Editorial — 30 de noviembre de 2017 at 23:00

Cuarenta años de Star Wars

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En este número de Esfinge volvemos a constatar que la serie de películas titulada Star Wars es un fenómeno cultural propio de nuestras sociedades de la segunda mitad del siglo XX y la primera del XXI. Llama la atención la duración en el tiempo del interés de los públicos por este fenómeno cinematográfico, precisamente en un mundo en el que todo se diluye con enorme rapidez y pocos productos de la industria del cine son capaces de llegar a los públicos con la eficacia que ha conseguido la saga ideada por George Lucas.

Este interés llega hasta el análisis de los detalles más nimios, relacionados con las circunstancias de los rodajes, la vida personal de los actores, incluidos los secundarios, las comparaciones entre los trucos artesanales de las primeras entregas y las sofisticadas técnicas digitales de las posteriores y un sinfín de matices que, cuarenta años después, siguen encandilando a los millones de aficionados en todo el mundo.

Cabe preguntarse a qué se debe un interés tan desmesurado y la respuesta es casi obvia. Por una parte, muestra la sed de historias bien narradas sobre el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal y el papel de los seres humanos en las batallas, algo vigente desde que se escribiera el Mahabaratha o la Ilíada. En segundo lugar, las peripecias de los héroes que asumen su destino y se enfrentan a sus enemigos impactan en el imaginario colectivo, como siempre lo hicieron. Y a esto se añade el marco de un mundo altamente tecnificado, para la aventura imperecedera de los seres humanos.

Cabe desear que vayamos más allá y saquemos conclusiones que nos orienten sobre el sentido de todo esto y no nos quedemos en la superficie.

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