Como dice la estudiosa de las religiones Karen Armstrong, todos los sistemas de creencias religiosas mantienen una misma regla, que ella denomina «la regla de oro», que viene a consagrar el altruismo, la solidaridad, la fraternidad, virtudes que se refieren a la regla: «Trata a los demás como quisieras que te trataran a ti», como práctica de la bondad. Esta coincidencia en un mismo mandato, a pesar de las diferencias de credos, costumbres y culturas, parece señalar que la humanidad sostiene constantes culturales, o ideas colectivas, que apuntan hacia una unificación de los seres humanos en torno a los mismos valores.
Descubrimos que la misma supervivencia de la especie y su avance evolutivo depende de los valores que consagran la cooperación, la ayuda; en definitiva, esa alteridad que nos hace preocuparnos por los demás, aun a riesgo de nuestra propia vida, o nuestra salud. Y que, por el contrario, el egoísmo, la falta de empatía para con el sufrimiento ajeno, no pueden traer más que consecuencias negativas, obstáculos para la evolución cognitiva de la humanidad.
Las recomendaciones de los filósofos e instructores de la humanidad coinciden con las metas evolutivas y de supervivencia de la especie. Esta coincidencia nos ofrece una base ética firme para trabajar en favor de lo que une y evitar todo aquello que enfrenta, divide, separa.
En esta época que estamos viviendo a causa de la crisis pandémica global, estamos comprobando el extraordinario potencial de solidaridad en personas individuales y grupos o colectivos de todo tipo y condición y las numerosas demostraciones de que la «regla de oro» sigue vigente.
El ego esencialmente es la causa de los conflictos existentes en nuestra realidad. Realmente el ser humano podría analizar las grandes ventajas que trae consigo practicar la bondad: Mayor afecto, trabajo en equipo, supervivencia de la especie, alianzas estratégicas, entre otras.
Excelente lectura, sobre todo en tiempos de COVID-19.