Este año el mes de abril viene cargado de significado, pues se conmemora el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare, los más grandes creadores que ha dado la literatura universal, unidos en cierta forma por un destino común, que les hizo especialmente hábiles para captar lo más recóndito de la naturaleza humana y sus misterios y plasmarlo en relatos, escenas, episodios, personajes inmortales.
Cada uno en su estilo, en su medio cultural, en su propia lengua nos siguen maravillando, cuatrocientos años después de su desaparición de este mundo. Nos revelan el gran secreto de la trascendencia porque, a pesar de las diferencias que podamos marcar entre los seres humanos de dos épocas tan distantes, seguimos encontrando en las obras de los grandes creadores, claves fundamentales para conocernos a nosotros mismos y comprender al mundo que nos rodea.
Quizá porque muchas generaciones de lectores se han reconocido en tales obras inmortales, es por lo que la UNESCO estableció en 1995 que el 23 de abril, que es la fecha de la muerte de los dos genios citados, se celebrarse en todo el mundo el Día Internacional del Libro, para fomentar la lectura, como el mejor instrumento para desarrollar la cultura y la libertad.
Y rendimos homenaje a los creadores que nos han proporcionado páginas inolvidables, que nos han llevado a mundos imaginados y nos han brindado muchos ratos intensos y felices, siguiendo las peripecias de los protagonistas de sus historias.