Cuando sueñes y proyectes
tu mirada hacia adelante,
has de sopesar el bien
que a tus sueños acompaña.
Habrás de saber querer
y entregarte a la tarea,
sin rodeos, ¡con el alma!
Aunque no sea sencillo,
conocerás en la marcha
que, sin duda, hay un camino
y señales que lo aclaran.
Piensa en ello con certeza,
con idéntica esperanza
con que, en invierno, el árbol
sueña el verde de sus ramas.
Si del Bien eres amigo…
¡ya construyes la mañana!