Psicoanalista, doctor en Sociología, Frédéric Vincent es especialista en el tratamiento del cambio. Ha publicado recientemente El sentimiento iniciático de la vida, en donde explica que, frente al desencanto y la decepción de la sociedad occidental, urge volver a conectar con los mitos, con el aspecto heroico y la búsqueda iniciática, con el objetivo de redescubrir los auténticos valores humanos.
¿Cuál es el papel que juegan los «anhelos (ensueños) iniciáticos» en el reino del «homo economicus», que reemplazó al «homo religiosus»?
Mircea Eliade se pregunta lo mismo: ¿qué es lo que queda del hombre espiritual, del hombre religioso, en un mundo en el que domina el hombre-máquina de Descartes?
Desde la época de Descartes y de Isaac Newton, prevalece una voluntad esencialmente matemática, una visión materialista de este mundo, desencantado, desespiritualizado, desdivinizado, en el que la iniciación ya no tiene lugar, donde ya no es necesario iniciar a los niños en lo que sea, y a ningún misterio en particular que hubiera…
Pero cuando se relacionan las obras de Sigmund Freud y de Carl Gustav Jung, constatamos que el hombre religioso, el hombre espiritual no ha desaparecido, sino que sobrevive en nuestros ensueños imaginarios, entre las novelas, en la poesía, etc.
Hoy en día podríamos decir que en el cine, en los videojuegos, etc., ese «hombre religioso» no está muerto en detrimento de un hombre racional, de un hombre económico. Muy al contrario, adquiere más importancia ante los ojos de los jóvenes y ante las miradas de millones de lectores de novelas iniciáticas. Las cifras de venta no nos engañan, por ejemplo con los libros de Harry Potter, del Señor de los Anillos, etc., tanto en el cine como en la literatura.
La gente tiene cada vez más sed de narraciones imaginarias que están calcadas y basadas en los ritos iniciáticos, con los héroes que deben enfrentarse a todo tipo de pruebas y aceptar morir para renacer a otra existencia. Comprobamos que el mismo esquema se repite, y hoy en día el hombre moderno o postmoderno se encuentra fascinado más que nunca por esta figura del héroe iniciático (o iniciado).
¿Cuáles son las características de los mitos del siglo XXI?
Todo el mundo se refiere al mito del héroe, tal como lo define Joseph Campbell, tanto en la literatura del imaginario como también, paradójicamente, en los hechos reales.
Ante atentados, o bien accidentes dramáticos o catástrofes naturales, muchos periodistas se han cuestionado acerca del concepto de héroe, refiriéndose a las personas que acuden a prestar ayuda y socorrer a los demás.
Se hace hincapié en el esclarecimiento más probable de esas personas humildes, anónimas que ayudan al prójimo de manera espontánea. Son los héroes de la vida cotidiana. Estos ejemplos adquieren en la actualidad una importancia que está a la altura de los héroes y de los grandes iniciados que admiramos en el cine.
Cuando se analizan los hechos, en un contexto imaginario o real, la importancia está en acudir en ayuda de alguien que no conocemos, en actuar gratuita y naturalmente, y ello nos muestra la belleza del gesto heroico.
Este héroe es el que contribuye a dar nacimiento a una nueva sociedad. No hay que reducirlo tan solo a una búsqueda individualista, sino incorporarlo a una búsqueda colectiva. Esta búsqueda mística es nuestra capacidad de abrirnos a los demás por medio del sentimiento iniciático.
¿Qué rol adquiere el sentido del sacrificio en el proceso iniciático?
El héroe se sacrifica, y no existe iniciación sin sacrificio. Todo sucede en relación con la aceptación de su muerte, aceptar sacrificarse uno mismo a favor del prójimo; todo forma parte de las modalidades profundas del sentimiento iniciático. No existe sentimiento iniciático sin el sentido del sacrificio, y va incluso a contracorriente de los valores establecidos en el mundo actual, que busca la preservación del individuo frente al sacrificio. Ya no se piensa en la muerte como una etapa de la vida. Se ha racionalizado y se ha olvidado otorgarle un significado o sentido poético. El hombre occidental ya no sabe ejercer el luto. La pedagogía iniciática nos enseña a realizar el duelo de cada acontecimiento de nuestra vida.
¿En qué cambia la iniciación nuestra relación con la muerte?
La iniciación no concibe la muerte como un fin, sino como un renacimiento. Este es un tema central en la obra de Mircea Elíade. Él nos explica que, en la mayor parte de las sociedades humanas, existen ritos de traspaso, de tránsito, y que todos ellos tienen por objetivo señalar que la muerte no es un fin en sí, sino el acceso a otra realidad más profunda y secreta de la existencia. Tiene lugar un proceso de introspección de uno mismo, y también la armonización entre uno mismo y el mundo que nos rodea.
¿Qué papel juega la conciencia de la muerte en la pedagogía iniciática?
La conciencia de la muerte es la piedra angular de toda pedagogía iniciática. Es contraria a toda la educación occidental; en todo caso, tal como se la entiende en Occidente, ya que esta educación niega completamente la conciencia de la muerte. La educación de ahora es partidaria de orientar la animalidad que encarna el niño hacia su humanidad. Se piensa que el niño llega con un vacío que es necesario rellenar, como si no tuviera ninguna consistencia; en cambio, la iniciación aporta al niño otra forma de socialización.
La iniciación explica que el niño posee un tesoro interior y su objetivo es conseguir que ese tesoro interior pueda manifestarse y emerger, contrariamente a los argumentos de la pedagogía de las escuelas republicanas.
En la iniciación, no es necesario imponer un programa o un dogma, sino que es suficiente con escuchar al niño y, a la manera de Sócrates, ayudarle a educir y manifestar plenamente su alma.
El mito de Er, el guerrero de Panfilia, al final de La República de Platón, describe cómo el alma llega al mundo, y afirma que, cuando encarna en un cuerpo, el alma escoge un modelo de vida cuyo objetivo es el de recordar aquello que hemos escogido como ejemplo de vida.
La riqueza espiritual está presente y no es necesario que entremos en un dogma, ni en una escuela que cuantifica y nivela por lo bajo, impidiendo a los niños desarrollar su universo interior imaginario. Algunas personas tendrán el recuerdo de haber sido recolocados en su sitio porque estaban en estado de ensueño. La cultura occidental solamente tiene en cuenta el aspecto racional.
En las nuevas pedagogías (que ya no son «nuevas» porque tienen más de un siglo), y que redescubrimos en las escuelas de Montessori, Freinet o Steiner, el acento está puesto en el aspecto lúdico, el aspecto imaginario y el emocional, sin abandonar, sin embargo, el trabajo sobre la lógica.
¿ Cuál es la importancia del mito en la educación de la juventud?
En la actualidad, tenemos una educación moderna muy desmitificante, que explica que el mito es lo que es falso y mentiroso. Y que lo que es verdadero son las matemáticas, las ciencias exactas. Durante siglos se nos ha explicado que las mitologías eran fabulaciones y que incluso la imaginación es una farsa.
En el siglo XX ocurrió una especie de entusiasmo o resurgimiento del mito con Mircea Elíade, Gilbert Durand, y también con Tolkien, quien se inspiró en los antiguos mitos para poder recrear los nuevos.
Esta efervescencia creativa nos ha conducido a reflexionar acerca del papel del mito en la construcción social de la realidad. Dicha reflexión ha aportado justamente otro esclarecimiento sobre que finalmente el mito ya no aparece del lado de la falsedad y de la mentira, sino más bien aportando otra luz sobre la realidad de la existencia humana.
El mito da otro significado a nuestra vida y nos trae una nueva forma de comunicación. Con respecto a la educación de la juventud, la importancia del mito es fundamental, ya que despierta el pensamiento analógico y simbólico.
Las neurociencias explican que el potencial del cerebro humano alcanza su apogeo por medio del pensamiento analógico y no con el pensamiento analítico, que reduce las actividades cerebrales a ciertas zonas del cerebro, mientras que el pensamiento analógico hace vibrar todas las zonas del cerebro.
Nuestro hemisferio derecho no está separado del hemisferio izquierdo, y las neurociencias aportan pruebas de ello. Todo esto cuestiona la manera en la que enseñamos, porque enseñamos como si nuestro hemisferio izquierdo hubiera sido escindido de nuestro hemisferio derecho.
¿Qué consejo nos daría usted para que el mundo recupere la visión iniciática?
Deberíamos comenzar por una re-conexión de nuestros dos hemisferios cerebrales, el derecho y el izquierdo. Esto implica aprehender las ciencias como en las enseñanzas pitagóricas, en las que las matemáticas no estaban opuestas a la visión imaginaria y poética del mundo.
Los grandes cambios pasan por una pedagogía de «religare», que es la capacidad de reunir los opuestos y volver a juntar lo que está disperso, en vez de insistir en una educación que es profundamente esquizoide, que busca separación y enfrentamiento entre las distintas disciplinas, como las matemáticas, la música, el deporte, etc.
Soy partidario de una pedagogía del reencuentro que tiende a construir puentes de unión entre la filosofía, las matemáticas, las prácticas corporales, el arte, la música, los videojuegos, etc., porque todas las disciplinas están relacionadas entre sí.
Entrevista: Laura Winckler
Publicada en Revue Acropolis HS N.º8 (agosto 2018)
Traducido del francés por Alejandra Perdomo