En la India antigua hay un concepto filosófico que conocemos como Sadhana y que podemos traducir como la corriente de la vida. Ellos no dudaban de que todo lo que nos pasa obedece a una razón y que el destino, la vida o los dioses no son fruto de una casualidad caprichosa.
Muchos pensadores de la Antigüedad, como platónicos y neoplatónicos, coinciden en la idea de que este universo no es una casualidad, sino que es como un inmenso ser vivo. Por lo tanto, el ser humano, como parte de este universo, está íntimamente conectado a esa corriente de la vida o Sadhana.
Lo que me llevará al final serán mis pasos, no el camino,
no ves que siempre vas detrás cuando persigues al destino…
Cuando Platero y Tú desaparece, Fito se atreve con composiciones un tanto alejadas del estilo de Platero, lo que le valió las críticas de ciertos sectores del rock. Es evidente que lo fácil hubiese sido seguir con algo que ya funcionaba, pero se atrevió a buscar su propio sonido, su propio camino.
Hemos podido comprobar con el paso de los años que la vida da muchas vueltas, pero siempre hay un camino que debemos recorrer y todos los caminos conducen a alguna parte. Y en ese apasionante viaje, más allá de lo que nos digan los demás, los obstáculos del camino los hemos de derribar nosotros mismos con nuestro esfuerzo.
No voy a sentirme mal si algo no me sale bien,
he aprendido a derrapar y a chocar con la pared.
Fito nos dice que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, y aunque podamos caer mil veces en la misma piedra, siempre hay que creer en la segunda oportunidad.
Para no caer una y otra vez en los mismos errores, deberíamos conocer las causas, paso previo para llegar a las soluciones. Pero solo el conocimiento no conduce a la solución, hace falta la acción. Los antiguos hindúes también decían que no importa si el plan que hemos ideado no es del todo perfecto. Es mejor equivocarse que permanecer inactivo por miedo a que no salga bien. El que se equivoca pero actúa, rompe la inercia y lucha contra sus miedos y eso le hace más fuerte.
Por eso, querido lector, ¡sé bienvenido al mundo de los que se equivocan!