamente. Parte de culpa de este «galopar» sobre las cosas la tienen las nuevas tecnologías, ya que cada día, nos asomamos a un mundo que nos ofrece alguna novedad tecnológica, y nuestro flamante y nuevo juguete tecnológico de hoy, en un par de meses, habrá quedado obsoleto.
Como una causa más que se apunta desde la filosofía, tenemos que el excesivo materialismo ha generado unos estereotipos sociales que excluyen a todo aquel que nos los cumple, de modo que si no actuamos conforme a los estereotipos, no formamos parte de la sociedad, lo que nos lleva a no ser aceptados. Desde este punto de vista, el éxito social está vinculado a ciertos estatus sociales, a ciertos ingresos económicos, a ciertas relaciones sociales, a frecuentar ciertos ambientes, etc. Los grupos de jóvenes, como cualquier otro grupo de la sociedad, se relacionan con su identidad característica, y la ausencia de la misma es causa de exclusión del grupo. Por lo tanto, o se está en el grupo y se cumple con sus normas, o se está fuera del grupo y, por extensión, fuera de la sociedad. De ese modo, aquella persona que no cumple con ningún grupo, que no se adapta a ninguna exigencia social, si no es fuerte, solo ve ante sí el suicidio.
Según apunta la filosofía, el excesivo materialismo, la falta de vivencia del presente, el correr pensando en el mañana, nuestro conocimiento superficial de las cosas, nos lleva, necesariamente, a una desconexión del sentido de nuestra vida y, en último extremo, a pensar en el suicidio como única vía de salida al no saber para qué se vive. Por lo tanto, según la filosofía, la causa real del suicidio es haber perdido el verdadero sentido de la vida como consecuencia de nuestra forma de vivir, porque el ser humano, lo que necesita, fundamentalmente, es encontrar un sentido a su vida. No puede vivir en pos de una quimera material, porque eso le lleva a la desesperación. El ser humano necesita una dirección en su existencia que puede ser proporcionada por la filosofía, que es la que ofrece luz para comprender las grandes verdades de la vida.
Los humanos necesitamos, inexorablemente, saber de dónde venimos, adónde vamos y, sobre todo, qué debemos hacer en esta vida. Al ser humano le hace falta conectarse con su verdadera identidad para, desde el profundo conocimiento de sí mismo, utilizar el mundo material y dejar de ser su víctima.
La ciencia ha dado con los efectos, pero desconoce las verdaderas causas. Depresión, soledad, autodestrucción, pensamiento rígido, negativismo, etc., no son más que los efectos de una causa desconocida por la ciencia, pero a que la filosofía ha identificado: desconexión con nuestro mundo interior y desconocimiento de la finalidad del ser humano. Solamente retomando la vieja máxima de Sócrates, «¡Oh hombre, conócete a ti mismo!», el hombre se liberará de sus fantasmas interiores, entre ellos, del suicidio, pudiendo ser, nuevamente, amo, dueño y señor de su destino.
Bibliografía
http://www.20minutos.es/noticia/2229928/0/suicidios/datos-oms-2012/jovenes/
http://www.eldiario.es/sociedad/SUICIDIO-ESPANA-TASA-SALUD-PUBLICA_0_300970441.html
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-suicidio-se-puede-evitar/644326/
http://www.eldiario.es/sociedad/PISA-suicidio-juvenil-referente-educativo_0_260374223.html