Rock clásico con influencias de Ariel Rot, Calamaro, los Rolling. Como ellos mismos dicen, son una banda de rock agridulce porque esta vida tiene algo de dulce y algo de agrio. La Banda de Fesser entiende su música como una forma de entender la vida.
Una buena historia es una buena muestra de lo que es el rock agridulce: si observamos lo que nos rodea (corrupción, lo instintivo, lo animal), vemos la parte agria de la vida. En la vida hay tristeza pero también hay alegría y hay esperanza; es la faceta dulce.
Todo lo que veo es parte de un sistema corrupto.
Todo está manchado, ya no sabes dónde pisar.
Diferentes sendas, todas son el mismo camino.
No existe el camino, lo hace el caminante al andar.
Aparece el instinto, el animal. Todo puede ser parte del motivo.
No te vengas abajo, que siempre quedará alguna buena historia que contar.
Comienza la canción con unas guitarras bluseras, como lamentos desgarradores que lloran por esa corrupción sistemática, pero de repente, surge un ritmo de ska, frenético, alegre, lleno de esperanza.
Cuando todo terminó, la verdad fue revelada. Pero solo hay una y es la del que gana.
Dilatada sinrazón. Tiempos de apretar los dientes. El perdón es la virtud de los valientes.
Cuando intuyes el final, cuando todo se oscurece, es el único bastón que me sostiene.
Decía Giordano Bruno que no existe el mal en sí. El mal es una sombra del Bien. Los defectos (agri) y los valores (dulce) son las formas primeras de la moral, los defectos son solo sombras. Es en medio de una noche oscura donde resplandecen con más belleza las estrellas.
Por eso habla del filósofo heroico, es el que comprende, acepta y cumple su destino, se adapta a las circunstancias. Cuando las dificultades aprietan, no cede ante ellas sino que lucha a pesar de las adversidades. Es un soñador de imposibles, porque todo lo realmente grande y duradero nació de un sueño utópico.
El filósofo heroico se da cuenta de que además de lo malo existe lo bueno; lo que ocurre es que muchas veces está adormecido y otras muchas se oculta tras el telón del miedo. La verdadera filosofía ayuda a descubrir los errores e injusticias de la vida, pero no se conforma con sacarlos a la luz sino que, erradicando el miedo y sus secuelas, lucha para mejorar todo aquello que depende de él, empezando naturalmente por él mismo.
Por eso, « no existe el camino, lo hace el caminante al andar » .