El geoparque de la comarca de Villuercas, Ibores y Jara, al este de la provincia de Cáceres, es uno de los lugares más importantes y, al mismo tiempo, desconocidos de nuestro país. La zona guarda un valioso legado cultural, histórico y geológico; no por nada se considera uno de los lugares más antiguos y emblemáticos del planeta, razón por la cual fue declarado Geoparque Mundial de la UNESCO en 2015. En el interior del geoparque, que comprende diecinueve municipios y ocho pedanías, se ubica también la ciudad y el Real Monasterio de Guadalupe, donde se custodia y rinde culto a una de las vírgenes negras que conserva España y que es, además, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993.
Una geología excepcional
Con una extensión de más de 2500 km2, esta singular comarca se enmarca entre las cuencas de los ríos Tajo y Segura, en la provincia de Cáceres. El lugar más elevado es el risco de la Villuerca, con poco más de 1600 metros de altitud, desde donde se vislumbra la increíble geografía del lugar, además de ofrecer una vista de Guadalupe.
Se considera que un geoparque es un entorno natural donde se conservan unas características geológicas singulares, que se aprecian a través del paisaje, las rocas, los fósiles y los minerales, y que ofrecen un conocimiento excepcional de la historia de nuestro planeta. Así, desde La Villuerca se contempla un núcleo montañoso formado en el Paleozoico, un periodo que comenzó hace 541 millones de años y concluyó aproximadamente hace 252 millones de años, por lo que estamos ante la era en la que proliferaron una ingente diversidad de formas de vida, especialmente con concha y exoesqueletos en lo que se conoce como la «explosión cámbrica». Aquí aparecieron los primeros insectos y arañas, helechos, trilobites, algas, esponjas, algunos de los primeros vertebrados, anfibios, coníferas y hasta algunos de los primeros reptiles, entre otros.
Este núcleo montañoso paleozoico se encuentra rodeado de penillanuras antiguas, fruto todo ello de las diversas acciones geológicas de erosión y macroplegamientos producidos durante el Carbonífero, hace unos 300 millones de años. Los excursionistas que coronan las diversas cimas del geoparque pueden contemplar, desde su altura, algunas de las fallas y los repliegues que abundan en este sorprendente paisaje. Esto, junto con el modelado que los cursos fluviales han realizado a lo largo del tiempo, dibuja una geomorfología denominada «relieve apalachense».
En estos entornos geológicos es donde se produjo el origen de los primeros animales a lo largo y ancho del planeta. Un hecho del que queda constancia en las Villuercas a través de numerosísimos restos fósiles. Uno de los muchos que pueden observarse en los estratos calcáreos del Anticlinal del Ibor pertenece a restos Cloudina carinata, hace entre 635 y 542 millones de años, que fue el primer animal en desarrollar un exoesqueleto mineralizado; pero también existen en la zona fósiles de trilobites, braquiópodos, briozoos, equinodermos, moluscos bivalvos, moluscos cefalópodos y grampolites, todos ellos expuestos al público tanto en el museo del municipio de Logrosán como en el Centro de Interpretación de Cañamero. Huelga decir que el respeto por el entorno debe ser máximo entre los visitantes, no debiendo recogerse los fósiles que se encuentren en la zona.
La comarca tiene catalogados unos cincuenta lugares de especial interés geológico, a lo largo de sus más de 2500 km2, entre los que se encuentra el ya citado risco de la Villuerca, además del sinclinal de Santa Lucía, la Portilla del Almonte, el desfiladero de Peña Amarilla, el cancho de las Narices, las chorreras de Calabrazas, las Marmitas de Gigante Bohonal y la cueva cárstica de Castañar de Ibor, un monumento natural declarado que cuenta con sorprendentes estalactitas de cristales de aragonito. El catálogo completo de los geositios puede consultarse y disfrutarse a través de la web del geoparque: www.geoparquevilluercas.es/geositios. A estos geositios hay que sumar otros muchos lugares de interés, como castillos árabes, castros vetones, minas y diversos abrigos y refugios naturales con importantes restos de pinturas rupestres esquemáticas.
Los signos rupestres del geoparque
Los lugares donde se han descubierto, hasta la fecha, pinturas y grabados rupestres preesquemáticos y esquemáticos, así como arte pospaleolítico, son numerosísimos, y están repartidos por buena parte de los municipios de la comarca. Hay aproximadamente 110 estaciones decoradas con pinturas y grabados, unas setenta con pinturas y cuarenta con petroglifos, entre los que se encuentran diversas muestras de arte rupestre paleolítico, uno de los pocos de la Comunidad donde se conserva este tipo de manifestación artística, junto a ejemplos de arte rupestre pre- y protohistórico. Todo esto conduce a valorar el entorno como un lugar único, donde se expresan figuraciones artísticas primitivas de diversas épocas y contextos humanos.
El arte esquemático ibérico se asocia habitualmente con las primeras muestras de cultura metalúrgica, como las que se dieron en el Calcolítico, la Edad del Bronce e, incluso, hasta principios de la Edad del Hierro, por lo que podríamos remontarnos hasta el 4000 a. C., aunque existen discrepancias en cuanto a la datación de este arte. Es característica aquí la expresión esquemática, donde es posible reconocer la mayor parte de las representaciones, porque muestra fundamentalmente los rasgos esenciales y característicos de cada animal, prescindiendo de cualquier otro elemento. Básicamente se trata de figuras que se esfuerzan por mostrar únicamente la característica más simple e identificadora de cada especie. Los ejemplos del arte esquemático ibérico están ampliamente repartidos por toda la península ibérica, y no es un fenómeno exclusivo de nuestra geografía, sino que pueden encontrarse vivos ejemplos por prácticamente todo el mundo.
La arqueóloga y paleoantropóloga canadiense Genevieve von Petzinger ha desarrollado una importantísima investigación, recogiendo y catalogando, en una extraordinaria base de datos, todos los símbolos (no esquemático de animales ni humanos) aparecidos en las cuevas paleolíticas de la Edad de Piedra, observando que muchos de esos signos son idénticos en distintos emplazamientos de todo el planeta, con una cronología de entre los 30.000 y los 10.000 años, en lo que ella denomina como una suerte de código simbólico universal que, sin tener una estructura gramatical, podría haber servido para comunicar ideas y conceptos entre distintos grupos humanos, como un lenguaje simbólico universal compartido por todos. Según su estudio, hace 30.000 años ya se usaba el 70% de los signos de este curioso código, y se usaron de forma ininterrumpida durante unos 20.000 años en todas las cuevas prehistóricas. Se trata fundamentalmente de signos muy básicos del tipo de líneas, espirales, puntos, cuadrados, triángulos, corazones, flechas o negativos y positivos de manos humanas hasta un total de 26 signos que los seres humanos de la última era glacial repitieron por todo el orbe.
El estudio de von Petzinger enlaza con el iniciado años antes por el arqueólogo sudafricano David Lewis-Williams. Él también identificó una serie de símbolos que aparecían regularmente durante una determinada época humana, pero en distintos emplazamientos geográficos, y los denominó «formas entópicas», asociando estas representaciones comunes con el modelo neuropsicológico de los humanos prehistóricos, que compartían una misma arquitectura cerebral cognitiva, suponiendo que eran el resultado del estallido alucinatorio de las prácticas chamánicas, es decir, las imágenes que el cerebro genera bajo los efectos de sustancias alucinógenas. Otros investigadores han llegado a la conclusión de que no se trataría más que de garabatos de niños prehistóricos, con las mismas ganas de entretenerse que los actuales, pero con menos recursos, lo cual no da respuesta tampoco al hecho de que se trate de formas asombrosamente comunes, aun en lugares donde el intercambio cultural ha sido materialmente imposible.
Aparte de las figuras esquemáticas ibéricas que abundan en la comarca donde se ubica el geoparque, es posible identificar también las «formas entópicas» a las que se refería Lewis-Williams y los signos universales de von Petzinger. Así, en este entorno, sin poder hacer una datación precisa de la época en la que fueron realizados todos y cada uno de estos trazos, conviven signos como los descritos por von Petzinger con formas esquemáticas. Si los hombres de aquella época se inspiraron en los trazos de sus antepasados o si dibujaron los suyos junto a otros más antiguos, corresponderá a los científicos del futuro determinarlo. Mientras tanto, nada nos impide maravillarnos ante un entorno geológico único, igual que con seguridad lo hicieron miles de seres humanos antes que nosotros.
Bibliografía
Web del Geoparque: www.geoparquevilluercas.es
García Arranz, José Julio (2015). El arte rupestre en el Geoparque Villuercas Ibores Jara (Cáceres)
Sánchez, David (2012). «¿Existió un código simbólico universal anterior a la aparición de la escritura?». Noticias de Prehistoria (www.prehistorialdia.blogspot.com)
Gordillo Santiago, Fátima (2020). Ensayo sobre las palabras.
Imágenes: web del Geoparque Villuercas Ibores Jara.
No hay ninguna foto del del arte rupestre de las villuercas.