Cuenta una popular leyenda india que, hace mucho tiempo, un sabio se desplazaba a lomos de un enorme y majestuoso elefante por la selva. Pero el día estaba a punto de terminar y no quería adentrarse en la selva de noche. Paró al lado de una vivienda que tenía un granero enorme. Dejó en el granero al elefante y llamó a la puerta de la vivienda, con el deseo de poder pasar allí la noche y seguir su camino con al amanecer.
Salieron seis jóvenes, que eran hermanos:
–¿Qué desea, buen hombre? –preguntó uno de ellos.
–Oh, jóvenes, ruego vuestra hospitalidad, necesito un lugar en donde pasar la noche con mi elefante. Le dejé en el granero. Me iría al amanecer.
–No hay problema –contestó otro de los hermanos–. Pero… ¿qué es un elefante? –preguntó con mucha curiosidad.
–¿Nunca habéis visto uno? –preguntó el sabio–. Pues entonces, os va a fascinar. Es un animal extraordinario, maravilloso… Mañana, si queréis, os lo muestro, porque ya es de noche, no hay luna, y no podríais admirar su belleza.
–Por eso no hay problema –dijo entonces otro de los seis hermanos–. Nosotros somos ciegos. Siempre es de noche, así que podemos ir ahora mismo si no le importa.
–Oh, entonces iremos, claro –contestó algo sorprendido el sabio.
Los hermanos le ofrecieron al sabio una lámpara de aceite que guardaban para los invitados, y fueron hasta el granero para comprobar cómo era ese tal «elefante».
El primero en acercarse al animal fue el hermano pequeño. Tocó las patas, y dijo:
–Vaya… ese tal elefante es como unos pilares de piedra.
Entonces se acercó a tocar el segundo hermano. Y tocó la cola del elefante:
–Pero ¿qué dices, hermano? ¡Si es como una soga muy dura pero flexible!
Intrigado, el tercer hermano se levantó y tocó la trompa:
–¿Una soga? No tienes ni idea, hermano, este animal es como una liana de esas que cuelgan de los árboles más altos.
El cuarto hermano tocó una de las orejas del elefante:
–Todos estáis equivocados –dijo entonces–. El elefante es como una especie de delantal de cuero.
El quinto hermano se acercó al animal y tocó uno de sus colmillos:
–¡De eso nada! No es como un delantal, qué va… es como un tubo de metal… pero algo curvado.
Así que el sexto hermano, el más mayor, se acercó para ver por qué todos decían cosas diferentes, y al tocar su barriga, dijo:
–No tenéis ni idea ninguno. En verdad os digo que este animal es como una pared.
Los hermanos, totalmente desconcertados, comenzaron a discutir entre sí, seguros cada uno de ellos de tener la razón, y no conseguían ponerse de acuerdo. Uno gritaba más que el otro intentando llevar la razón. Y el sabio, por su parte, les observaba y escuchaba muy atento algo apartado.
Al final, el sabio decidió intervenir en la pelea para calmar la situación. Se acercó y les dijo:
–¡Haya paz! Todos estáis en lo cierto y ninguno lo estáis a la vez.
–¿Qué quieres decir? –preguntaron absortos los hermanos.
–Ninguno tiene la verdad absoluta, pero sí una parte de ella. Si en lugar de discutir os escucharais, entre todos podríais formar la imagen exacta del elefante.
Los hermanos agacharon la cabeza asumiendo que no habían obrado de forma correcta. El hermano mayor respondió al sabio:
–No podemos ver, cierto, pero somos capaces de reconocer a un sabio y de escuchar y atender a sus palabras.
Cuento indio
EXCELENTE RELATO PARA EL INICIO DE MI 1°ENCUENTRO VIRTUAL EN TIEMPOS DE CUARENTENA. ME SIENTO UN HERMANO EN PARTE,GUIANDO CUAL SABIO EN OTRA PARTE. AL ABRAZO APELO.