Sociedad — 31 de enero de 2018 at 23:00

Cómo desarrollar un sentido especial

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Hay un poder que se despierta en el peregrino del Camino de Santiago cuando lleva varias etapas a sus espaldas. Intentaré describirlo. Se trata de un sexto sentido, capaz de detectar con una facilidad asombrosa dónde hay una flecha amarilla. Puede parecer algo trivial, pero no es así, pues su desarrollo supone alargar o acortar mucho tiempo. Todo el mundo sabe que esta es la señal (y también una concha) que indica el Camino y el sentido correcto a seguir en el sendero que lleva a Santiago.

Lo natural es ver una nueva flecha poco después de pasar por la anterior. Este nuevo sentido se desarrolla con los años. Podemos estar en medio de una conversación animada, o ensimismados en cualquier pensamiento, y ese dispositivo interno, como un radar, capta todas las señales. Así, cuando uno anda un tiempo sin encontrar ninguna, aparece cierto desasosiego en el peregrino. Si pasa más tiempo, ese pequeño malestar se convierte en una preocupación que crece con cada paso. Por fin, si no asoma ninguna flecha en un recodo o un tronco de árbol, el agobio se apodera del caminante… y se para.

En los primeros días de nuestra experiencia en el Camino (siempre junto a mi pareja), antes de desarrollar este extraño poder, nos perdimos algunas veces. Una vez, aparecimos de pronto en un campo de árboles frutales y tuvimos que desandar lo caminado, perdiendo una hora. Aún no habíamos «actualizado» esta aplicación natural que no necesita ninguna conexión. El nivel más avanzado de este poder se alcanza en las ciudades que atraviesa el Camino. A pesar del movimiento y acumulación de estímulos, el peregrino experimentado puede distinguir con precisión, a decenas de metros, una pequeña flecha amarilla bajo un bordillo o en una señal de tráfico.

Estas flechas las comparo con otras que aparecen en la vida y nos marcan la dirección adecuada hacia nuestros sueños. No es poesía barata. Si logramos despertar ese dispositivo interno, más allá de los imprevistos, avanzaremos hacia nuestros objetivos más anhelados. Podemos disfrutar de mil cosas en nuestro trayecto, pero manteniendo la atención hacia lo que verdaderamente nos importa. Pararemos a descansar, o a hacer el vago un rato, pero algo en nosotros estará pendiente de localizar esa «flecha», esa señal, que nos indica el sentido adecuado, y que tenemos que seguir caminando.

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