Con frecuencia tenemos la sensación de que hay una parte de la realidad que no llegamos a conocer con los sistemas que hemos aprendido y recibido en las diferentes etapas de la educación. Hay explicaciones que no encontramos en los libros, o en las versiones que circulan por todas partes, homologados por los entendidos en las distintas disciplinas. Los leemos, los estudiamos, pero no nos satisfacen, porque intuimos que debe haber otras respuestas a nuestras inquietudes y… seguimos buscando.
Luego, descubrimos que no somos los únicos en padecer esa especie de decepción que nos deja insatisfechos y, en nuestras búsquedas, nos vamos encontrando con gentes, nombres, iadeas, propuestas, estudios, que nos indican que no estábamos equivocados al suponer que faltaba mucho por descubrir.
Eso nos pasa en Esfinge, pues llegan a nosotros continuamente los hallazgos de tantos buscadores. Y los recibimos con respeto, pues sabemos que es difícil hacerse oír en medio del ruido que producen los escépticos, siempre dispuestos a descalificar a los entusiastas. Que recojamos en nuestra revista sus proyectos no siempre significa que compartamos completamente sus puntos de vista, pero sí quiere decir que consideramos positivo su esfuerzo por explicar fenómenos como el de las experiencias cercanas a la muerte, sin ir más lejos, y tantos otros con los que nos encontramos en el camino de la vida.
Además, nos parece reconfortante dialogar con quienes se atreven a mirar al «otro lado del espejo». Son gentes libres y alegres, y eso es muy de agradecer en estos tiempos.