El uso que tuvieron las monedas romanas y la información que transmite su aspecto pueden llegar a ser elementos de estudio valiosos. Por eso, la investigación de las utilidades de las monedas y las directrices que se siguieron a la hora de su acuñación nos pueden revelar algunos datos sobre la civilización en la que circularon
Primero, hay que decidir dónde se inicia el periodo, y una fecha de partida. Considerado Diocleciano como el primer monarca del periodo en cuestión, nos centraremos en él y daremos cuatro posibles fechas.
En el año 284 d. C. sube al trono Diocleciano, siéndole concedida la púrpura por su Ejército. Hay quien considera esta fecha de inicio, aunque aún durante algunos años se continuará con el sistema gubernamental y monetario que implantó Aureliano.
En el año 286 d. C., si nos fijamos en el momento en que promulga la reforma monetaria del oro, denominada aureus con una ratio de 1/70 en libra, redujo esa ratio hasta los 1/60 en libra con el consiguiente incremento de peso en cada moneda, denominándose aureii a esta nueva moneda para diferenciarla de la anterior.
En el año 293 d. C., cambia el sistema de gobierno; sería la fecha del inicio de la tetrarquía. Diocleciano se percató de que el Imperio era excesivamente grande para el gobierno controlador de una sola persona. Por ello, ideó un sistema que dividía el poder y, a la vez, se reservaba la última decisión. Dividió el territorio en dos partes, occidental y oriental. En cada una de ellas, gobernaría un augusto. Su corregente, años atrás nombrado, fue Maximiano Hercúleo y para evitar guerras internas en el día de la sucesión de estos, acogieron cada uno a un césar que les sustituiría el día que falleciesen o abdicaran.
En el año 294 d. C., reformó toda la moneda con la excepción del oro, realizada ya años atrás. Eliminó el antoniniano, o como se comienza a denominar, aureliano, y creó el follis o nummus, así como algunos divisores. Estas monedas eran de bronce argentífero en su mayoría. Volvió a introducir en el mercado una moneda de plata, el argenteus, que recordaba en el peso al denario del muy denostado Nerón.
Como siempre, Roma creando controversia, y mucho más en el periodo del Bajo Imperio, tan complejo y a la vez apasionante. Pero veamos los diferentes usos que le hemos encontrado a una moneda de este periodo.
Objeto de colección, la más conocida. Disfrutar de su grabado, intentar conseguir variantes o tipos que faltan. En fin, como coleccionar cromos, esta es una manera que, bajo mi humilde punto de vista, ha de ir complementada necesariamente con el segundo uso (que a continuación comentaré), para que el coleccionista se sienta completado.
Fuente de conocimiento. Podemos conocer la historia del periodo a través de sus retratos, e incluso conocer a personajes que, hoy en día, aún no se sabe a ciencia cierta de quién se trata.
Un ejemplo nos lo cuenta Cayón en su libro Compendio de la moneda romana, que en su página 2972, nos muestra una moneda a nombre de ELIA PLACIDIA, sin dar más referencias históricas. Pero sí nos da una bibliográfica, nos remite a Cohen, volumen VIII. Ahí se nos aclara un poco más a quién hace alusión dicha moneda, aunque sin aseverar nada; por consiguiente, sigue siendo aún un enigma.
Datación de objetos o yacimientos. En la arqueología moderna se usan con gran exactitud para ciertos periodos los fragmentos de cerámica, en concreto la terra sigillata, sobre la que hay gran cantidad de estudios, pero también se usan en algunos casos las monedas. Un ejemplo de este uso de una moneda del Bajo Imperio romano consiste en la datación de la patena hallada en Cástulo (Jaén). A través de una moneda, pudieron concretar una fecha de partida para el edificio que en su interior atesoraba tal joya, apareciendo esta en los folletos como reconocimiento de su utilidad.
Fuente de inspiración. Es el último uso, aunque no menos importante. Ya desde el siglo XVI se usa la moneda para asimilar la técnica de grabado de la Antigüedad. Algunos artistas la siguen usando hoy, como Joaquín Borrego, un amigo pintor y coleccionista de monedas, a quien con cierta frecuencia, cuando está ojeando su humilde colección, se le aparecen las musas y realiza estas fantásticas creaciones. Ya el gran Picasso, cuando inició su etapa cubista, bebía del arte impreso en la cerámica o las esculturas de bronce del arte ibero y del más moderno arte africano.
Pero ahondemos un poco más en uno de sus usos, como fuente de información. Al inicio de este periodo, el Imperio es dividido en catorce diócesis y similar número de cecas, aunque no en todas ellas hubiese una.
Diocleciano, tras la reforma anteriormente mencionada, la del año 294 d. C., unifica en todos los talleres el mismo tipo a emitir, erradicando de una vez por todas la producción de moneda provincial, que desde los orígenes del Imperio no dejó de ser fabricada. Estos talleres emisores de moneda se situaron en puntos estratégicos para el comercio o para necesidades especiales del Ejército. Un claro ejemplo es la ceca africana de Karthago, implantada para abastecer de numerario a los efectivos militares que sofocaban las revueltas ocasionadas por las tribus bereberes. En esta ciudad podemos ver un claro ejemplo de jerarquización en las oficinas.
En la serie SALVIS AVGG ET CAESS FEL KART, cada oficina labró numerario a nombre de uno de los monarcas, y vemos que el augusto, Diocleciano, fue en la primera A, Maximiano en la segunda B, Constancio Cloro en la tercera Γ (Gamma) y Galerio en la cuarta Δ (Delta).
Hablando de marcas de oficina, el primer emperador en diferenciar las monedas según su origen para evitar el fraude fiscal fue Filipo I el Árabe en el año 248 d. C. sobre las monedas emitidas en las cecas de Roma y Antioquía. Colocó unos números en el exergo de la primera y unos puntos bajo el retrato del emperador de la segunda.
El atavío de los retratos imperiales también nos da información muy importante, y podemos ver claramente diferentes períodos bélicos reflejados en la moneda. Por ejemplo, Juliano II el Apóstata, una vez quedó como augusto en solitario, reorganizó el sistema monetario creando una moneda de cobre con un peso de poco más de 2 gr. Se interpreta que esta refleja el espíritu militar del monarca. En estos momentos estaba organizando las tropas para la inminente campaña contra los persas. Esto sería a mediados del año 362 d. C. En ella podemos ver el retrato de Juliano con atuendo militar portando escudo, yelmo y lanza.
Si nos fijamos en los reversos, podremos ver infinidad de efemérides y creencias plasmadas sobre el metal. La moneda era el mejor elemento propagandístico del emperador ya que llegaba a todos los estratos de la sociedad.
Por ejemplo, las reformas militares realizadas por Diocleciano, Constantino I y Valentiniano I se ven reflejadas en la moneda de estos emperadores.
Diocleciano y los otros miembros de la tetrarquía labraron un edificio militar (que posteriormente definiremos) sobre las monedas de plata. Con este hecho, Diocleciano quería transmitir confianza en Roma a las clases medias, para que volviesen a invertir en el Imperio y, por consiguiente, dejase de crecer la inflación, que en esos momentos era muy elevada. Reorganizó el Ejército y aseguró las fronteras.
Constantino I, en este caso, destinó el numerario con este motivo hacia los plebeyos. Con estas monedas informaba al pueblo de que estaba nuevamente reformando las estructuras defensivas. Por ello, los cospeles sobre los que se estamparon fueron de bronce argentífero de baja ley con diferentes tipos.
Y de nuevo Valentiniano I, tras sufrir severas incursiones bárbaras en las orillas danubianas, reorganizó esta zona, reconstruyendo los castellum derribados por los enemigos, edificando nuevos en las zonas más vulnerables, así como sucedió en casos anteriores, reparando las calzadas un poco descuidadas. La moneda que muestra este hecho es una Maiorina con la leyenda GLORIA ROMANORVM.
Retomando el edificio militar labrado en estas monedas intentaremos dar las posibles opciones.
Ciudad fortificada: algunos autores hacen alusión a que el elemento en cuestión hace referencia a las murallas de las ciudades, que ya se estaban fortificando desde finales del pasado siglo. No soy partidario de esta tesis, ya que Roma fue refortificada entre los reinados de Aureliano y Probo (digo refortificada por el hecho de que quedaba la antigua muralla republicana que circundaba la ciudadela, totalmente inútil a finales del siglo III d. C.). Si realmente hubiese sido un elemento digno de ser publicitado, ¿cómo es que no se menciona en la moneda de ese periodo la construcción de la muralla de Roma?
Puerta de campamento: es otra de las interpretaciones arquitectónicas que se utiliza para definir estos elementos. En la moneda romana no hay precedentes tampoco de la imagen de un campamento romano, originariamente móviles, y las murallas de madera se fueron convirtiendo en sedentarias y con murallas de roca. Pero estos campamentos podían estar situados en cualquier lugar del Imperio, el limes o el interior.
Castellum: para mí, la más acertada interpretación de este edificio sería la de un castellum. Como dijimos anteriormente, estos tres monarcas reforzaron los castellum del limes en sus puntos más débiles, así como la nueva construcción donde era necesario. Aquí podemos ver un castellum construido durante el gobierno de Diocleciano, en el desierto de Jordania, conocido en su periodo con el nombre de Castra Praetorii Mobeni, y actualmente como Qsar Al Bashir.
Un hecho en el que podemos apoyarnos para esta teoría es en la moneda que ordenó labrar Licinio I en las cecas de Tesalónica y Heraclea tras la reciente derrota que sufrió por parte de las tropas de Constantino I. Este le arrebató los Balcanes, quedando como limes entre ambos reinos las cecas mencionadas. Probablemente, Licinio I ordenase la impronta de este motivo para dar sensación de seguridad a sus conciudadanos y de solidez defensiva a su corregente, transmitiendo su intención de reforzar dichas posiciones.
Para concluir estas líneas, también vemos sobre las monedas conquistas o derrotas de las tribus que osaban transgredir los limes imperiales. Durante las primeras décadas del siglo IV, las fronteras del Rin fueron acosadas por varias tribus. Podemos verlo sobre estas monedas que nos muestran las victorias imperiales. (SARMATIA, ALAMANIA, FRANCIA).
Primero, hay que decidir dónde se inicia el periodo, y una fecha de partida. Considerado Diocleciano como el primer monarca del periodo en cuestión, nos centraremos en él y daremos cuatro posibles fechas.
En el año 284 d. C. sube al trono Diocleciano, siéndole concedida la púrpura por su Ejército. Hay quien considera esta fecha de inicio, aunque aún durante algunos años se continuará con el sistema gubernamental y monetario que implantó Aureliano.
En el año 286 d. C., si nos fijamos en el momento en que promulga la reforma monetaria del oro, denominada aureus con una ratio de 1/70 en libra, redujo esa ratio hasta los 1/60 en libra con el consiguiente incremento de peso en cada moneda, denominándose aureii a esta nueva moneda para diferenciarla de la anterior.
En el año 293 d. C., cambia el sistema de gobierno; sería la fecha del inicio de la tetrarquía. Diocleciano se percató de que el Imperio era excesivamente grande para el gobierno controlador de una sola persona. Por ello, ideó un sistema que dividía el poder y, a la vez, se reservaba la última decisión. Dividió el territorio en dos partes, occidental y oriental. En cada una de ellas, gobernaría un augusto. Su corregente, años atrás nombrado, fue Maximiano Hercúleo y para evitar guerras internas en el día de la sucesión de estos, acogieron cada uno a un césar que les sustituiría el día que falleciesen o abdicaran.
En el año 294 d. C., reformó toda la moneda con la excepción del oro, realizada ya años atrás. Eliminó el antoniniano, o como se comienza a denominar, aureliano, y creó el follis o nummus, así como algunos divisores. Estas monedas eran de bronce argentífero en su mayoría. Volvió a introducir en el mercado una moneda de plata, el argenteus, que recordaba en el peso al denario del muy denostado Nerón.
Como siempre, Roma creando controversia, y mucho más en el periodo del Bajo Imperio, tan complejo y a la vez apasionante. Pero veamos los diferentes usos que le hemos encontrado a una moneda de este periodo.
Objeto de colección, la más conocida. Disfrutar de su grabado, intentar conseguir variantes o tipos que faltan. En fin, como coleccionar cromos, esta es una manera que, bajo mi humilde punto de vista, ha de ir complementada necesariamente con el segundo uso (que a continuación comentaré), para que el coleccionista se sienta completado.
Fuente de conocimiento. Podemos conocer la historia del periodo a través de sus retratos, e incluso conocer a personajes que, hoy en día, aún no se sabe a ciencia cierta de quién se trata.
Un ejemplo nos lo cuenta Cayón en su libro Compendio de la moneda romana, que en su página 2972, nos muestra una moneda a nombre de ELIA PLACIDIA, sin dar más referencias históricas. Pero sí nos da una bibliográfica, nos remite a Cohen, volumen VIII. Ahí se nos aclara un poco más a quién hace alusión dicha moneda, aunque sin aseverar nada; por consiguiente, sigue siendo aún un enigma.
Datación de objetos o yacimientos. En la arqueología moderna se usan con gran exactitud para ciertos periodos los fragmentos de cerámica, en concreto la terra sigillata, sobre la que hay gran cantidad de estudios, pero también se usan en algunos casos las monedas. Un ejemplo de este uso de una moneda del Bajo Imperio romano consiste en la datación de la patena hallada en Cástulo (Jaén). A través de una moneda, pudieron concretar una fecha de partida para el edificio que en su interior atesoraba tal joya, apareciendo esta en los folletos como reconocimiento de su utilidad.
Fuente de inspiración. Es el último uso, aunque no menos importante. Ya desde el siglo XVI se usa la moneda para asimilar la técnica de grabado de la Antigüedad. Algunos artistas la siguen usando hoy, como Joaquín Borrego, un amigo pintor y coleccionista de monedas, a quien con cierta frecuencia, cuando está ojeando su humilde colección, se le aparecen las musas y realiza estas fantásticas creaciones. Ya el gran Picasso, cuando inició su etapa cubista, bebía del arte impreso en la cerámica o las esculturas de bronce del arte ibero y del más moderno arte africano.
Pero ahondemos un poco más en uno de sus usos, como fuente de información. Al inicio de este periodo, el Imperio es dividido en catorce diócesis y similar número de cecas, aunque no en todas ellas hubiese una.
Diocleciano, tras la reforma anteriormente mencionada, la del año 294 d. C., unifica en todos los talleres el mismo tipo a emitir, erradicando de una vez por todas la producción de moneda provincial, que desde los orígenes del Imperio no dejó de ser fabricada. Estos talleres emisores de moneda se situaron en puntos estratégicos para el comercio o para necesidades especiales del Ejército. Un claro ejemplo es la ceca africana de Karthago, implantada para abastecer de numerario a los efectivos militares que sofocaban las revueltas ocasionadas por las tribus bereberes. En esta ciudad podemos ver un claro ejemplo de jerarquización en las oficinas.
En la serie SALVIS AVGG ET CAESS FEL KART, cada oficina labró numerario a nombre de uno de los monarcas, y vemos que el augusto, Diocleciano, fue en la primera A, Maximiano en la segunda B, Constancio Cloro en la tercera Γ (Gamma) y Galerio en la cuarta Δ (Delta).
Hablando de marcas de oficina, el primer emperador en diferenciar las monedas según su origen para evitar el fraude fiscal fue Filipo I el Árabe en el año 248 d. C. sobre las monedas emitidas en las cecas de Roma y Antioquía. Colocó unos números en el exergo de la primera y unos puntos bajo el retrato del emperador de la segunda.
El atavío de los retratos imperiales también nos da información muy importante, y podemos ver claramente diferentes períodos bélicos reflejados en la moneda. Por ejemplo, Juliano II el Apóstata, una vez quedó como augusto en solitario, reorganizó el sistema monetario creando una moneda de cobre con un peso de poco más de 2 gr. Se interpreta que esta refleja el espíritu militar del monarca. En estos momentos estaba organizando las tropas para la inminente campaña contra los persas. Esto sería a mediados del año 362 d. C. En ella podemos ver el retrato de Juliano con atuendo militar portando escudo, yelmo y lanza.
Si nos fijamos en los reversos, podremos ver infinidad de efemérides y creencias plasmadas sobre el metal. La moneda era el mejor elemento propagandístico del emperador ya que llegaba a todos los estratos de la sociedad.
Por ejemplo, las reformas militares realizadas por Diocleciano, Constantino I y Valentiniano I se ven reflejadas en la moneda de estos emperadores.
Diocleciano y los otros miembros de la tetrarquía labraron un edificio militar (que posteriormente definiremos) sobre las monedas de plata. Con este hecho, Diocleciano quería transmitir confianza en Roma a las clases medias, para que volviesen a invertir en el Imperio y, por consiguiente, dejase de crecer la inflación, que en esos momentos era muy elevada. Reorganizó el Ejército y aseguró las fronteras.
Constantino I, en este caso, destinó el numerario con este motivo hacia los plebeyos. Con estas monedas informaba al pueblo de que estaba nuevamente reformando las estructuras defensivas. Por ello, los cospeles sobre los que se estamparon fueron de bronce argentífero de baja ley con diferentes tipos.
Y de nuevo Valentiniano I, tras sufrir severas incursiones bárbaras en las orillas danubianas, reorganizó esta zona, reconstruyendo los castellum derribados por los enemigos, edificando nuevos en las zonas más vulnerables, así como sucedió en casos anteriores, reparando las calzadas un poco descuidadas. La moneda que muestra este hecho es una Maiorina con la leyenda GLORIA ROMANORVM.
Retomando el edificio militar labrado en estas monedas intentaremos dar las posibles opciones.
Ciudad fortificada: algunos autores hacen alusión a que el elemento en cuestión hace referencia a las murallas de las ciudades, que ya se estaban fortificando desde finales del pasado siglo. No soy partidario de esta tesis, ya que Roma fue refortificada entre los reinados de Aureliano y Probo (digo refortificada por el hecho de que quedaba la antigua muralla republicana que circundaba la ciudadela, totalmente inútil a finales del siglo III d. C.). Si realmente hubiese sido un elemento digno de ser publicitado, ¿cómo es que no se menciona en la moneda de ese periodo la construcción de la muralla de Roma?
Puerta de campamento: es otra de las interpretaciones arquitectónicas que se utiliza para definir estos elementos. En la moneda romana no hay precedentes tampoco de la imagen de un campamento romano, originariamente móviles, y las murallas de madera se fueron convirtiendo en sedentarias y con murallas de roca. Pero estos campamentos podían estar situados en cualquier lugar del Imperio, el limes o el interior.
Castellum: para mí, la más acertada interpretación de este edificio sería la de un castellum. Como dijimos anteriormente, estos tres monarcas reforzaron los castellum del limes en sus puntos más débiles, así como la nueva construcción donde era necesario. Aquí podemos ver un castellum construido durante el gobierno de Diocleciano, en el desierto de Jordania, conocido en su periodo con el nombre de Castra Praetorii Mobeni, y actualmente como Qsar Al Bashir.
Un hecho en el que podemos apoyarnos para esta teoría es en la moneda que ordenó labrar Licinio I en las cecas de Tesalónica y Heraclea tras la reciente derrota que sufrió por parte de las tropas de Constantino I. Este le arrebató los Balcanes, quedando como limes entre ambos reinos las cecas mencionadas. Probablemente, Licinio I ordenase la impronta de este motivo para dar sensación de seguridad a sus conciudadanos y de solidez defensiva a su corregente, transmitiendo su intención de reforzar dichas posiciones.
Para concluir estas líneas, también vemos sobre las monedas conquistas o derrotas de las tribus que osaban transgredir los limes imperiales. Durante las primeras décadas del siglo IV, las fronteras del Rin fueron acosadas por varias tribus. Podemos verlo sobre estas monedas que nos muestran las victorias imperiales. (SARMATIA, ALAMANIA, FRANCIA).