En muchos ámbitos se están alzando voces en defensa de la filosofía, esa actividad humana que no siempre somos capaces de explicar adecuadamente, y que nunca como ahora ha sido tan despreciada o relegada. Y eso a pesar de que, como suele decirse, cada ser humano tiene que filosofar a medida que vive, porque surgen las preguntas sobre sí mismo, el sentido de la vida, las razones de lo que pasa, el destino y otras muchas cuestiones vitales. Y sin embargo, observamos que existe una tendencia generalizada a considerar a la filosofía como algo superfluo, cuando no inútil, sin ninguna relación con la vida, meramente especulativo, o incluso incomprensible y aburrido.
Nuestros colaboradores nos demuestran todo lo contrario: la enorme capacidad de la filosofía para relacionar disciplinas, experiencias o ámbitos de conocimiento, tan diversos como la política, el arte, o incluso el deporte de masas. En sus manifestaciones se encuentran las huellas filosóficas de sus protagonistas y ejecutantes, a veces sin saberlo, como en el fútbol, o intuitivamente, a través de la creatividad artística, o en las propuestas para ordenar y dar sentido a la vida social.
En las distintas propuestas de este número, descubrimos que la filosofía da sentido a las actividades humanas, explica lo que somos, lo que podríamos llegar a ser. Vemos que somos filósofos, porque somos seres humanos, deseosos de ir más allá de las apariencias, de buscar la verdad en medio de la vida y que hay una razón profunda en las múltiples actividades humanas que se puede encontrar gracias a la filosofía.