George Lucas se inspiró en El héroe de las mil caras de Campbell para rodar La guerra de las galaxias. Según Campbell, Lucas había expresado en un lenguaje moderno lo que el Fausto de Goethe: que la tecnología no nos salvará, que no son suficientes nuestros ordenadores y nuestras herramientas, que hemos de potenciar nuestro verdadero ser.
Hubo un tiempo en que las hazañas de los héroes se transmitían de boca en boca o en relatos escritos que pervivían desde tiempos inmemoriales.
Eran los tiempos en que los mitos estaban en la mente del pueblo y se aprendía a vivir con las claves que contenían. Los relatos mitológicos, como sostenía Joseph Campbell, custodiaban una verdad universal que servía para guiar el espíritu humano, y eran contados en diferentes lugares de diferentes maneras para tiempos históricos distintos.
La obra del mitólogo Joseph Campbell influyó en numerosos científicos e intelectuales. Uno de ellos fue George Lucas, que se inspiró en su libro El héroe de las mil caras para rodar La guerra de las galaxias.
Decía Campbell que cuando un cuento está en la imaginación de la gente, puede ser utilizado en situaciones de la vida, porque su significado permite obtener una perspectiva para entender la situación. Los mitos son trocitos de información que han permitido sustentar civilizaciones a través de los milenios.
Cuando Campbell vio La guerra de las galaxias afirmó que Lucas había expresado en un lenguaje moderno lo que Goethe transmitió en su Fausto: que la tecnología no nos salvará, que no son suficientes nuestros ordenadores y nuestras herramientas, que hemos de potenciar nuestro verdadero ser.
Teniendo en cuenta que murió en 1987, antes de la llegada de Internet a los hogares, ¿qué diría en un mundo plagado de tabletas, móviles y ordenadores donde los niños aprenden a manejar un procesador de textos antes que a escribir? La cultura, desde luego, ha cambiado su forma de llegar a la gente.
Antiguamente, las aulas universitarias eran lugares donde las noticias diarias no estorbaban, y la atención se dirigía a la magnífica herencia humana que proporcionaba la tradición, en la que Platón, Confucio, Buda o Goethe, por ejemplo, transmitían los valores eternos que tienen que ver con el centro de nuestras vidas.
Sin embargo, puntualizaba este mitólogo que los mitos ofrecen ciertos modelos de vida, los cuales tienen que ser apropiados para el tiempo en el que uno vive, porque los tiempos cambian tan rápido que lo que era conveniente hace cincuenta años puede que hoy ya no lo sea. El orden moral ha de armonizarse con la época haciendo emerger nuevas metáforas para las antiguas verdades universales, que pervivan lo suficiente para quedar en la memoria colectiva. Esto es lo que consigue La guerra de las galaxias, cuya primera entrega data de 1977: una historia futurista que imprime en imágenes algunas cuestiones esenciales que afectan al crecimiento humano.
Nuevas vías para transmitir la cultura
Una nueva forma de comunicación toma protagonismo en el siglo XX y lanza sus mensajes de forma masiva, influyendo de forma decisiva en la información, educación y ocio de la cultura occidental: el cine. El hecho de que las seis películas de la saga se hayan situado entre las cuarenta con mayor recaudación de la historia significa que su mensaje ha calado en millones de espectadores y que, por tanto, Star Wars contiene una visión del mundo que puede revelar detalles sobre nuestra manera de vivir el tiempo presente. Si la trama de la película no tuviera sentido para el público, nadie la entendería y, por tanto, no podrían compartir su mensaje. Conocemos a Gilgamesh o a Ulises, porque suficientes personas consideraron que merecía la pena conservar su memoria. Esto le da un significado concreto al éxito de la saga intergaláctica. Si el espectador se reconoce en estas aventuras, puede que también lo haga en alguna medida en la ideología que contienen.
El mito, que encuentra su expresión en una forma simbólica, tiene una función sociológica, de apoyo y validación de cierto orden social. Muestra las normas éticas que deberían prevalecer en la vida de una sociedad ideal. El viaje de todo héroe tiene un objetivo final, que es la sabiduría y el poder de servir a los demás. La diferencia entre una persona famosa y un héroe es que el famoso vive para sí mismo, mientras que el héroe actúa para redimir a la sociedad.
La saga narra el ciclo heroico de Anakin Skywalker y la historia de su familia. La ideología del argumento, así como los temas políticos principales se perciben a través de sus protagonistas y de los lugares en los que se desarrolla la acción. El hecho de que George Lucas escribiera los tres episodios finales de la trama en su juventud y que los tres primeros capítulos se rodaran casi veinticinco años más tarde, es relevante a la hora de su interpretación.
Aspectos políticos
El argumento transcurre en un enorme sistema planetario organizado políticamente como confederación. Un golpe de Estado promovido por avaros comerciantes y fanáticos religiosos instaura el Imperio Galáctico, terminando con la República hasta entonces existente.
En el proceso, es fundamental el papel de Anakin, un enviado divino con la misión de pacificar el univers,o pero que, por diversos avatares, se suma a las fuerzas del mal y a una ideología totalitaria. Serán su dos hijos, Luke y Leia, los que liberarán la galaxia en los tres episodios finales, a través de una sublevación que desencadena una guerra civil interplanetaria.
Los caballeros jedi, sacerdotes guerreros de una religión naturalista, poseen habilidades sobrehumanas conseguidas a partir del amor y del conocimiento de la Fuerza y participan en el gobierno con funciones diplomáticas y consultivas. Son hombres íntegros en los que prevalece un afán de servicio a los demás, a la justicia y a la verdad. Mantienen su equilibrio interior a pesar de que el camino del reverso tenebroso es más fácil y más seductor. Lo mismo que la casta chatria en la India o los clanes samuráis de Japón, los jedi también pertenecen a su propio linaje endogámico. Sus armas nos recuerdan a las catanas japonesas, que al igual que las espadas láser se usan con las dos manos.
El Imperio es la encarnación política del mal. Basa sus fuerzas, sobre todo, en robots y clones, que son las Tropas de Asalto, mientras que la Alianza Rebelde solo utiliza los robots como apoyo técnico, porque son las personas las que combaten, no las máquinas. Esto nos sugiere los objetivos de cada bando: el Imperio busca hombres-máquina sin voluntad; la Alianza Rebelde, un mundo en el que los seres humanos tengan libertad para elegir.
El reverso de la Fuerza está representado por Darth Sidious, un político ávido de poder. Dedica su vida a la ejecución de un plan para derrocar la República desde dentro, desencadenando las guerras clon, un conflicto a escala galáctica. Sirve como embajador del planeta Naboo, pero vive una doble vida con la habilidad de presentarse como un político honesto mientras es, en secreto, un señor oscuro de los Sith. En nombre de la seguridad, transfiere gran parte de la autoridad ejecutiva del Senado a su propio cargo, y defiende sus acciones de cara a la galería pretendiendo ser un firme defensor de la democracia directa. Prometiendo paz y armonía no repara en gastos con el fin de forjar un ejército para reforzar su dominio. Por fin, consigue que los soldados clones traicionen a los jedi, lo que le posibilida declararse a sí mismo Emperador, terminando con una República que se había mantenido durante milenios. Uno de sus primeros actos consiste en promulgar la exterminación sistemática de los jedi. Después, pasa a un segundo plano de la vida pública para vivir en la opulencia, ejerciendo de forma efectiva un control total sobre toda la galaxia. Los paralelismos con el movimiento nazi se hacen evidentes en el comportamiento de este déspota totalitario.
Los del lado oscuro utilizan sus poderes para esclavizar a los demás y experimentar con seres vivos inteligentes con el fin de conseguir cuerpos con que perpetuarse. Darth Vader, el malo de la película, es mitad hombre, mitad máquina. Comandante de las tropas imperiales e incapaz de perdonar, intenta atraer a Luke a la oscuridad para eliminar al Emperador e iniciar su propio linaje.
Los robots R2D2 y C3PO personifican la tecnología buena, o sea el uso humano controlado de la ciencia y la técnica frente a la avalancha de máquinas dañinas que aparecen en la epopeya.
Política real e imaginaria
La democracia directa es el sistema de gobierno del planeta Naboo, inspirado en la Atenas clásica; la burocracia constituye un gran problema para la República en el planeta-parlamento Coruscant; y la vida natural de algunas criaturas no siempre se corresponde con el orden legal. Encontramos un evidente discurso ecologista, centrado en la defensa de la naturaleza frente a la civilización.
En La guerra de las galaxias vemos reflejada la historia del capitalismo. Al principio, Lucas destacaba sus aspectos más positivos, centrados en la libertad, alrededor del personaje Han Solo, un bribón preocupado por el dinero pero que se hace simpático por su defensa de la amistad y de la palabra empeñada. Pero esto cambia un poco en la segunda trilogía, donde las máquinas malvadas que amenazan el gobierno democrático son aupadas por la industria militar, la tecnología y el dinero.
Las dos caras del conflicto político son libertad contra igualdad, naturaleza contra tecnología, vida salvaje contra civilización. Lucas se decanta en principio a favor de la libertad y la naturaleza. En la segunda serie, veinticinco años después para nosotros, y treinta antes para los personajes, las cosas son diferentes. El capitalismo ya no es tan seductor y los colonos han sido sustituidos por burócratas y diplomáticos.
El poder es un tema interesante, ya que es el que mantiene unidos a los diferentes sistemas planetarios. Una «amenaza fantasma» ideada por el jefe de la conspiración permite que estos le atribuyan el mando militar absoluto. El paralelismo con la dirección militar absoluta de Estados Unidos después del atentado del 11S, justificada por una amenaza que también resultó «fantasma», le valió a George Lucas muchas críticas. Cuando Anakin le dice a Obi-wan: «Si no estás conmigo, eres mi enemigo», recordó a muchos espectadores las palabras que Bush dirigió al mundo entonces: «O están con nosotros, o están con los terroristas».
En la segunda trilogía averiguamos que la República es un método de gobierno representativo, con un planeta-parlamento donde se reúnen representantes de todos los sistemas estelares para tomar decisiones de forma democrática. También constatamos que el sistema de gobierno es bueno, pero está arruinado por gobernantes ineficaces, burócratas egoístas y sacerdotes corruptos. En el lenguaje político actual se referiría a la avaricia capitalista, la ineficacia burocrática y el fundamentalismo religioso.
Es interesante notar que los personajes de la primera serie se afanaban por construir un mundo, mientras que los de la segunda, luchan por evitar que sea destruido.
Los enemigos de la democracia se reúnen en una Confederación de Sistemas Independientes compuesta por cinco ejércitos: la Federación del Comercio, que domina las rutas comerciales de la galaxia; la Alianza corporativa, que agrupa a las grandes empresas intergalácticas; la Unión Tecnológica, formada por los constructores de naves espaciales, computadoras, androides y armas; el Clan Bancario, que controla los créditos y sistemas monetarios de la galaxia; y el Gremio de Comercio, que reúne los intereses particulares de los negocios de materias primas. Esta banda de los cinco aparece plagada de egoístas y cobardes. Aquel orden social de un capitalismo romántico inicial de la primera trilogía se ha convertido en un nido de víboras.
En el aspecto religioso, quien no consiga oír la voz divina ante este panorama, sentirá miedo y rabia por el silencio de Dios y empezará a alimentar un egoísmo desmedido que le llevará a acumular objetos, personas o poder.
La película enseña que la democracia funciona cuando sus instituciones están activas y sostenidas por la mayoría de ciudadanos. En caso contrario, pierde su vigor y los seres humanos se sienten vacíos.
Probablemente encontremos en la riqueza simbólica de Star Wars elementos que podemos extrapolar a nuestra circunstancia real. Tal vez, incluso, alguna clave que permita perfilar líneas de mejoramiento en algunos aspectos. Y es que, como dijo Yoda:
«Siempre en movimiento está el futuro».
Para saber más:
La ideología de Star Wars. Luis García Tojar. Universidad Complutense de Madrid.
https://www.ucm.es/data/cont/docs/471-2013-10-29-IdeologiaSW.pdf
Algunas claves sobre La guerra de las galaxias. Javier Saura