Eso no estaba en mi libro de historia del antiguo Egipto , de la editorial Almuzara, es una obra amena, de lectura fluida y ágil, destinada a todos los amantes de la cultura faraónica. Agrupados en cinco grandes apartados: descubrimientos arqueológicos, grandes faraones, la sociedad del valle del Nilo, la gran pirámide y «enigmas» que no lo son tanto, se estudian en sus páginas temas variopintos que capturan desde el primer momento el interés del lector, como pueden ser la vida diaria en una excavación arqueológica en Egipto, el ascenso al poder de la reina Nefertiti, las posturas sexuales favoritas de los egipcios, la construcción de la Gran Pirámide o los sistemas de iluminación utilizados para excavar las tumbas del Valle de los Reyes.
Si cada uno de sus grandes apartados forma un todo coherente que puede ser leído en conjunto, en realidad sus capítulos pueden ser disfrutados al albur de la curiosidad de cada uno, saltando de uno a otro atendiendo al interés de cada momento. Una a una, el lector puede recorrer estas pequeñas ventanas abiertas a la vida en el valle del Nilo y sumergirse junto al autor en los aspectos menos conocidos de la historia y el diario devenir de los antiguos egipcios.
Por otra parte, el azar de los siglos, ayudado por la excepcional aridez del clima egipcio en el valle del Nilo, ha permitido que de la antigua cultura faraónica se hayan conservado innumerables restos arqueológicos –algunos menos en el delta–. Esto nos permite hacernos una idea bastante aproximada de su cultura material, es decir, del tipo de cacharros que utilizaban para cocinar, de los alimentos que consumían, de la ropa con la que se vestían, de cómo eran sus casas, de qué animales domésticos compartían sus vidas… Como, por otra parte, la egipcia fue –junto a la mesopotámica– la primera cultura en desarrollar la escritura, contamos también con abundantes testimonios escritos, en los cuales los personajes que nos interesan aparecen unas veces de pasada y otras con algo más de detalle, cuando no es entre líneas. Y no podemos olvidarnos de la paleopatología, la única ciencia que estudia directamente a esos egipcios cuyas vidas intentamos desentrañar, que al interrogar sus huesos obtiene importantes datos, cada vez más detallados, sobre su alimentación, achaques e incluso su forma de ganarse la vida…
Cuando juntamos todas estas briznas de información, conseguimos suficientes datos como para permitirnos ofrecer una reconstrucción, o al menos sus mimbres, de cómo se desarrollaba la jornada de bastantes de los personajes que vivieron a orillas del Nilo. No es que vayamos a poder reconstruir su día a día minuciosamente, porque por desgracia la documentación no lo permite; pero sí ofrecer una visión general de cómo transcurría la jornada de cada uno. Desde el campesino hasta el ladrón de tumbas, pasando por el ama de casa, el policía, el obrero que construía pirámides o el intérprete de la corte, una treintena de habitantes del Nilo son los que aparecen en las páginas de La vida cotidiana en el antiguo Egipto, de la editorial La Esfera de los Libros, tratados con cierto detalle. Sin olvidarnos, por supuesto, de los grandes prohombres de la sociedad, como el faraón, la reina, el príncipe heredero o el visir; pues la visión general del la sociedad faraónica que pretendemos ofrecer no quedaría completa sin ellos.