Sociedad — 31 de marzo de 2018 at 22:00

Lo que queda de Roma en nosotros

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El espíritu romano de conquista y de acción es un elemento que se encuentra también en otros momentos de la historia y en otros lugares. Podríamos establecer un paralelismo con los Estados Unidos, pues de alguna forma, la cultura occidental está matizada por los valores norteamericanos.

Sabemos que a lo largo de la historia se han ido repitiendo ciclos: periodos de decadencia, como la Edad Media, y periodos de auge y esplendor, como la época de Pericles en Atenas o el Renacimiento.

Maquiavelo expresa: « Aquel que quiera conocer lo que será, debe reflexionar sobre lo que fue, pues todo lo que sucede en el mundo, en cualquier época, guarda genuina semejanza con lo sucedido en los tiempos antiguos» .

¿Cuál es el factor decisivo que permite que un pueblo se transforme en un gran imperio? Tomaremos como primer factor decisivo, el sociopolítico y económico, y advertiremos esa semejanza entre las dos culturas.

Tanto en Roma como en Estados Unidos, lo principal es su capacidad militar, el sentimiento patriótico en la misma sociedad entregada a lo militar. En un primer momento, sobre todo en Roma, hay un vínculo muy directo con lo religioso, con el culto mitraico, mientras que en EE.UU. se observa cierta religiosidad impresa en el estamento militar, como por ejemplo en el « Semper fidelis» de los marines… en la unión con los demás.

Otro aspecto común en los dos sería la paz romana o la paz americana. Los dos utilizan ese militarismo para conseguir periodos de paz. Los norteamericanos intentan ser los mediadores y conseguir que haya paz en el resto del mundo, tienen un sentimiento y una capacidad de ser salvadores del mundo, actuando como intermediaros en los conflictos internacionales. Son los exportadores del orden y de la civilización, de la democracia y del progreso.

También encontramos el águila como animal emblemático. En el emblema de EE.UU., aparece un águila que sujeta una rama de olivo con trece hojas y trece flechas, que representan los trece Estados. La rama de olivo significa la paz, y las flechas, la guerra. El águila también tiene cogida del pico una banda que pone: ploribus unu («De muchos, uno), lo que plasma desde un primer momento ese sentimiento de unidad.

Los símbolos llegaron a EE.UU. a través de los masones. Como curiosidad, aparece en el reverso del Gran Sello de los Estados Unidos, diseñado por primera vez en 1782 e impreso en la parte de atrás del billete de un dólar estadounidense desde 1935, una pirámide truncada con esos trece niveles, y dos frases que dicen: « Está comenzando un nuevo orden» : Novus Ordo Seclorum (en latín, «Nuevo Orden de los Siglos [o las Eras]»). Tienen el sentimiento de que algo grande se está gestando, de que va a surgir un imperio.

Los cuerpos de élite del ejército norteamericano tienen como referencia a los filósofos latinos y griegos en su formación militar. Utilizan el estoicismo como sistema de adiestramiento y espionaje, y para formarlos ante la frustración.

Y la otra frase expresa lo siguiente: « Aprobar las cosas que se han iniciado» .

Walt Whitman formula en una poesía: «Surgirá un nuevo orden y sus hombres serán los sacerdotes del hombre y cada hombre será su propio sacerdote».

El ideal de libertad republicano y la ruptura con el antiguo régimen también es otro punto en común que aparece en ambos. La nación americana rompe con la monarquía de Gran Bretaña, debido a los impuestos y al hecho de sentirse sometida a un imperio muy lejano, del que se quiere separar, de manera que, al romper, se fundan los EE.UU.

En Roma se desligan de la primera monarquía, cuyo último rey fue Tarquinio. Hay un nuevo rompimiento y luego empieza el Imperio con sus emperadores. Este acontecimiento sirve de inspiración para los franceses al impulsar su propia revolución.

En Roma, por un lado tenemos el origen mitológico de la creación, con Rómulo y Remo amamantados por una loba. Y por otro, históricamente tenemos a los primeros comerciantes y agricultores… y cómo en un momento crítico en la historia de Roma, cuando nace el Imperio, César decide atravesar con su ejército, después de muchas vacilaciones, el Rubicón, nombre de un río de Italia que se utiliza en la expresión pasar el Rubicón, que significa «tomar una decisión atrevida asumiendo las posibles consecuencias».

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En el caso de EE.UU., se separa de Gran Bretaña y empieza la conquista. Importantes ciudades empiezan a expandirse hacia los lados, hasta que, al no haber más terreno, se desplazan hacia otros terrenos como Cuba.

En un primer momento, los colonos en Roma no tenían ningún problema para ser ciudadanos. Llegaban, se inscribían en el censo y podían convivir en la sociedad, tal como ocurrió en EE.UU. con los inmigrantes que llegaban huyendo de su lugar de origen por conflictos religiosos, políticos o económicos al país de las oportunidades. Sin embargo, con el tiempo y la masificación, se exige más para obtener la ciudadanía. Lo que une a estas gentes, nativos de diferentes lugares, es el espíritu económico y materialista.

También coinciden en crear gobiernos provinciales en Roma. Al expandirse crean provincias, las cuales están dirigidas por el cónsul. Hay dos cónsules: uno se queda en Roma y el otro sale fuera. Ninguno estará al mando más de un año y siempre tiene que haber un gobernador para que cada provincia sea autosuficiente.

En EE.UU. existe un Estado federal; todos dependen de un Gobierno central, Washington, pero cada uno tiene su autonomía por separado.
También encontramos en común que lo prioritario no es la aristocracia y el linaje sanguíneo. Por lo menos, en Roma, así sería en un primer momento. Se le da valor al patricio, a los senadores. Mario, uno de los más grandes generales y seis veces cónsul, era plebeyo, su estirpe provenía de un pueblo extranjero. En cambio, Julio César podía retrotraer su árbol genealógico hasta Eneas.

La xenofobia no fue un sentimiento romano. Se podía conseguir una tierra y hacerse un nombre. En los dos imperios encontramos el orgullo por ser romano, por ser americano. El sentimiento patriótico era un privilegio, sienten orgullo de sus banderas…

Al principio, el derecho y las leyes romanas eran para los ciudadanos, pero con el paso del tiempo se extienden hacia todo el Imperio. Los primeros reyes míticos en esta civilización son los primeros legisladores. Fue el primer país en tener una constitución.

Justiniano crea un código y recopila todas las leyes consuetudinarias: normas jurídicas orales, que no estaban escritas, que se cumplían porque se convirtieron en una costumbre, como por ejemplo:

La ley debe proteger a las personas y sus bienes.
Las leyes deben considerar los derechos de las mujeres.
Una persona acusada debe ser considerada inocente mientras no sea probada su culpa.
Las personas de distinta posición económica y social pueden contraer legítimo matrimonio.
Todos los hombres son iguales ante la ley…

Todas estas leyes están vigentes. En las universidades, hoy en día se sigue estudiando el derecho romano.
EE.UU. es el que más poder tiene en la actualidad. De la parte del derecho que tiene que ver con la economía y el mercantilismo, hay que destacar la importancia del precio del dólar y cómo se imponen las leyes mercantiles al mundo. Para EE.UU., el resto del mundo es un mercado en potencia. Roma, cuando extendió su poderío a sus provincias, tenía la recaudación de sus impuestos, desde Turquía hasta la capital romana. Comercializa a través de las carreteras, las vías de comunicación que facilitan el desplazamiento y el comercio.

En cuanto al aspecto cultural, en ambas existe una admiración hacia las culturas antiguas, pues en ninguna de las dos se ve un impulso cultural propio. De la civilización griega y la romana surge la cultura grecolatina, cuyo desarrollo se plasma en Occidente.

La actitud de los romanos hacia los griegos era ambigua, pues, por un lado, sentían admiración por el mundo clásico e intelectual, pero los percibían como afeminados.
Se rescatan muchas obras de arte griego y realizan copias. Absorben su mitología, de manera que los dioses griegos quedan transferidos, aunque con otros nombres.

En EE.UU. se admira a Europa. En Nashville hay una copia del Partenón griego, con Atenea en el interior. Copian el mundo clásico, lo que viene de esa vieja Europa.

En EE.UU. existen contrastes muy extremos, desde gente muy ignorante hasta la más válida. No tienen muchos conocimientos de historia y de geografía y, sin embargo, tienen las mejores investigaciones históricas y la más completa investigación geográfica del mundo. Es donde más premios nobel ha habido.

En ambos imperios se destacan los gastos desmesurados y el gusto extremo por el lujo, con grandes magnates y castillos viviendo con ostentosidad. En Roma había grandes villas y estadios, aunque, en el declive, el lujo era exagerado y decadente con Calígula y Nerón, que mostraban un afán por el lujo carente de excelencia.

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En el aspecto deportivo, también encontramos muchas similitudes. Se observa un interés por los deportes y por los espectáculos en masa. Hay una famosa frase que se percibe también en la actualidad: «Al pueblo, pan y circo», para acallar los problemas sociales. El candidato político que aportaba su fortuna para hacer los juegos más espectaculares era el que conseguía más votos.

Sobre el idioma, tanto la lengua latina como la inglesa, han servido para la expansión. El inglés se ha convertido en el idioma universal por excelencia. Sin embargo, el latín lo fue hasta el siglo XVIII, siendo idioma de la religión católica y base de muchas lenguas como el español, el francés, el portugués, el inglés, el italiano, etc.

El espíritu de cada imperio queda reflejado en las palabras de dos poetas por excelencia:
«Otros labrarán el bronce para infundirle el aliento y extraerán rostros vivos del mármol, pronunciarán mejores discursos, medirán con el compás el movimiento del cielo y la aparición de los astros. No olvides, romano, gobernar a los pueblos con tu imperio. Estas serán tus artes: imponer las condiciones de la paz, perdonar a los vencidos y someter a los soberbios» (Virgilio).

«No nos convertiremos en una nación conquistadora ni alcanzaremos la gloria de la simple superioridad o diplomacia o comercial, sino que seremos el grandioso país productor de hombres y mujeres de razas copiosas, alegres, sanas, tolerantes, libres, seremos la nación más afectuosa, los Estados unidos, en verdad, la moderna nación compleja, formada por todos, con espacio para todos dando la bienvenida a todos los inmigrantes, aceptando la tarea propia para llenar épocas futuras, la primera nación de la paz, pero no ignorante ni inhábil para ser la primera nación de la guerra. No la nación del hombre sino la nación de la mujer, tierra de madres, hijas, hermanas y esposas espléndidas» (Walt Whitman).

En cuanto al desarrollo técnico, los romanos fueron grandes ingenieros, entre otros aspectos, en el campo de las comunicaciones terrestres. Construyen calzadas, acueductos, cloacas… El ejército era también constructor. El ejemplo lo tenemos en César: militar, guerrero e ingeniero para conseguir sitiar ciudades y que se rindiesen.

Mario, el tío de César, en invierno construía calzadas y, a través de ellas, en verano se desplazaban con facilidad. La paz de Augusto aportó momentos de seguridad y de libertad. Los piratas fueron erradicados.

En cuanto a los norteamericanos, han conquistado el mundo, lo que se conoce como la aldea global.

El sistema estaba basado en la esclavitud. En Roma, los prisioneros de guerra se convierten en esclavos y otros lo eran por deudas adquiridas.

Durante el cristianismo surge la decadencia. La historia nos debe servir para entender a los pueblos, pues podemos observar que los árabes ostentan esa decadencia en la actualidad, y se podría afirmar que nos encontramos en una decadencia por falta de valores.

Nuestra meta debería ser fomentar los valores como el compromiso y el esfuerzo, que fue plasmado en sus inicios, en Roma fomentado por el sentimiento de unidad, entre ellos y con lo sagrado.

En Roma se valoraba la tradición. Sin embargo, en Estados Unidos y en nuestra sociedad, se busca la novedad, basada en un valor económico.

Es necesaria la solidaridad y comprometerse como ciudadano del mundo, con un espíritu sagrado. Conquistemos la tierra de las oportunidades.

En cuanto a la moral, a veces se ha mostrado una apariencia puritana en ambos imperios. Si realmente deseamos un cambio social, reconozcamos y apliquemos el valor de la frase: «La mujer del César no solamente debe serlo sino también parecerlo», y fomentemos el ser, por encima del parecer.

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