Karen Amstrong, la historiadora de las religiones británica, premio Princesa de Asturias de 2017, sostiene la teoría de lo que llama «la regla de oro» de todos los credos, que consagra la empatía con los demás seres humanos, y nos hace no querer para los demás lo que no queremos para nosotros y nos invita a acercarnos a los otros, los que están más allá de nuestro egocentrismo y a ser capaces de ponernos en su lugar, por muy diferentes que sean en sentimientos y comportamientos. Así pues, tal regla de oro, que algunos llaman compasión, es una aspiración de las religiones aún vigentes, a partir de sus libros sagrados, que consagran ese principio.
Como uno de nuestros colaboradores nos muestra en un interesante artículo, podemos decir que esa regla áurea del inegoísmo es una conquista de la evolución de los seres humanos, que han aprendido a cooperar, a ayudar, a ser solidarios. Por ello podríamos decir que no tener esos sentimientos hacia los demás sería una señal de retraso evolutivo.
Ahora lo podemos comprobar desde la ciencia, que añade interesantes matices, tal como lo expresa Fernand Schwarz, citado por nuestro colaborador: «Las investigaciones prueban sin lugar a dudas que la práctica del altruismo y la compasión puede producir cambios funcionales y estructurales en el cerebro e incluso podría cambiar la expresión de los genes».
Estas comprobaciones ponen en entredicho muchas conductas que presenciamos en la actualidad, donde el egoísmo y la falta de solidaridad son la regla.