Al comandante francés Jacques Cousteau se le conoce como «el padre» de la exploración marina, el primer defensor de los océanos y el primer filmador de cine subacuático. Sus ingeniosos inventos, como los equipos utilizados actualmente en el buceo autónomo —recreativo y profesional—, sus documentales y sus grandiosas hazañas continúan inspirándonos hasta el día de hoy. Y es que, tanto los conservacionistas como los exploradores submarinos y amantes de los océanos de la actualidad, formamos parte de su gran legado.
Es autor de decenas de libros sobre nuestros océanos, siendo su más famosa obra El mundo silencioso. Sin embargo, sus descubrimientos y aportes a la ciencia y a la educación nos han enseñado que nuestro mundo marino está lleno de radiante vida y de procesos físicos inteligentes que la mantienen. Lo que al comienzo se desconocía por completo y se percibía como un mundo submarino silencioso, era de hecho una orquesta acuática, que, gracias a él, empezábamos a conocer.
Sus libros y documentales sirvieron de punto de partida, y ahora sabemos que desde el canto de la ballena azul —el animal más grande que habita en nuestro planeta—, el rechinar de los dientes de los peces payaso o el chasquido de la pinza del camarón hasta los arrecifes de corales, producen una inmensa variedad de sonidos, e incluso seguimos descubriendo otros nuevos. Sin embargo, fue Jacques Cousteau la primera voz de aquel supuesto mundo silencioso.
Un aventurero en el océano
Jacques Cousteau era un oficial naval y buzo nacido en 1910, que, cansado del statu quo, decide empezar a realizar experimentos para ampliar la frontera de la exploración marina. Cousteau diseña por primera vez un aparato para respirar bajo el agua, el cual filtra el dióxido de carbono y permite que solo el oxígeno llegue a los pulmones de la persona. Haciendo ejercicios de descenso usando este aparato casi fallece, pues hasta ese entonces se desconocía que el oxígeno puro a más de diez metros de profundidad se vuelve tóxico.
Luego, en el año 1943, y junto a su amigo ingeniero Émile Gagnan, construyen una especie de pulmón acuático al cual llaman Aqualung. Actualmente se le conoce como Aparato de Respiración Subacuática Autónomo, SCUBA, por sus siglas en inglés. «Estábamos en plena guerra y con mi país ocupado, pero en nuestro entusiasmo por la inmersión apenas si nos acordábamos de ello», escribe el explorador francés en su libro El mundo silencioso (1964).
Comienza la aventura submarina
En sus inicios y mientras continuaban los experimentos con los equipos submarinos, Cousteau y su equipo fundan el Grupo de Investigaciones Submarinas, figura bajo la cual el Gobierno los contrata para detectar minas de la Segunda Guerra Mundial y fotografiarlas, así como también para realizar expediciones arqueológicas en barcos hundidos.
Una de las primeras expediciones que Cousteau y su equipo realizaron fue en el Mediterráneo, particularmente en las costas de Túnez, donde exploraron el naufragio de Mahdia y lo filmaron. Este fue el primer registro de la exploración de un sitio arqueológico submarino usando un equipo de buceo autónomo. Luego, como resultado de esta expedición, realizaron un documental que fue presentado en el festival de Cannes de 1951.
Alrededor de ese mismo año, mientras navegaban en el Mediterráneo, grupos de delfines los empiezan a perseguir. Cambian el rumbo de su embarcación y notan cómo el grupo de delfines seguían sus rutas sin perderse. A partir de este evento, Cousteau concluyó que los cetáceos debían de tener una especie de sonar incorporado en su fisiología. De igual manera, realizó muchas filmaciones sobre estos animales, lo cual ayudó al estudio de su etología, y, tal como el comandante Cousteau había descubierto, se comprobó que los cetáceos tienen un sentido, llamado ecolocación, que funciona como un sonar.
El gran defensor de los océanos
Gracias a la fama y el reconocimiento que las expediciones y los documentales le habían otorgado, Cousteau se convirtió en defensor activo del mundo submarino que tanto amaba (Olmstead, 2008). Se dedicó a documentar y catalogar especies marinas nunca antes vistas. Fue incluso el primero en advertir que los humanos estaban «depredando» los mares y que estas acciones iban a tener impactos negativos en los ecosistemas de arrecifes de corales. Cousteau no podía estar más en lo cierto.
En otra ocasión, el Gobierno francés anunció que iba a desechar residuos nucleares en el Mediterráneo. Al enterarse de estos planes, Cousteau empezó una campaña en contra de estas acciones destructivas, y con éxito logró impedir que sucedieran: «Todos somos ciudadanos de este mundo acuático», expresó en un escrito en 1990 titulado «Atacando al poder con sabiduría: la necesidad del pensamiento a largo plazo».
Su legado
Sin duda, el comandante Cousteau fomentó un sentido de responsabilidad de los líderes mundiales para las generaciones futuras. En el año 1992 asistió a la conferencia de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, Brasil, en donde expresó su preocupación por el bienestar y conservación de los ecosistemas marinos, y fue denominado con el apodo Capitán Planeta (Huggan, 2013).
Sus películas, como El mundo silencioso (1956), El mundo sin sol (1964) y Viaje al confín del mundo (1977), sus fotografías y sus aportes a la ciencia continúan inspirando a las nuevas generaciones de exploradores marinos y embajadores del océano. Estoy segura de que, así como Jacques Cousteau fue de gran influencia y como un mentor en mi camino profesional como bióloga marina, muchísimas personas comparten de igual manera ese espíritu de aventura, de admiración por el mundo natural y de lucha por la protección de nuestro maravilloso mundo acuático.
Bibliografía
Cousteau, J. Y., & Dumas, F. (1964). El mundo silencioso.
Huggan, G. (2013). Nature’s Saviours: Celebrity Conservationists in the Television Age. Routledge.
Olmstead, K. (2008). Jacques Cousteau: a life under the sea. Sterling Publishing Company, Inc.