Filosofía — 30 de septiembre de 2020 at 22:00

Nuestra nación, de La Raíz

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Nuestra nación de La Raíz

Uno de los grupos que más me ha impactado en los últimos tiempos han sido los valencianos (de Gandía) La Raíz. Aunque en 2018 desaparecieron como formación, como ellos dicen, de manera indefinida, a lo largo de más de una década enriquecieron el panorama musical con una gran vitalidad, fusionando skarapreggae, pero siempre con el fondo rockero de Juan Zanza.

Hacía tiempo que quería rendirles mi pequeño homenaje a través de este canal que me brinda la revista Esfinge. Además, pienso que hay varias similitudes entre La Raíz y Esfinge: en nuestra editorial planteamos el anhelo de armonizar la tradición y la modernidad, la ciencia y el espíritu, lo individual y lo colectivo, lo occidental y lo oriental, el pasado y el futuro, lo microcósmico y lo macrocósmico.

La Raíz plantea un «rockstizaje», once músicos de varias nacionalidades, con gustos musicales diferentes, conviviendo durante mucho tiempo en furgonetas y viajes interminables, que pudieron «soportar» la presión gracias a lo que les une y no a lo que les separa: la amistad y la música.

Nuestra nación es una canción del 2013 incluida en el álbum Así en el cielo como en la selva.

Nuestra nación es la otra cara de la luna, donde escondimos las guerras y las armas.

Nuestra nación es la literatura y esa locura del hidalgo de la Mancha.

Nuestra nación es inventar el camino.

Nuestra nación es caer y levantarse.

Nuestra nación es saber que vivimos con la mirada siempre fija hacia adelante.

Y viendo que esta selva me asusta, he imaginado una isla más justa.

Y viendo que sentimos que somos fieles escuderos de aquel caballero,

soñaremos con mil Dulcineas en barras de bares de cada región.

Y aunque quemen los libros, no quemarán nuestra canción, de mil Dulcineas y barras de bares de cada región.

Últimamente hago bastante hincapié en la escuela estoica. Considero que es uno de los movimientos filosóficos más prácticos que han existido. Su influencia en Roma permitió construir y mantener la civilización clásica. Fue una corriente espiritual que formó a seres humanos en el respeto, la igualdad y la dignidad.

Roma, entre sus aspectos positivos, aportó la idea de ciudadano del mundo. Entre otras cosas, se consideraba ciudadano romano a cualquier persona nacida dentro del Imperio. Además, todas las ideologías y costumbres eran toleradas dentro del Estado.

Un ciudadano del mundo no es el que no tiene patria ni bandera, es el que las tiene todas. Ama la tierra y la energía del suelo que pisa. No excluye, incluye. Y por otra parte comprende que no se puede amar el mundo si no se es capaz de amar la pequeña patria de uno.

Decían los estoicos que la nacionalidad, religión, raza, es algo pasajero, lo único seguro es que seguimos siendo Humanidad, seguimos siendo Nuestra nación.

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