La marionetista argentino-española Irene Melfi Svetko, autora del libro Títeres y marionetas, origen, simbolismo e historia, nos descubre el origen mistérico de este arte milenario que permite desarrollar la reflexión, la imaginación y la intuición.
«La belleza es un resplandor que atrae hacia sí al espíritu humano» (Marsilio Ficino, 1433-1499).
El arte es una manifestación de la belleza, y si –como dice Platón– la belleza es reflejo del arquetipo o Idea de lo Bello, el arte de la marioneta reúne en sí la belleza de la imagen, del texto, de la música y la armonía del conjunto del espectáculo. Irene Melfi afirma que contiene un profundo mensaje que habla más a la intuición que a la razón del espectador.
El títere y la marioneta pueden parecer exagerados en su estética y moverse con una violencia casi calculada, pero hacen pensar. Su actuación se convierte en un espejo que enfrenta al espectador con lo mejor y lo peor de sí mismo.
Historia de las marionetas
En Antinoé, ciudad construida junto al Nilo por el emperador Adriano, se encontró una cabina montada sobre una barca plana de madera. Dos puertas de marfil se abren para revelar una escena en el interior. Aún se pueden ver restos de las cuerdas que servían para mover figurillas articuladas de marfil. Este teatro estaba destinado a representar un rito mágico-religioso.
También Herodoto, en el siglo V a.C., menciona figurillas articuladas movidas por alambres. Describe, por ejemplo, una figura de la fecundidad, llevada en procesión por los egipcios en honor a Osiris.
Aristóteles nos ha dejado una descripción de los títeres:
«El soberano dueño del universo no tiene necesidad de numerosos ministros (…) Le basta un acto de su voluntad: de la misma manera, esos que manejan los títeres no tienen más que tirar de un hilo para poner en movimiento la cabeza o la mano de esos pequeños seres…».
En la antigua mitología hindú, Adi-Nat, la primera marioneta, sale de la boca de Brahma, el Creador. No se puede pedir un origen más noble para los inicios de este arte. Incluso, algunos historiadores afirman que el teatro de muñecos es más antiguo que el teatro humano, pues hubo algunos momentos en los que el teatro de actores estuvo prohibido y se consideraba un presagio de muerte. Este tabú no incluía al teatro de muñecos, por lo que este era el medio por el cual se representaban los Misterios. Los primeros teatros de muñecos se inspiraban en los poemas épicos sánscritos del Mahabharata y el Ramayana.
En Estados Unidos, los títeres fueron utilizados desde hace más de mil años por los indios hopi, en el noroeste de Arizona. Estos indios eran muy hábiles en tallar y pintar muñecos, a los que vestían con telas de colores brillantes y adornaban con plumas. Utilizaban los títeres en sus ritos, representaban leyendas y hacían ceremonias de ofrenda a los dioses o fuerzas de la Naturaleza.
Enrique Vesely, un importante escritor checo dedicado al estudio de los títeres, dice sobre el origen de las marionetas:
«La cuna del teatro de muñecos fue la India y, desde allí, se divulgó por el mundo. De la India, pasaron a Persia, de allí a Arabia, y de Arabia, los gitanos los llevaron a Europa atravesando Grecia e Italia».
Johann Wolfgang von Goethe instaló un pequeño teatro en los jardines del palacio Belvedere, en Weimar. Sentía gran admiración por el teatro de títeres. Para escribir su famoso Fausto, se inspiró en una representación de títeres que había visto en Frankfurt en su niñez.
Cuando Bohemia estaba bajo la dominación de los Habsburgos, Matej Kopecky se sirvió de los títeres para despertar la conciencia de su pueblo. Hacía representaciones en checo, lengua que apenas entendían los opresores de su patria. Mostraba episodios de años felices, cuando Bohemia era libre y tenía sus reyes.
A mediados del siglo XVI, en Europa se comienzan a escribir y a componer obras para teatro de marionetas. Mientras los títeres se dejan para el pueblo, otra clase de títeres se realiza para la nobleza: las marionetas de hilos.
Cuando Jean Babtiste Lully (1632-1687) introdujo la ópera en Francia, bajo el reinado de Luis XIV, el arte de las marionetas no tardó en imponerse. En el siglo XVIII seguía en su apogeo, y varios personajes importantes de la nobleza tenían su teatro privado.
En 1716, el príncipe Nikolaus Esterházy de Hungría decidió construir un teatro de marionetas en su residencia del palacio Eszterháza, que ya contaba con una pequeña ópera. Joseph Haydn, que estuvo tres décadas al servicio de la familia Esterházy, escribió siete óperas para marionetas. En 1994, tras una gran reconstrucción, Christine Hierzer reabrió aquel pequeño teatro de ópera con el Teatro de Marionetas de Hilos del Castillo de Schönbrunn. En la actualidad, presentan las óperas de W. A. Mozart: Don Giovanni, La flauta mágica, El rapto en el serrallo, etc.
Las marionetas del doctor Podrecca, de Italia, fueron consideradas como las más artísticas y técnicamente perfectas, como lo demuestran las opiniones de ilustres personalidades: Bernard Shaw, Gabriel d’Annunzio, Eleonora Duse, H. G. Wells, Arturo Toscanini, Santiago Rusiñol etc.
A finales del siglo XX y principios del XXI, sigue siendo un arte con un amplio repertorio que puede promover la educación en valores, tanto para escolares como para público adulto.
Valor didáctico de las marionetas
Un buen ejemplo del valor artístico y pedagógico que pueden adquirir los espectáculos de marionetas es la experiencia práctica de la marionetista Irene Melfi. Desde los primeros años de su vida, tuvo la posibilidad de participar en diferentes manifestaciones artísticas. Su propia formación le permitió apreciar el valor del arte en la educación y la llevó, con el correr de los años, a terminar la carrera de Bellas Artes, licenciándose en la especialidad de escultura, siendo su profesor el escultor y arquitecto italiano José Gerbino. También fueron de gran importancia para su formación docente las enseñanzas recibidas en la carrera de Pedagogía del Arte de la pedagoga argentina Nilda de Echen.
En 1968 creó su primer espectáculo con sus primeras marionetas, que eran esculturas articuladas de un metro de alto, movidas con hilos desde arriba. El espectáculo de marionetas reunía todas las artes que amaba: escultura, pintura, teatro, pedagogía, literatura y música.
Irene Melfi siempre ha motivado a los niños y niñas a expresarse después de las representaciones sobre lo que más les ha impresionado de las funciones de marionetas. Así, una niña de ocho años escribía: «Cuando veo marionetas, pasa por mi corazón como un hilito de oro».
Desde su comienzo, conquistó de inmediato los corazones y la imaginación del público, primero en Ámerica Latina, y después, en Europa. En 1980, cautivada por la magia de la ciudad de la Alhambra, se instaló definitivamente en Granada (España). La llegada de Las Marionetas de Irene supuso el acceso a un espectáculo totalmente dedicado al arte de las marionetas de hilos, lo que unido a la capacidad de trabajo de su equipo y al aspecto pedágogico que proponían por ofrecer obras destinadas a la formación interior del espectador, atrajo poderosamente el interés del público.
Un repertorio pedagógico
«Educar no es dar carrera para la vida, sino templar el alma para las dificultades de la vida» (Pitágoras, 570 a.C.-495 a.C.).
Irene Melfi escribe y adapta los libretos para sus representaciones, y los temas que se representan impactan al espectador, sea niño o adulto. En realidad, ese es su propósito. Varios son los asuntos que se ponen en escena en su repertorio.
En la difusión del amor por la música, varias obras nos llaman la atención: Mozart: un niño prodigio, basada en la vida del genio de Salzburgo, en la que se invita al público a participar ensayando un coro con la Pequeña Serenata; Pedro y el lobo, con música de Prokofiev, con la que los niños se acercan al mundo de los sonidos; El carnaval de los animales, la fantasía zoológica escrita por C. Saint Saens; El pájaro de fuego, basada en el ballet de Igor Stravinski, que muestra cómo el protagonista podrá superarse a sí mismo con la ayuda del ave fénix; Cascanueces, con el cuento de Hoffmann y la genial música de Tchaikovsky, donde se resalta la generosidad de María.
Mención especial merece La flauta mágica, de Mozart, que supone una adaptación del libreto de E. Shikaneder, con las más bellas arias y fragmentos musicales de esta ópera. La obra está marcada por infinidad de elementos simbólicos, tres bemoles en la armadura, tres niños que guían el camino, tres damas de la Reina de la Noche, tres puertas, las pruebas de silencio. En este montaje, se muestran veladamente muchos aspectos de la masonería, orden a la que Shikaneder y Mozart pertenecían.
Dentro de una filosofía de vida natural y ecológica, el espectáculo ha sido ideado para desarrollar en su público un profundo amor a la naturaleza, educándolo en valores naturales, sencillos pero valiosos, en una serie de obras, como por ejemplo: El agua: un tesoro sin igual, donde una princesa ha sido hechizada y será salvada con una gota de agua que el valiente protagonista conquista; El fantasma del calentamiento, donde el protagonista recibe de un anciano árbol el consejo de que tome conciencia de lo que está pasando; La magia del reciclar, representación en la que el fantasma del olvido hace olvidar su deber a Flipy, y gracias al Mago del Reciclaje toma conciencia de su responsabilidad; La magia de la solidaridad, que muestra el amor, la generosidad y la buena convivencia por medio de apasionantes aventuras vividas por sus dos protagonistas.
También están presentes los cuentos clásicos de siempre, cargados de simbolismo, con montajes actuales y atrayentes, como Las aventuras de Pinocho, Aladino y la lámpara maravillosa, Blancanieves y los siete enanitos, y una historia singular, Al-Andalus, unión de tres culturas.
Las representaciones de marionetas para adultos recogen algunos argumentos que invitan a la reflexión, como Canción de Navidad, del escritor inglés Charles Dickens o Helena, una mujer sin igual, basada en la vida ejemplar de Helena Blavatsky.
En 2013, coincidiendo con el 2400 aniversario de la Academia de Platón, Las Marionetas de Irene celebraron su 45 aniversario. Por este motivo, la compañía se planteó un reto de gran envergadura: el montaje de una obra sin precedentes en la historia de las marionetas: Vida y enseñanzas de Platón: el mito de la caverna.
Es obvio que las representaciones de marionetas de hilos y títeres en general pueden convertirse también en instrumentos de transmisión de valores humanos y de concienciación de muchos aspectos de la vida, en un lenguaje que entienden todos los espectadores independientemente de su edad y que reúne en sí mismo varias disciplinas artísticas. Buenas iniciativas como esta merecen ser conocidas.
Para saber más:
Títeres y marionetas, origen simbolismo e historia. Irene Melfi Svetko. Editorial AIFEMA. ISBN: 978-84-695-8800-0.