Desde hace varios años, la asociación Diksha realiza trabajos de voluntariado en una localidad de la India llamada Ajmer, perteneciente al Estado de Rajasthan. Esta asociación sin ánimo de lucro comenzó en el año 2012 por la Roman Catholic Diocese Social Service Society . El objetivo de Diksha se centra en atender a mujeres y, especialmente, a niños desfavorecidos, haciéndoles autosuficientes mediante la educación y la promoción de los medios de vida. En un principio, el proyecto comenzó con dieciocho niños y, durante los últimos cinco años, se ha podido ayudar a 270. Actualmente, Diksha se ocupa de 230 niños, pero todavía hay veintiocho que esperan ayuda urgente. La mayoría de las niñas y niños que acoge esta ONG tiene un pasado traumático, y provienen en su totalidad de familias que pertenecen a las castas más bajas. Carecen de los recursos más básicos, y muchos de ellos han perdido a sus padres por razones de sida, incapacidad o abandono. Son niños anónimos, niños huérfanos, niños excluidos de sus comunidades, que sufren muchas angustias y pesadillas, al comprobar que nunca más volverán a ser las cosas en su familia como antes.
La educación tiene que ser un derecho fundamental para todos los niños de India, ayudando a mejorar el futuro de estos con nuevas esperanzas, y transformando el entorno al que pertenecen. Quizás por este motivo se eligió el nombre de Diksha, que significa en sánscrito «la transmisión del conocimiento». Un conocimiento que se impulsa para continuar, gracias al apoyo de importantes donaciones, y a la organización de galas benéficas para recaudar fondos. Este año se ha celebrado la «V Gala Benéfica Diksha» en Marbella, promovida por su presidenta en España, la Dra. Yovanka Manojlovic, gran altruista y organizadora del evento. Además de todo esto, se puede colaborar apadrinando un niño por 0,66 € al día, una cantidad ridícula para una labor verdaderamente solidaria y necesaria. La asociación también ofrece distintos programas de voluntariado, en los que se puede participar viajando a la misma ciudad de Ajmer, para apoyar las numerosas necesidades que aún quedan por abastecer. Una experiencia viva para conocer en directo la realidad cotidiana de los niños, intensa para el alma y difícil de olvidar. Sin duda, realmente conmovedora.
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