Historia — 28 de febrero de 2017 at 23:00

La vikinga de Castilla

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Vikinga de Castilla

Se llamaba Kristina Hakonsdatter y era hija de Haakon IV de Noruega. A fines de 1256 llegó a España para casarse con un hermano de Alfonso X el Sabio. Era hermosa, muy joven, muy rubia. Y se quedó en Castilla para siempre. Oculta tras su muerte, porque hasta 1952, restaurando la Colegiata de Covarrubias, en Burgos, no se halló su sepulcro. Hasta ese momento era leyenda. Entonces entró en la Historia. Momificada, vestida lujosamente.

A Alfonso y a Haakon les interesaba estrechar lazos políticos: a la muerte de Guillermo II de Holanda y Rey de Romanos quedaba abierto el camino al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, al que Alfonso, descendiente de los Hohenstaufen, tenía derecho. Igual que Ricardo de Cornualles. Alfonso logra el apoyo de Pisa, Francia, Hungría, Portugal, Aragón y Navarra. Y Haakon quiere estrechar lazos con Castilla para abrirse paso hacia los puertos de Alemania, así que comienzan los tratos diplomáticos, que nos relata el cronista Sturla Thordarson, islandés.

Los castellanos viajan a Noruega para pedir la mano de la princesa Kristina, que había de casar con alguno de los hermanos de Alfonso, no se sabía aún cuál. Se quedan allí todo el invierno. Y regresan con la novia y un nutrido séquito de nobles y eclesiásticos, dice el cronista que más de cien. Y muchos y muy valiosos regalos como dote, sobre todo pieles desconocidas en España. De camino visitan Inglaterra y Francia, desde donde la comitiva sigue por tierra hasta entrar en la península por Gerona, y recibiendo siempre los más altos honores.

Se dice que Jaime de Aragón se enamoró de la hermosa vikinga

En Palencia se encuentran la novia y Alfonso. Siguen juntos hasta Valladolid, donde ella debía escoger a su futuro esposo. Y ella escoge al Infante don Felipe, «buen cazador y luchador, alegre y cortés, amante de los cánticos».

Él también se siente feliz.

La boda se celebra, fastuosa, en Valladolid. Ella pide como regalo una capilla a San Olav… que se terminó 700 años después. La burocracia siempre ha sido igual.
La pareja se establece en Sevilla, mientras casi todo el séquito de Kristina regresa a Noruega.

Y suponemos que fueron felices, porque no sabemos más. Solo que la princesa murió cuatro años después de su boda, por causas desconocidas. Quizá por el calor de Sevilla, tan extraño a la niña del norte. Probablemente de una infección de oído, porque en su ataúd apareció una receta «contra el mal de los oídos».

Otro misterio que guarda Madre Historia.

Su cuerpo fue embalsamado y llevado a Covarrubias. La enterraron en un fastuoso sepulcro tallado para ella, lo que indica el amor de su esposo.

Y allí durmió 700 años la vikinga de Castilla, perdido casi su paradero y su recuerdo, hasta que, como hemos dicho al principio, en 1952 apareció su sepulcro gracias a unas obras de restauración.
Y en 2011 se inauguró su iglesia de San Olav, regalo, muy tardío de su boda. En el Valle de los Lobos, cerca de Covarrubias. Muchos años después, princesa Kristina de Castilla, pero ya nadie volverá a olvidarte.

Porque siempre hay flores ante tu estatua.

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