A menudo, los colaboradores/as de Esfinge han dejado entrever su interés por la filosofía, a pesar de que en el historial de su formación encontramos muy variadas referencias a las áreas de conocimiento que han profundizado o con las que se relacionan con su trabajo profesional. Comprobamos que la filosofía establece relaciones entre las disciplinas otorgándoles una perspectiva más profunda y rica. No en vano conocemos a muchos científicos que han cultivado la filosofía y, al contrario, filósofos que fueron además científicos. Nuestros agudos lectores/as están sin duda preparados para ofrecernos unos cuantos nombres que muestran la fecunda unión de esas dos disciplinas.
Nuestros colaboradores/as, en este inicio del nuevo año, nos han dejado, como un regalo filosófico, sus lúcidas reflexiones sobre los innumerables matices que resultan de la unión entre la filosofía y la vida. A condición de emprender el largo camino de «llegar a ser lo que somos», como decía hace tantos siglos el apolíneo Píndaro, en un inolvidable apotegma. No solo ser, sino llegar a ser. Cuánta luz en una frase tan corta.
Este número de Esfinge, definitivamente, es un homenaje a la inmortal filosofía, que nos enseña a vivir.