Durante muchos siglos se ha pensado que los animales no tienen alma. Usted en su libro dice que sí. ¿En qué apoya esta convicción?
No hace falta ser científico para conocer la realidad. Yo no soy científico, pero, como muchas otras personas que conviven con animales, sabemos que dentro de ese cuerpo hay alguien. A ese alguien o yo, es a lo que me refiero cuando afirmo que los animales tienen alma.
¿De qué trata su libro?
De la dignidad que los animales tienen por sí mismos. He intentado, en primer lugar, enamorar al lector con las maravillas del mundo animal, para luego presentar una serie de conductas animales ante las que, a día de hoy, la ciencia no puede responder. Los animales hacen cosas que los más sesudos estudiosos actuales todavía no saben explicar cómo lo consiguen. Y así, por medio del asombro, llegar a valorar a cada animal por lo que es y representa. Esa dignidad es contraria al uso utilitarista de los animales.
Pero usted no es biólogo, sino abogado.
Y filósofo. Este libro es más filosófico que jurídico o científico y es comprensible para cualquier lector, sea especialista o no lo sea. Aclaro que el cientificismo es un prejuicio o dogma consistente en creer que solo la ciencia permite el conocimiento del mundo. Esto es falso. La ciencia tiene que compartir sus descubrimientos e inspirarse por el arte, la mística, la comunidad, etc. De hecho, en astronomía, la contribución de los astrónomos aficionados es casi tan relevante como la de los profesionales o universitarios. En el campo de las ciencias de la naturaleza, debe ocurrir lo mismo. Y recomiendo a los científicos que lean este libro porque puede darles pistas interesantes para orientar sus investigaciones.
¿Cuánto nos queda por descubrir del mundo de los animales?
¡Uf, muchísimo! Hace apenas dos años se descubrió en Ecuador una nueva especie de rana, la llamada rana mutante. Cada año se siguen descubriendo nuevas especies. Además, del mundo interior de los animales, de su alma, no sabemos prácticamente nada. No me refiero a las pautas de sus conductas, sino a sus personas, a quiénes son, qué sueñan, qué piensan —porque hay animales que piensan y organizan, como los orangutanes—, etc. La dificultad es cómo hacemos para conocer su vida interior. Y aquí reside la tesis principal de mi libro: en la medida en que el ser humano vaya conociendo su propia alma, podrá conocer el alma de los animales. Se conocen muchos casos de hombres que se comunican directamente con animales.
En el libro hace una crítica muy directa al materialismo científico y al consumismo. ¿Qué propone a cambio?
Hay una falsa idea acerca de la evolución, que es la de la lucha o competencia para sobrevivir. A medida que se ha podido conocer más a fondo el mundo animal y vegetal, hemos descubierto que predomina más la colaboración que la competencia. Así que tenemos que partir de la naturaleza y aprender a convivir. Convivencia entre humanos para acabar con la explotación de unos sobre otros. Convivencia entre especies para respetar los ecosistemas. Convivencia entre ciencias, artes y filosofías para avanzar realmente en el conocimiento. Convivencia con el misterio para ir encontrando un sentido a la vida. Con ello, nos podremos liberar del consumismo y todas las lacras que ha fabricado.
Yo Animal, ¿es su primer libro?
Sí, espero que el primero de muchos. De hecho, estoy preparando un segundo libro que trata sobre la armonía, la organización y el orden en la naturaleza, un tema que me apasiona.
¿Dónde y cuándo va a presentar Yo Animal?
Tengo confirmadas varias presentaciones. El 14 de agosto en Camprodon, el 2 de septiembre en la Casa del Libro, en mi ciudad natal, Palma de Mallorca. El 3 de septiembre en el centro Imaginalia de Alicante. Y en otros centros culturales y librerías de toda España. Me ha sorprendido gratamente el impacto que ha generado Yo Animal y la cantidad de lectores que ya me han hecho llegar sus buenas impresiones y valoraciones.
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